“Viva Domingo”
“The Heroic Domingo”. “The Romantic Domingo”. “The Great Duets”. “Latin Songs”. Con Scotto, Milnes, Freni, Zancanaro, Graham, Villarroel, Hampson, Caballé, Voigt y Studer.
EMI 6487572, 4 CDs.
El septuagésimo cumpleaños de Plácido Domingo, aún en activo ¡y de qué manera! ha movido a dos de las principales compañías que han grabado con él, Universal (D.G. y Decca) y EMI, a celebrarlo con varias publicaciones (RCA, en cambio, que sepamos, no ha hecho nada...) EMI ha optado por un libro-disco con un texto de cierta amplitud (firmado por Stephen Jay-Taylor y que viene también en castellano), una cronología y gran cantidad de fotos muy interesantes y cuidadas. La presentación es realmente atractiva. La selección musical es más discutible y está orientada seguramente a un público que pretende ser lo más amplio posible. El primer disco, “el Domingo heroico”, lo retrata cantando, en efecto, arias y escenas de papeles de héroes o algo similar, desde Haendel (Giulio Cesare) y Mozart (Idomeneo, La clemenza di Tito) hasta Wagner (Rienzi, Siegfried, papel este último que como se sabe nunca ha interpretado sobre un escenario), pasando por Bellini (Norma), Spontini (La Vestale), Meyerbeer (L’Africaine), Massenet (Le Cid), Saint-Saëns (Samson et Dalila) y Verdi (Giovanna d’Arco, Otello). El nivel de los fragmentos es muy alto. “El Domingo romántico” agrupa Die Zauberflöte, Don Giovanni, Così fan tutte, Faust, Eugenio Oneguin, Mignon, así como algunos de los papeles que más y mejor ha encarnado: Don Carlo, Un ballo in maschera, La forza del destino, La Gioconda, Manon Lescaut, La fanciulla del West, Tosca, además incursiones en la opereta (Paganini y Das Land des Lächelns de Lehár y Eine Nacht in Venedig de J. Strauss) y en la zarzuela (Los Gavilanes de Guerrero y Maravilla de Moreno Torroba). Casi todos los fragmentos están cantados e interpretados a pedir de boca. En “Los grandes dúos” lo hallamos en papeles que ha dominado (con la excepción de Don Giovanni, Les pêcheurs de perles y Tristan) junto a Renata Scotto, Sherrill Milnes, Mirella Freni, Giorgio Zancanaro, Susan Graham, Verónica Villarroel (en L’amico Fritz), Thomas Hampson, Montserrat Caballé, Deborah Voigt y Cheryl Studer: son todos (o casi) los que están, pero no están, ni mucho menos, todos los que son (¿cómo no se han incluido los inenarrables dúos de Aida y Don Carlo que grabó junto a Montserrat Caballé?). En cuanto al cuarto CD (todos muy aprovechados en su duración), se dirige abiertamente a un público diferente: 17 “Latin Songs”, algunas de las cuales aborrece quien esto escribe, y que suenan además en arreglos intolerables de Bebu Silvetti. El álbum se dirige, por su música, a dos públicos que difícilmente se encontrarán (dos conjuntos cuya intersección es, creo, mínima).
“The Plácido Domingo Story”
Arias de ópera, zarzuela, canciones sacras, tangos, canciones italianas y napolitanas.
Deutsche Grammophon 4779333, 3 CDs.
Universal ha repartido el homenaje en dos álbumes, de contenido más sustancial: “The Plácido Domingo Story” contiene tres CDs: arias y páginas de óperas grabadas entre 1968 y 1983, otras entre 1984 y 2007, y un tercero con zarzuela, tangos, canciones sacras, italianas y napolitanas (a fin de cuentas, bastante más serio que el cuarto del álbum EMI). En los dos primeros se recorren los principales períodos y estilos operísticos cultivados por el insigne tenor madrileño: Mozart, ópera italiana del XIX y del XX (de Rossini al verismo), alemana (Weber, Wagner, R. Strauss) y francesa (Offenbach, Meyerbeer, Bizet, Saint-Saëns, Massenet), con fragmentos extraídos de óperas completas y de recitales y que contiene una joya (incomprensiblemente) inédita de 1975: “Io l’ho perduta!... Io la vidi e al suo sorriso” de Don Carlo, con Karajan y la Filarmónica de Viena.
El álbum cuenta con un librito (tamaño CD, o sea la mitad que el de EMI) de más de 150 páginas (con un texto, también en castellano, de Arturo Reverter... ¡¡no, no se asusten, era una broma!!..., de Harvey Sachs), una cuidadísima selección de fotos, incluso de la niñez del tenor, y la lista completa por orden cronológico de todas sus grabaciones para Decca, D.G. y Philips, con sus correspondientes portadas originales (no se han olvidado siquiera del himno El Mundial, de 1982, con música del no hace mucho fallecido José Torregrosa Alcaraz).
“The Opera Collection”
BIZET: Carmen. DONIZETTI: Lucia di Lammermoor. LEONCAVALLO: Pagliacci. MASCAGNI: Cavalleria rusticana. OFFENBACH: Les Contes d’Hoffmann. PUCCINI: Tosca. Turandot. ROSSINI: Il barbiere di Siviglia. SAINT-SAËNS: Samson et dalila. VERDI: Il Trovatore. La Traviata. Otello. WAGNER: Lohengrin. Dirs.: Abbado, Marin, Prêtre, Sinopoli, Bonynge, Karajan, Barenboim, Giulini, Kleiber, Chung y Solti.
Deutsche Grammophon/Decca 4779336, 26 CDs.
Y el otro álbum de D.G. y Decca agrupa en 26 CDs. trece óperas completas, cuya selección encuentro en casi todos los casos muy acertada. Los pocos desaciertos ocurren por el hecho de querer abarcar por encima de todo óperas lo más diversas posible. Pero, la verdad, no hacía falta incluir la Lucia di Lammermoor con Cheryl Studer, Juan Pons y dirigiendo –no muy allá– Ion Marin (1993), en la que Plácido no sale demasiado bien parado (aun sin ser una de sus especialidades, años antes la había interpretado en el Teatro de la Zarzuela con una fuerza expresiva irresistible). En cuanto a Il barbiere di Siviglia (1992), su primera ópera completa en disco cantando como barítono, él es precisamente quizá lo mejor de esta versión (en la que el Almaviva de Frank Lopardo es una elección muy desafortunada), tan sofisticada y pizpireta, tan poco espontánea y graciosa (¡qué diferencia con la primera del propio Abbado!)
En La Traviata (de 1977, seleccionada, supongo, para que pueda aparecer Carlos Kleiber) tampoco sale del todo bien parado, y no porque no haga un Alfredo creíble e intensísimo, sino por su absurdo empeño en emitir un Do sobreagudo (horrible) al final de “O mio rimorso”.
El Otello de D.G. (1994, con la Studer, Sergei Leiferkus y Myung-Whun Chung) no es muy representativo de lo que el mejor Otello desde que hay discos ha alcanzado con ese papel; además, la dirección dista de ser la de Solti, con el mejor Plácido imaginable (DVD de Opus Arte, 1992). Y en cuanto a Cavalleria rusticana, debería figurar en la arrolladora versión con Obraztsova y Prêtre (Philips 1985), pero han escogido la que hizo un lustro más tarde con Agnes Baltsa y dirigiendo Giuseppe Sinopoli, bastante más discutible por lo que se refiere a los principales elementos, incluyendo al propio tenor.
Aquí acaban mis reservas: el resto es magnífico, cuando no insuperable: Carmen con Teresa Berganza, Ileana Cotrubas y Sherrill Milnes, dirigiendo Claudio Abbado (1978) tiene justa reputación de ser la interpretación más redonda que existe grabada en estudio, y de ser Plácido el Don José prácticamente ideal. Pagliacci (1984, con Pons y dirección de Georges Prêtre) es, por parte del tenor, impresionante (si bien no tanto como en su grabación, inalcanzada, para RCA con Caballé, Milnes y Nello Santi); pero no termina de convencer por lo que respecta a Teresa Stratas. Formidable Los cuentos de Hoffmann con Richard Bonynge, junto a Joan Sutherland y Gabriel Bacquier (Decca 1972), superior en lo que al protagonista se refiere a la versión D.G. diecisiete años posterior, con Seiji Ozawa.
La mejor Tosca de las tres en CD grabadas con Plácido me parece la de RCA con Leontyne Price, Milnes y Zubin Mehta, pero ésta de D.G. 1992, con Mirella Freni y Samuel Ramey, no deja de ser magnífica, incluyendo la abrumadora dirección de Sinopoli. La única Turandot en estudio de Plácido es ésta de 1982 con atentísima y reveladora, pero también ampulosa y cargante, dirección de Karajan; el tenor está admirable (¡qué “Non piangere, Liù”!), pero Katia Ricciarelli es una protagonista insuficiente y gritona; muy bien, aunque algo fuera de situación, la Liù de Barbara Hendricks. Todas las bendiciones imaginables para su Samson et Dalila (1979), junto a una arrolladora Obraztsova y formidable dirección de Daniel Barenboim. Negro, interesantísimo, Il Trovatore con Carlo Maria Giulini, sensacional por parte de éste y de Plácido (de las dos mujeres, Rosalind Plowright y Brigitte Fassbaender, pueden apuntarse reservas). De ópera alemana sólo se ha seleccionado una: Lohengrin (Decca 1987), impresionante interpretación de sus tres principales protagonistas: el propio Plácido, Jessye Norman y Sir Georg Solti. Por no hablar de la Filarmónica de Viena...
Aunque la programación de cualquiera de estos álbumes es quizá mejorable, lo que es cierto es que la enorme y variada actividad desplegada por Plácido a lo largo de tantos años es muy difícil de resumir. Y, además, sin contar con lo grabado por RCA, la selección que se pudiera hacer sería, por fuerza, incompleta.
De lo que no cabe hoy dudar es de que estamos ante el tenor más grande del que hay registros discográficos (y, probablemente, de todos los tiempos). Su inmensa curiosidad musical –una ambición noble, digan algunos lo que digan– no ha tenido parangón: hace mucho tiempo que dejó atrás al también enormemente abarcador Nicolai Gedda. Y, lo siento, pero no tiene ni pies ni cabeza que se siga defendiendo que limitarse a un repertorio muy escaso es una cualidad a admirar, mientras que “meterse en todo”... ¡lo importante es cómo se hacen las cosas, y si son muchas y muy variadas las que se hacen bien, pues miel sobre hojuelas! (¡Ah, ninguna publicación se ha acordado de que Domingo es también un espléndido director de orquesta!... Si alguien tiene alguna duda, no tiene más que escuchar la Madama Butterfly que dirigió en el Teatro Real, o su grabación en DVD de las fallescas Noches en los jardines de España, con Barenboim al piano).