Radu Lupu, al parecer, arrastra una larga enfermedad. Escucharlo ahora, a él, que ha sido uno de los mayores y más admirados pianistas, es pasar un mal trago. En el recital para “Scherzo” del 6 de abril en el Auditorio Nacional abordó un ambicioso programa, que empezó con la interesantísima y poco escuchada En la niebla de Janácek. Aquí ya se le apreciaron extraños síntomas de descoordinación entre ambas manos y cierta pérdida del hilo conductor de la música.
Pero lo peor estaba por llegar: ofreció una Sonata “Appassionata” de Beethoven sin el menor vestigio de pasión. Lo de menos fueron las muchas notas equivocadas o que no sonaron, sino el modo tan precavido de tocar, no sólo lento, sino sin el menor riesgo -que exige esta música- lo que la privó de ansiedad, anhelo y esa especial sensación de urgencia dramática. ¿Por qué, hallándose como se halla, habrá escogido esta partitura tan tremendamente demanding, como dicen los ingleses?
No menos penoso de escuchar resultó el primer movimiento de la enorme (en todo) Sonata D 960 de Schubert, deshilvanado, desestructurado. Sólo se reconocía al enorme músico que ha sido por algunas frases admirables. ¡Qué pena! Una propina de Brahms fue lo mejor de la velada, volviendo a las andadas en un Impromptu de Schubert.
¿Sería mucho pedirle una entrada dándole un repaso a sus versiones preferidas de los conciertos de Beethoven? Sé que resulta una tarea ingente. Pero como no sabría decidirme por cuál de los cinco (poniendo un poco aparte el segundo aunque sin menospreciarlo), elija usted el que más le guste. Felicidades por el Blog.
ResponderEliminar¿Sería mucho pedirle una entrada dándole un repaso a sus versiones preferidas de los conciertos de Beethoven? Sé que resulta una tarea ingente. Pero como no sabría decidirme por cuál de los cinco (poniendo un poco aparte el segundo aunque sin menospreciarlo), elija usted el que más le guste. Felicidades por el Blog.
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