A punto de publicar Deutsche Grammophon los dos Conciertos de Liszt (con la Staatskapelle Berlin dirigida por ¡Pierre Boulez!), que al parecer se completan con Bendición de Dios en la soledad (la pieza cumbre de las Armonías poéticas y religiosas) y con el tardío y curiosísimo Vals olvidado No. 1, EuroArts se descuelga inesperadamente con este doble DVD (2066658), que recoge grabaciones filmadas todas en 1985, que yo sepa inéditas en cualquier formato (sólo habían sido pasadas por Mezzo y quizá alguna otra emisora de TV), y que han resultado ser uno de los más impresionantes documentos legados hasta el momento por el Barenboim pianista.
El primer DVD consta de tres transcripciones de Verdi (Rigoletto, Il trovatore, Aida) y otras tres de Wagner (Tannhäuser, El holandés errante –la Canción de las hilanderas– y Tristán –la Muerte de Isolda–), tomadas en el pequeño y precioso Teatro del Margrave de Bayreuth (la ciudad, como se sabe, donde murió Liszt). Termina el DVD con la Sonata en Si menor filmada en el mismísimo Wahnfried, la casa de su yerno Wagner.
El segundo DVD, tomado en el Palacio Nuevo de Bayreuth, agrupa el Primer año de peregrinación (Suiza) completo, y, del Segundo año (Italia), las únicas piezas que Barenboim ha grabado, a saber, los 3 Sonetos de Petrarca y la Sonata “Dante”. En total, 186 minutos de música, con una calidad de imagen aceptable, con ciertos altibajos (lo mejor, los Años de peregrinación, ilustrados con preciosas y evocadoras acuarelas de William Turner) y un sonido, siempre ¡qué maravilla! magnífico, que recoge a la perfección y hace plena justicia a ese sonido tan personal y nada fácil de captar por los micrófonos de Barenboim. ¡Bravo, pues, a Werner Mayer y a Jörg Scheuermann, asiduos ingenieros de Deutsche Grammophon!
Me he tomado el trabajo (ya que no ha sido molestia) de comparar estas interpretaciones con las otras suyas en disco. Hay una conclusión inmediata: casi todo lo de estos DVDs es superior a lo de los CDs que ya conocíamos. Y casi todo suena mejor.
Sin ánimo de comentar cada una de las piezas, señalaré las diferencias a mi juicio más notorias. La Paráfrasis del cuarteto de Rigoletto está aún más cantada y mejor paladeada que las de D.G. (1981) y Erato (1988): le dura aquí nada menos que medio minuto más. Está, para mi gusto, a parejo nivel de la portentosa creación de Arrau en Philips. Las de Trovatore y Aida son muy similares a las de Erato, y superiores a las grabadas (Warner) y filmadas (EuroArts) en La Scala el año 2007.
Las transcripciones (mejor que paráfrasis, pues hay mucha menos reelaboración) de Wagner sólo las había garabado para D.G. en 1983, con un sonido –desequilibrio de la toma– un poco escorado hacia los agudos. Las del DVD me gustan más en el caso de Tannhäuser (menos exaltada, casi descontrolada) y Tristán (sobre todo por su sonoridad más redonda y corpórea); la de El holandés no me entusiasma en ninguno de los casos.
Siempre he tenido, desde que salió el CD (D.G. 1991), la versión de Zimerman (30’37”) de la Sonata en Si menor como la mejor de la historia del disco. Ahora he cambiado de opinión: ésta de 1985 es la interpretación de esta obra, una de las cimas pianísticas de todo el Romanticismo, más arrolladora y genial que haya escuchado nunca.
Si la de DG 1980 (30’24”) era apasionante por su brío y pasión desaforada, y la de Erato 1988 (32’12”, creo que grabada dos o tres años antes de su publicación) resultaba no menos poderosa pero más madura y equilibrada, la del DVD, tomada en una sala bellísima tapizada de libros, responde a uno de esos días en los que un intérprete colosal da todo lo que puede esperarse de él. La concentración fue máxima, la capacidad reflexiva se daba la mano con una pasión devoradora, los dedos respondieron por completo a unas exigencias a veces casi insensatas –lo que es conveniente, la casi insensatez; es más, casi exigible en una partitura como ésta, faustico-mefistofélica, celestial e infernal–. Por si fuera poco, Barenboim ilumina como nunca yo haya escuchado las transiciones con una lucidez y fluidez desconocidas, y logra hacer la gigantesca obra, que exige verdaderamente un titán del piano, con una coherencia y sentido unitario desconocidos, gracias entre otras cosas a una administración asombrosa de las tensiones, nunca antes tan convincente y lógicamente generadas. Sólo por esta Sonata en Si menor habría que hacerse con este álbum.
La grabación que Barenboim hizo para D.G. en 1980 de Suiza, primer año completo de los Años, siempre ha sido uno de los mejores discos pianísticos de Liszt. No es que haya precisamente muchas interpretaciones memorables de esta colección, pero la comparación con la reputada de Lazar Berman (D.G. 1977) es bastante esclarecedora. Un lustro más tarde, Barenboim ahondaba más aún en esta hora de música excepcional, hasta el punto de que, pieza a pieza, con unos tempi casi siempre más amplios, se superaba a sí mismo. Desde la imponente elocuencia de La capilla de Guillermo Tell (¡qué sonoridad orquestal del piano!) a la delicadeza de las tres breves piezas que le siguen, en las que Barenboim parece mostrar el parentesco con Rossini (el de Tell), con Schumann y con Chopin, respectivamente, sin olvidar sus anuncios del impresionismo. Pavorosa, tremenda la Tempestad; profunda y elevada (valga la aparente paradoja) como nunca la pieza más extensa y cimera del ciclo, El valle de Obermann; más desoladora aún Nostalgia y de insuperable elocuencia Las campanas de Ginebra. Sí, esta Suiza está (casi) al nivel de la Sonata en Si menor.
El programa termina con los tres Sonetos de Petrarca, de los que al menos los dos últimos son incluso más inspirados y emotivos que los de su registro D.G. de 1981. La turbulenta Fantasia quasi Sonata Dante, en cambio, que grabó ese año también para el sello amarillo no ha sido, en mi opinión, alcanzada, ni aquí ni en su registro de 1994 para Teldec (junto a La Sinfonía Dante) ni en su recital de La Scala en 2007.
No exagero concluyendo que muy pocas de las piezas contenidas en esta publicación han encontrado en alguna otra ocasión interpretaciones tan formidables.