domingo, 30 de agosto de 2015

Barenboim con la WEDO en los Proms 2015

 

Schoenberg, Beethoven y Tchaikovsky, más las propinas

El 18 de agosto volvió Barenboim a los Proms londinenses, de los que últimamente es asiduo. No ha sido un concierto más de los muchos estupendos que ofrece últimamente aquí y allá, sino uno muy especial, en particular por su reveladora interpretación de la Cuarta Sinfonía de Tchaikovsky. Con una Orquesta del West-Eastern Divan (WEDO) que lleva ya también no sé cuántos años en excelente, sorprendente, forma (que se consolidó absolutamente ya en 2010 con las Variaciones op. 31 de Schoenberg y no digamos en 2012 con las 9 Sinfonías de Beethoven filmadas justo en los Proms, las editadas en DVD por Decca), Barenboim ofreció un programa la mar de atractivo: la Sinfonía de cámara No. 1 de Schoenberg en una lectura todo lo contrario que cerebral (como todavía muchos, prejuiciosamente, entienden la música del autor de Erwartung), sino más appassionata y expresionista de lo habitual, en la que me llamó la atención lo bien desmenuzada y explicada que está (hasta parecer, casi, una partitura clásica) y lo bien tocada -salvo algún leve tropezón- que estuvo por los quince instrumentistas requeridos.

El Concierto triple de Beethoven contó con el violinista Guy Braunstein (Tel Aviv 1971), exconcertino de la Filarmónica de Berlín y que gusta de integrarse a menudo enmedio del grupo de violines de la WEDO, con el más joven aún cellista Kian Soltani (Bregenz 1993, de origen persa), reciente ganador del Concurso de Helsinki, y con el propio Barenboim al piano. La toma de sonido de la BBC que he escuchado (ignoro si la emisora estatal británica, en vías de ser controlada -o sea, puesta al servicio de los tories- por Cameron, ha filmado también el concierto) creo que falsea el sonido de los solistas de cuerda, pues el del violín suena un tanto delgado y afilado (y no es así como suena Braunstein, al que he escuchado varias veces en vivo y en grabaciones) y algo parecido le ocurre al cello. Pero, dejando esto al margen, la ejecución y la interpretación de ambos me parece espléndida (por debajo, en cualquier caso, claro está, de Perlman y Yo-Yo Ma en la grabación EMI, CD y DVD, de Barenboim con la Filarmónica de Berlín). Por el contrario, el piano, que quedaba en segundo plano en estas grabaciones (de 1995), se escucha mucho mejor en la toma de la BBC, aparte de que Barenboim se supera claramente a sí mismo en una interpretación matizadísima y más contenida, no tan exaltada como aquella de Berlín. Tengo la impresión, que no he podido corroborar, de que el argentino-israelí-palestino-español (y no sé si algo más) ha podido tocar en esta ocasión en el piano que se ha mandado construir inspirado en uno que tocó Liszt en sus últimos años y que resulta particularmente cristalino.

Hasta ahora, la mejor de las versiones que Barenboim ha grabado de cualquiera de las tres últimas Sinfonías de Tchaikovsky era para mí (pese a la sensacional "Patética" de Salzburgo con la WEDO, DVD/Blu-ray C Major 2011) la Cuarta con la Sinfónica de Chicago (Teldec 1997). Pues bien, la versión de este verano en Londres es bastante diferente y para mí mucho mejor que aquélla: no siempre tan implacable y más contrastado el primer movimiento, con rincones y pliegues ahora mejor iluminados, un Andantino de ensueño, doliente en extremo y creativo hasta lo inimaginable. Y lo mismo esto último en el Scherzo (Pizzicato ostinato), que constituye un descubrimiento en toda regla. La recreación de este tercer movimiento, que suele ser el menos atendido en la mayor parte de las versiones, merece la pena ser confrontada a cualquiera de las escuchadas hasta ahora para comprobar hasta qué punto una mente tan lúcida como la de este hombre puede hallar aspectos insólitos en esta página. Nada de particular en el Finale, bastante similar al de Chicago: tremenda contundencia en la reaparición del tema inicial de la Sinfonía. El habitualmente caluroso público de los Proms reaccionó con un entusiasmo desatado. Un correcto -solo- Vals triste de Sibelius fue la primera de las tres propinas; la segunda, una arrebatadora, casi enloquecida, Obertura de Ruslan y Ludmila de Glinka, y finalmente un Firulete (el favorito tango del argentino, pieza de Mores arreglada por Carli) especialmente flexible y libre. Sería una gozada que se publicase al menos esta Cuarta de Tchaikovsky (también la han interpretado este agosto en Salzburgo, Berlín -Waldbühne- y Lucerna), a ser posible en vídeo.

Ni un solo concierto en España, ni siquiera en Sevilla, teórica sede de la WEDO (la Fundación Barenboim-Said). Tampoco me extraña: varios (por no decir la mayoría) de los críticos sevillanos tienen enfilado a Barenboim y lo vienen menospreciando (y hasta despreciando) año tras año. Aún no se han enterado de que es el más importante intérprete vivo; si en cualquier otro país lo idolatran, no me extraña que se haya hartado de tocar por aquí y pase de nosotros.

sábado, 1 de agosto de 2015

“West Side Story” y “Manon Lescaut”

 

Tilson Thomas graba West Side Story

Era necesario que Michael Tilson Thomas grabase West Side Story, pues se trata del mejor intérprete de Bernstein después del mismo Bernstein. Digo después en el sentido cronológico, no de rango inferior. Porque, como se apreciará en esta grabación técnicamente sensacional de la propia San Francisco Symphony, y en otras anteriores, Tilson Thomas dirige a Bernstein maravillosamente: nada que envidiar en su música al mismísimo autor, pese a que fue un director colosal (más grande aún que Tilson).

Lo singular de esta nueva publicación (en SACD) es que se han encomendado las partes cantadas no a voces operísticas (o clásicas) como sí ocurre en la grabación D.G. de 1985 dirigida por el compositor, en la que aparecían Kiri Te Kanawa y José Carreras como María y Tony, así como Tatiana Troyanos en el papel de Anita, Kurt Ollmann en el de Riff y Marilyn Horne como "a Girl" cantando "Somewhere".

Ya han empezado a decirlo algunos críticos y aficionados, como era de esperar: esto que hizo Bernstein es una traición a la obra, pensada (véase y escúchese la película) para voces más de Broadway. O sea, que según estos, Bernstein se traicionó a sí mismo por exigencias comerciales del sello amarillo. ¡Muy fuerte! ¿No? Lamento disentir: puedo aceptar que sea más propio, o mejor, más común que las voces sean más corrientes, pero me parece ridículo negar que lo que esos grandes cantantes (bueno, Ollmann no llega a tanto, aunque fuese favorito del compositor) aportan no es precisamente desdeñable. Aportan no solo unas materias primas vocales y unos timbres de gran belleza, sino además una línea de canto excelsa y una musicalidad impresionante. Pero bueno, tampoco me parece mal, en absoluto, que se haga con voces de menos proyección o impacto. Simplemente que ningún cantante discreto me va a hacer olvidar a Carreras cantando "María", a Kiri cantando "I feel pretty" y, sobre todo, a Horne transmitiendo una inmensa emoción en "Somewhere". Y aunque Alexandra Silber (María), Cheyenne Jackson (Tony), Jessica Vosk (Anita), Kevin Vortmann (Riff) y Julia Bullock (a Girl) estén muy en sus papeles, e incluso muy bien, no veo por qué van a ser preferibles a aquellos divos.

Lo que es una verdadera fiesta es la batuta de Tilson, al frente además de una orquesta superior incluso a la reunida (bolos de lujo) por el compositor en 1985. Lástima que, por muy poco (dura 82'51"), la grabación de 2015 no quepa en un CD como sí cabe la dirigida por el autor (76'36"). La toma de sonido de DG era espléndida, pero no puede competir con la de treinta años después. Considero que a quienes guste esta música, para mí la más inspirada y menos pretenciosa (o ambiciosa) de Bernstein, deben conocer ambas versiones, así como el DVD de DG con imágenes de la grabación de 1985, en el que podemos presenciar el monumental cabreo de Carreras consigo mismo al no acertar, tras varios intentos, con un pasaje de la obra.

Domingo dirige Manon Lescaut

Plácido dirigió en Valencia varias funciones de la primera gran ópera de Puccini, Manon Lescaut. Ahora, con unos cambios en el reparto, en concreto los dos protagonistas, la ha grabado para Decca, con la misma espléndida Orquesta de la Comunidad Valenciana, más el Coro de la Generalitat. Con una voz con más carácter que belleza tímbrica, la interpretación de la soprano puertorriqueña Ana María Martínez en el rol protagonista me ha gustado bastante, si bien algo menos en el aria inicial, "In quelle trine morbide", no todo lo sensual y sugerente que debería. Pero alcanza cotas de notable dramatismo en el acto IV, en particular en "Sola, perduta, abbandonata". Aparte Caballé, Callas o la Freni madura, creo que es una Manon destacada.

Andrea Bocelli es para mí un fenómeno incomprensible: una bonita voz de tenor lírico dista años luz de parecerme suficiente para dar la talla en cualquier papel operístico (o en el Requiem de Verdi) que le haya escuchado, pues su técnica es muy deficiente. Pero hay algo todavía mucho peor en él: la inexpresividad, llevada hasta los límites de lo imaginable. A este señor no se le mueve nunca un pelo, pareciera no entender nunca lo que está diciendo. Me irrita hasta tal punto que me ha costado dios y ayuda terminar de escuchar esta grabación. Por su intervención en esta ópera, de cero a diez no le daría de ningún modo más de un uno. A las personas poco familiarizadas con la ópera les parecía el no va más Pavarotti, quien para mí dista mucho de ser uno de los más grandes tenores (a pesar de sus asombrosas condiciones naturales), y ahora parece que su lugar lo ocupa Bocelli. Pero Pavarotti está millas por encima del tenor ciego. Y me da mucha pena de que músicos tan eminentes como Mehta, la Fleming o ahora Domingo hayan grabado con él. No sé qué pasará por la cabeza de Domingo, quien en la grabación con Caballé y Bartoletti encarnó un Des Grieux arrebatador, de una intensidad expresiva volcánica, agónica, escuchando a Bocelli, pero me temo lo peor. Entonces ¿qué necesidad tenía de intervenir en este proyecto, que no se tiene en pie por culpa de este señor?

El resto del elenco es bueno, como en el caso del Lescaut de Javier Arrey, habiéndome llamado la atención el mejor Geronte que recuerdo, Maurizio Muraro. Cinco de los papeles menores son alumnos del "Centre de Perfeccionament Plácido Domingo".

Bueno ¿y qué hay de la dirección de este? Un amigo me había comentado: 'todo el mundo la ha puesto a parir'. Pues bien ¿cómo se explica esto? Domingo no alcanza, lógicamente, a Bartoletti, a Sinopoli o incluso a Muti o a Chailly. Pero ¿alguien me puede explicar en qué desmerece frente a Serafin, Levine, Perlea o Molinari-Pradelli? Mi respuesta: en nada. Es decir, que encuentro la dirección de Domingo de notable alto, por su clarificación de las nada fáciles texturas, por la atención al detalle y, sobre todo, por su musicalidad, pasión, teatralidad, cantabilidad y dramatismo, apoyado en una orquesta estupenda. Entonces me van a permitir que les explique por qué, para mí, 'no le ha gustado a nadie': porque hay muchos que no están dispuestos a aceptar que el tenor con más repertorio del último siglo (sí, más incluso que Nicolai Gedda) sea además un buen director. Me apuesto un brazo a que si escuchan la grabación (que, por cierto, técnicamente no está a la altura de los tiempos) sin saber el nombre del director, su labor les parecería de buena a muy buena. Si alguien quiere hacer la prueba... sé de qué me hablo. Tengo alguna experiencia en este tipo de trampas.