Minutos antes de comenzar el concierto de Ibermúsica a cargo de Antonio Pappano dirigiendo la Gustav Mahler Jugend-Orchester, escuché justo detrás de mí a dos matrimonios una conversación que transcribo -al día siguiente de oírla, antes de que se me olvide- casi al pie de la letra:
-“Acabamos de llegar de Nueva York, donde hemos visto una Traviata preciosa, con la Gheorghiu, una Traviata como Dios manda, no como lo que nos ponen en el [Teatro] Real...
-Sí, desde luego...
-Pero estaréis cansados, con el jet lag...
-Sí, y la verdad, venir a este concierto... no sé si hemos hecho bien, con este programa de música moderna y rara...
-¿Qué es lo que van tocar hoy?
-Obras de Mahler, de Jujen [peculiar pronunciación de “Jugend”], de Ricardo Strauss y de Shostakovich, ¡puaf!
-No, de Mahler y de Jujen no, ésos son el nombre de la orquesta que va a tocar...
-¡Ah, bueno!... Entonces de Strauss y de Shostakovich, pero de Strauss son obras raras [Muerte y transfiguración y Vida de héroe]; si fueran otras más bonitas... Y de Shostakovich me da igual la que sea...
-Volviendo a lo del Real: vamos a vender nuestros dos abonos de la temporada que viene, porque para tragarnos lo que nos van a encasquetar... ¡no estamos dispuestos! Estos socialistas que oigan lo que les dé la gana, pero a mí no me obligan a tragarme lo que le gusta al mariquita ese... Como se ha cargado la Ópera de Bruselas, el Festival de Salzburgo y la Ópera de París, por eso ahora lo traen aquí al Real. Para que veamos una Salomé en la que todos [sic] van en pelota...
-¿Sí?...
-Bueno, todavía no la hemos visto, pero eso nos han dicho...
-Yo creo que también hay que ver alguna cosa moderna...
-¡No estoy de acuerdo! ¡La ópera es lo que dice el libreto, y lo demás son patrañas y tomaduras de pelo! ¡Y a mí no me engañan!...”
Y yo me pregunto: ¿No será saludable, estimulante, conveniente, necesario, que el Teatro Real y todos los melómanos nos libremos de operófilos así? Me parece que se necesita urgente y radicalmente una renovación. Porque, en lo que respecta a la ópera, al Real y a Gerard Mortier, les aseguro, amigos lectores, he oído últimamente cosas muy parecidas un montón, ¡un montón! de veces. Son personas del mismo perfil que los que comentaban, a la salida del Real tras la Elektra [ópera de 1909] dirigida por Barenboim: “A mí es que la música contemporánea no me gusta”. ¡Contemporánea de su bisabuela, señora!
(Texto también publicado en el Forum de la Revista Ritmo)
Pasado el tiempo... ¿No piensas que en la gestión de Mortier hay muchas más sombras que luces?
ResponderEliminarEstimado Manuel:
ResponderEliminarCon este texto no pretendía opinar sobre la gestión del Sr. Mortier, sino sólo atacar los gustos de determinados operófilos. Ni entonces ni ahora voy a dar mi opinión personal sobre la labor del Sr. Mortier por una razón muy simple: trabajo en el Teatro Real; es, por tanto, mi jefe.
Ostras...
ResponderEliminarDe verdad que era totalmente ignorante de tal situación...
De todas formas, rechazando de plano a la intelectualidad paleta que tan bien reflejas en la entrada, creo que a veces las personas que realmente entendéis de música olvidáis que muchos melómanos lo somos por pura afición y de formación autodidacta. Y cuando personas como el señor Mortier son tan recalcitrantes en propuestas atrevidas, privándonos de un adecuado equilibrio con lo clásico, nos alejan de las salas. Voy a extrapolar a un mundo que conozco mejor...
El señor Nacho Duato, genial bilarín y mejor coreógrafo. Al frente de la C"N"D (entrecomillo la N, porque este señor pareció olvidar que no era "su" compañía) excluyó a los clásicos por completo. Y yo no puedo llevar a mis hijos a ver continuamente contemporáneo. Quiero que vean puntas también. Es la compañía Nacional, no la suya. Ya ni hablo de la cantidad de estrellas que han tenido que irse a ser máximas figuras del American Ballet, del Royal...
Con Mortier me ocurre parecido, solo que, en este caso, el niño ignorante soy yo mismo. Y para acercarme a la ópera también necesito propuestas más asequibles, puestas en escena clásicas... Se puede tener todo a lo largo de una temporada...
Por eso, sin quitarte la razón sobre el caso concreto, invito a quienes tenéis la formación a poneros de vez en cuando en nuestro lugar...
Un saludo, y siento la metedura de pata.