Simon Rattle se ha revelado con la Segunda Sinfonía de Rachmaninov que cerró el “concierto de Europa” de la Filarmónica de Berlín como un importante director romántico, de lo que no había dado hasta ahora –en mi opinión– muchas pruebas. En efecto, ni Schumann, ni Brahms, ni Tchaikovsky u otros autores románticos están entre lo que mejor ha dirigido. Mahler es otro cantar, aunque no siempre me entusiasma su Mahler, que encuentro con notables altibajos, de unas obras a otras, y hasta dentro de una misma obra. La Segunda de Rachmaninov, esa bellísima sinfonía (post)romántica hasta la médula, creo que la enfoca y la resuelve de maravilla en este concierto. Es capaz de cantarla y saborearla con toda delectación, recreándose a fondo en sus hermosísimas melodías. Por otro lado, construye los movimientos con magnífico sentido arquitectónico y gobernando sabiamente los juegos de tensiones. Sólo me habría gustado que cerca del final del Adagio no cayese hasta tal punto en la melosidad, un pelín empalagosa (André Previn, en su grabación para Telarc de 1985, creo que mi favorita, no necesita llegar a ese punto para resultar emocionante, envolvente, dulce, tierno, delicado, voluptuoso, acariciador y no sé qué más). En el finale creo que Rattle hace bien en cargar en las tintas en la brillantez, máxime hallándose al frente de una orquesta tan impactante.
El DVD de EuroArts (y más aún el Blu-ray correspondiente) merecen la pena sobre todo por Rachmaninov, ya que de España de Chabrier, más que notable en conjunto, esperaba una versión algo más rutilante, de mayor riqueza de colorido en su frondosa y chispeante orquestación, y sin este o aquel un tanto forzado rubato que le restan algo de fluidez (no puedo olvidarme de aquella sensacional versión escuchada en Madrid, hace años, como propina, en un concierto de Riccardo Muti con la Orquesta de Filadelfia).
Lo que rotundamente no me ha gustado, confirmando mi impresión del concierto en directo (por la televisión: no tuve la fortuna de asistir al Real) es el Concierto de Aranjuez de Rodrigo; no por la dirección, irreprochable o mejor que eso, de Rattle, sino por la actuación de Cañizares, un guitarrista flamenco (que sustituía al en un principio anunciado Paco de Lucía, procedente del mismo universo) de técnica algo tasada para este concierto, al que llenó de guiños aflamencados que constituyen un desenfoque estilístico evidente y que no le cuadran en absoluto: si en Falla son indudables las huellas del cante jondo, en Rodrigo están, en mi opinión, completamente fuera de lugar. Lástima haber recurrido a Cañizares para la ocasión: ya que no pudo contarse con (el también inadecuado: escúchese su grabación) Paco de Lucía, que habría asegurado grandes ventas de esta publicación, deberían haber pensado en un gran guitarrista clásico, que no faltan.
La realización, y el sonido y la imagen son de primer orden.
Hola, Ángel:
ResponderEliminarPara mi gusto, "La Roca" Op. 7 está a la altura de "La isla de los muertos" y sin embargo recibe menos atención (Ashkenazy no la registra). Una comparativa rachamaninoviana nos debes: de Weller a Pletnev, y de Waart a Jansons...
Y ya está bien por hoy.
Saludos cordiales.
En mi opinión, La isla de los muertos es muy superior a La Roca, así que comprendo que a esta última se le preste mucha menos atención.
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