El 7 de enero de 2012 hizo un siglo del nacimiento de Günter Wand, un gran director de orquesta que, tras casi siete décadas de carrera, moría a los 90 años, el 14 de febrero de 2002. Pero no fue el único gran director nacido en 1912: al menos otros seis importantes colegas suyos vinieron al mundo hace ahora un siglo: Igor Markevitch, Erich Leinsdorf, Sergiu Celibidache, Sándor Végh, Georg Solti y Kurt Sanderling. Quizá ningún otro año ha habido una cosecha tan excelente.
Diversidad de puntos de vista
¿Tienen mucho en común? No mucho más que el año de nacimiento, a decir verdad, pues sus personalidades son fuertes y diversas. Precisamente esa diversidad permite que estas siete batutas abarquen un abanico amplio de distintas formas de entender la interpretación, desde muchos puntos de vista, de los grandes maestros de la música. Porque de una gran obra musical no existe una sola interpretación posible, y ninguna, por muy buena que sea, será la ideal; ésta simplemente no existe. Ni siquiera lo sería una del propio autor: la experiencia nos dice que un compositor interpreta una obra propia de formas más o menos diferentes según la ocasión. Y, aunque algunos creadores son muy intransigentes en este aspecto (como Igor Stravinsky), otros, en cambio, han admitido que ellos no son los mejores intérpretes de su propia música.
“También puede ser así”
He aquí unas pocas anécdotas sobre este asunto: se dice que Brahms, que era director de orquesta, tras escuchar a otro una sinfonía suya, le confesó: “De acuerdo, también puede ser así”. Por su parte Hindemith admitió, al parecer, que la grabación de su Sinfonía Matías el pintor dirigida por Furtwängler era una interpretación superior a la suya propia (ambas, por cierto, con la misma orquesta, la Filarmónica de Berlín, y para la misma compañía fonográfica). Por último, y para dejar claro que no es fácil llegar al fondo de una música de altura, Béla Bartók, tras escuchar el estreno de su Sonata para violín solo tocada por Yehudi Menuhin, exclamó algo así: “¡Yo creía que la música no se podía interpretar así hasta cincuenta años después de la muerte del compositor!”
¿Gloria o apocalipsis?
Sergiu Celibidache
De modo que una sinfonía de Beethoven o un poema sinfónico de Richard Strauss no se puede agotar, no se puede abarcar nunca en una única interpretación. Admite puntos de vista incluso contradictorios. ¿Es la Sinfonía “del Nuevo Mundo” de Dvorák una partitura optimista o pesimista? Según que se la escuchemos a Karajan o a Fricsay, a Kubelik o a Klemperer, a Ancerl o a Celibidache. Puede, y debe, ser todas ellas, y muchas más. Y un mismo gran intérprete hará una misma obra de formas muy plurales, según su estado de ánimo el día del concierto o las circunstancias; se conservan Novenas de Beethoven dirigidas por Furtwängler de significados antagónicos: glorificación de la hermandad entre los hombres o visiones apocalípticas de la humanidad (éstas, durante la segunda guerra mundial, claro).
Siete vías
Igor Markevitch
Sin salirnos de estos siete directores de 1912, muchas interpretaciones del ruso-italo-francés Igor Markevitch (m. 1983), que fue en sus últimos años titular de la Sinfónica de Radio-Televisión Española, no pueden ser más opuestas a las del rumano Sergiu Celibidache (m. 1996): frente a la austera y electrizante precisión y objetividad de aquél, la calma infinita de los grandes paisajes que éste dibuja, con profundidad insondable. Si éste convirtió las gigantescas Sinfonías de Bruckner en sus obras de cabecera, aquél no se interesó por ellas. Mientras el austriaco-norteamericano Erich Leinsdorf (m. 1993) se concentró en la música del siglo XX, Celibidache apenas la cultivó, y el húngaro Sándor Végh (m. 1997), que fue durante décadas primer violín del cuarteto que lleva su apellido, sólo empuñó la batuta al final de su vida, para dedicarse casi por completo a Mozart. Si Végh apenas trabajó con grandes formaciones sinfónicas, sino con un par de orquestas de cámara, su compatriota Georg Solti (nacido y muerto el mismo año que él) llevó a lo más alto las centurias que tuvo a su cargo, elevando a la Sinfónica de Chicago hasta el Olimpo; así, la capital de Illinois le ha erigido un monumento: el primero era ante todo un gran músico, y el segundo, un verdadero virtuoso de la batuta, y si el repertorio de Végh se limitó al Clasicismo (Haydn, además de Mozart), Solti abarcó una inmensidad: desde Bach y Haendel hasta gran parte del siglo XX, tanto en obras operísticas como de concierto.
Sir Georg Solti
Günter Wand y Kurt Sanderling, que ha muerto a los 99 años, han sido grandes representantes de la mejor tradición centroeuropea: se centraron en las obras clásicas y románticas germanas, si bien éste, que vivió en la Rusia soviética, también conectó a fondo con la música de aquel gran país. Todos ellos permanecerán en la memoria de los melómanos, pues de todos se conservan testimonios disco y videográficos representativos. También en esto constituyó Celibidache una excepción, pues durante décadas se negó a que le grabasen. Sin embargo, en sus últimos años rectificó y permitió que se filmasen algunos de sus conciertos más memorables.
Discografía básica
Markevitch: dos grabaciones de La consagración de la primavera de Stravinsky (Philharmonia Orchestra London. CD EMI). Tchaikovsky: las 6 Sinfonías (London Symphony Orchestra. CDs Philips)
Leinsdorf: las 7 Sinfonías de Prokofiev (Boston Symphony Orchestra. CDs RCA/Testament)
Celibidache: los Conciertos para piano de Brahms, Schumann y Tchaikovsky. Dvorak: Sinfonía 9 “del Nuevo Mundo” (Daniel Barenboim. Orquesta Filarmónica de Múnich. DVDs EuroArts)
Végh: las Serenatas y Divertimentos de Mozart (Camerata Académica del Mozarteum de Salzburgo. CDs Capriccio). Haydn: 10 Sinfonías (id. CDs Orfeo)
Solti: Wagner: Tetralogía El anillo del nibelungo (Solistas, Coro y Orquesta Filarmónica de Viena. CDs Decca). R. Strauss: poemas sinfónicos (Chicago Symphony Orchestra. CDs Decca)
Wand: Bruckner: Sinfonías 5, 6, 8 y 9. Haydn: Sinfonía 76. Schubert: Sinfonía 8 “Inacabada” (NDR Sinfonieorchester, Hamburg. DVDs TDK)
Sanderling: Beethoven: las 9 Sinfonías (Philharmonia Orchestra London. CDs EMI). Shostakovich: Sinfonía 15 (Cleveland Orchestra. CD Erato)