Un buen amigo me ha conseguido seis DVDs, creo que todos ellos editados en Japón, en los que dirige el mítico Evgeny Mravinsky (San Petersburgo, 1903-1988) a la no menos mítica Orquesta Filarmónica de Leningrado, de la que fue director titular desde 1938 hasta su muerte.
Interpretaciones que no bastan para hacerse una idea de las cualidades del director, pero sí creo que son documentos bastante importantes y significativos, aunque sólo sea porque fueron filmados con su consentimiento y se supone que con la intención de publicarlos (o al menos de ofrecerlos en su día por televisión).
Pues bien, hay un denominador común en estas grabaciones, la mayoría de ellas sin fecha, pero que probablemente se enmarquen entre 1973 (la Quinta de Shostakovich) y 1982 (la Octava del mismo compositor). ¿Cuál es? La frialdad, la ausencia de compromiso y también de alma, supongo que convenientemente disfrazadas de “objetividad”, eso que queda tan bien...
En alguna parte he leído que, según Mravinsky, las dos más grandes sinfonías de la historia son la Quinta de Tchaikovsky (un poco exagerado ¿no?, incluso para los que apreciamos mucho esta obra) y la Quinta de Shostakovich (¡toma ya! Sin más comentarios...). Dos obras que, por cierto, yo le escuché a este director y a esta orquesta en directo, cerca ya del final de sus días, y que admito que me impresionaron mucho (no lo puedo asegurar, pero me parece que fueron bastante superiores a las de estos DVDs).
Pues bien, si esas son sus sinfonías predilectas, ese amor, esa fe debería notarse en sus interpretaciones.
Pero no, nada de eso: ambas están impulsadas por la mera rutina, casi no hay “interpretación”, sino lectura correcta (correctísima, implacable la orquesta, cuyo viento posee una sonoridad que personalmente me gusta bastante poco; la cuerda sí es excelente). Incluso las ciertas debilidades de la obra de Tchaikovsky (la única grabada con público) y las más que debilidades, el efectismo a ratos vacío de la de Shostakovich, no están siquiera disimulados.
La Octava del autor de La nariz tampoco la encuentro diferente o mejor: versión gélida, inhumana, ni siquiera violentamente rebelde; también muy lejos de las más grandes interpretaciones grabadas.
Otro DVD incluye una insulsa e inexpresiva Segunda de Brahms, acompañada de una obertura de Oberon de Weber en la que esas ausencias son aún más palpables e imperdonables, y una seca pero quizá algo más interesante “Inacabada” de Schubert, carente también de emoción.
Dejo para el final lo mejor y lo peor: lo mejor es para mí una adusta y antirromántica, pero atractivamente rebelde Cuarta de Brahms que puede tener puntos de contacto con Klemperer. Me parece que esta obra genial (¡ésta sí que es una de las de las más grandes sinfonías de la historia, señor Mravinsky!) puede aceptar bastante bien un enfoque de este tipo.
Y termino con lo peor de lo peor: una Cuarta de Beethoven sin el menor atisbo de lirismo, de poesía, incluso de sentido del humor (¡que finale tan mecánico; qué horrible solo de fagot, por ejemplo!, y ¿dónde están los contrabajos que hacen como que no son capaces de tocar con todo el ímpetu requerido?...) Me ha recordado al peor Toscanini.
Me parece una opinión un tanto parcial de lo que es uno de los directores más importantes del SXX.
ResponderEliminarNo toda la importancia reside en lo interesante de la imagen que da el director mientras dirige, y sino puede ver usted a R Strauss que también era bastante parco de movimientos y no por ello supongo que su calidad musical se veía afectada...
Creo que no hay que confundir imagen y emoción puesto que esto es música y la música está en el sonido, esto es en el resultado.
También debería tener cuidado con estas expresiones: "Pues bien, si esas son sus sinfonías predilectas, ese amor, esa fe debería notarse en sus interpretaciones."
Creo que esta afirmación está basada en una percepción personal de lo que debe ser ese amor y esa fe. Tendrá que tener en cuenta que la cultura rusa y más a unos cuantos años de distancia es bien diferente a la nuestra,no se puede enjuiciar tan a la ligera.
También destacar sus preferencias sinfónicas es anecdótico y poco interesante más cuando no se sabe en qué contexto están hechas esas afirmaciones.
Lo dicho, que espero un poco más de cuidado en sus valoraciones.
Un saludo.
No sólo por los DVDs que aquí comentaba, sino por bastantes otras cosas que le he escuchado (algunas, sí, magníficas), creo que Mravinsky no está -es mi opinión- entre los más grandes directores del s. XX. Por otra parte, yo no he hablado en ningún momento de sus ademanes, sino sólo de lo que suena, que, de acuerdo, es con mucho lo que más importa.
ResponderEliminarYo estoy de acuerdo parcialmente con el
ResponderEliminarSr. Carrascosa. Mravinsky aunque se manejaba muy bien con su repertorio tradicional y con su orquesta, no era un músico capaz de interactuar con otras agrupaciones musicales, y aunque efectivo en el repertorio musical en el que se sentía cómodo, este dejaba mucho que desear en cuanto a lo limitado. Con estas graves limitantes no se puede considerar a un director como verdaderamente grande.
Grande pudo haber sido Nikolai Golovanov, pero las consideraciones políticas lo execraron de la escena musical y Mravinsky ascendió en la URSS por tener un comportamiento políticamente correcto.
Svetlanov inclusive es un director mucho
más interesante que Mravinsky.
Yo estoy con Carrascosa y entiendo lo que quiere decir, creo.
ResponderEliminarMravinsky es un director frío, seco, un punto expeditivo, un lector. Su enfoque a veces hace que una determinada obra suene diferente, o que encaje especialmente bien con la misma, pero en otras muchas ocasiones el resultado no es nada interesante.
Pero la clave está, creo, en que de Mravinsky no tenemos muchos documentos sonoros. Debe haberlos, en las radios, pero con el hundimiento de la industria del disco es difícil que ese material se procese y se comercialice. Lo que quiero decir es que no tenemos series completas de los grandes de la música, interpretados por Mravinsky, como sí tenemos, gracias a Dios, de Klemperer, por poner un caso. Quizás si tuviéramos un ciclo de Beethoven, otro de Schumann, otro Brahms, Bruckner, Mahler... Haydn, Mozart... podríamos hacernos una idea.
Queramos o no un director deja huella en el tiempo través de los discos, aunque durante su actividad la influencia pudiera venir por otras muchas vías. De Mravinsky tenemos poco, disperso y no sobresaliente, en general.
Para mi el director ruso más interesante, y que dejará un legado importante, es Rozhdestvensky. También sería importante Sanderling, sobre todo si se recuperaran más cosas de él (grabaciones de la radio y demás), porque lo poco que hay de él es de gran calidad. Pero Mravinsky quedará ahí como una figura curiosa, central en la Unión Soviética de su tiempo, y con alguna grabación buena, o buena e interesante, por motivos históricos, pero sin verdaderos tesoros fonográficos.
Mravinsky fue un gran director ruso,uno de los mejores,como lo fue Svetlanov y Temirkanov (75 años ya no dirige más),otros tantos directores rusos han surgido posteriormente como Valerie Gergiev (sucesor como director del Teatro Marinski,que dicho sea de paso posee un muy buena orquesta).Yo soy un convencido que las composiciones de músicos rusos los que mejor las interpretan son las orquestas y directores rusos.
ResponderEliminarDe la misma manera para la música alemana o francesa,en ese aspecto Wilhelm Fürtwangler manifestaba que “los músicos son hijos del paisaje”,es como cuando uno ve bailar el tango por un yanqui o europeo,nada que ver.Salvando las distancias sobre este comentario,la diferencia es que las orquestas profesionales tocan muy bien siguiendo la partitura pero tomemos el caso de Tchaikovsky: las interpretaciones históricas norteamericanas después de la guerra cuando surgieron muy buenas orquestas por el receso de Europa era un Tchaikovsky meloso,vulgar,poniendo énfasis en la melodía y el romanticismo,pero Tchaikovsky es trágico y lúgubre en ocasiones y aún su hermosa música de ballet se nota una belleza con un resabio de tristeza.
Sobre las interpretaciones hay que tener en cuenta que son de un gusto subjetivo,es como cada uno cree que transfiere la idea del compositor y también la idea de la interpretación que le llega al propio oyente.En ese punto es difícil ponerse de acuerdo,lo que si puedo decir es que la interpretación de la orquesta Filarmónica de Leningrado de la sexta sinfonía de Tchaikovsky por Mravinsky es difícil de superar.
Tiene todo lo que representa Tchaikovsky: la profundidad de la tragedia ,desde el lóbrego primer movimiento,Adagio-Allegro non troppo,su Allegro con Grazia ,el Allegro molto vivace,al ritmo de marcha exultante y ágil,con una brillante orquestación y por último el “lamentoso” donde Mravinsky se concentra en la verdadera tragedia del compositor.
Las cuerdas comienzan como una interrogación a su dilema con el tono realmente sombrío,luego de una pausa Mravinsky hace entrar las cuerdas como contenidas,un efecto maravilloso,único,que nunca lo he escuchado en treinta o cuarenta interpretaciones de grabaciones de todos los tiempos,para luego responder con un “quiebre” de las mismas como un quejido,el climax de esa tragedia con toda la orquesta llega a la cima para luego dar lugar a la simbólica marcha fúnebre con los trombones y tubas que preceden a la capitulación,una especie de réquiem propio de Tchaikovsky interpretado a mi entender insuperablemente por Mravinsky.
No pretendo hacer una descripción de la obra que supongo muchos la conocen y también los musicólogos lo han hecho toda la vida,lo que quiero describir es la interpretación de Mravinsky,pues hay cientos de grabaciones y muy buenas algunas,no importa si son de karajan,de Furtwängler,de Jochum o cualquier otro,porque es difícil sentirse ruso si se es alemán o francés,como también es difícil identificarse en la depresión y tragedia de los compositores para directores seguros de sí mismo con otro tipo de concepción musical.
Por eso cuando se escucha a Beethoven por los rusos no se está escuchando a Beethoven, es nada más que una simple lectura de la partitura por perfecta que sea.