sábado, 28 de abril de 2012

De nuevo a vueltas con la Staatskapelle de Berlín

 

Ya he hablado varias veces en este blog, y fuera de él, sobre los reparos, a menudo muy fuertes, de varios aficionados y críticos, hacia esta orquesta que, de la que, casualmente, es director “de por vida” Daniel Barenboim. Y es que es rarísimo oir o leer a alguien criticando a la Orquesta de la Suisse Romande, la Royal Philharmonic de Londres o a la Sinfónica de Baltimore –por poner tres ejemplos cualesquiera–, pero a la Staatskapelle de Berlín es muy frecuente: desde músicos de la Sinfónica de Madrid cuando venía Barenboim con aquélla al Real (“¡no es para tanto!”, les oí decir en varias ocasiones, en la cantina del Real), hasta a algún “crítico” que más que eso es ante todo un cotilla del mundillo musical.

Estas descalificaciones, o casi, se repitieron y cobraron nueva fuerza a raíz de la última visita de este conjunto y su director a Madrid, para el ciclo de Ibermúsica. Y todo porque en la ejecución de la Sinfonía “Romántica” de Bruckner el trompa Ignacio García (chileno) tuvo una actuación muy desafortunada (ya hablé en este blog de ello).

Pues bien, ahora les voy a contar los resultados de dos pruebas que he hecho: a un buen amigo sevillano, gran aficionado a la música, con el que intercambio copias de discos descatalogados o difíciles de encontrar, le envié el siguiente CD, sin darle la menor pista sobre los intérpretes: dos versiones de cuatro movimientos de Sinfonías de Beethoven: el 4º mov. de la Primera, el 4º de la “Heroica”, el 1º de la Quinta y el 2º de la Novena. Una de las versiones era, en los cuatro casos, del álbum de las 9 por Barenboim con esa orquesta (Teldec 2000), y las otras eran: y : Filarmónica de Viena/Bernstein (DG 80), : Sinfónica de Chicago/Solti (Decca 90) y : Karajan/Filarmónica de Berlín (DG 84). Pues bien, este amigo las escuchó en casa con otro amigo suyo, y ambos concluyeron, con mínimas diferencias de opinión, que las interpretaciones que resultaron ser las de Barenboim eran superiores, en los cuatro casos, a las otras, y, sobre las orquestas, en los cuatro casos la que quedó mejor parada era la Staatskapelle Berlin. (Y, si no me equivoco, las de Viena, Berlín y Chicago no son precisamente orquestas del montón...)

La otra prueba consistió en grabarle, ocultando los intérpretes, la Sinfonía “Romántica” de Bruckner a un viejo amigo super melómano y admirador muy en particular de Bruckner, del que posee una ingente discografía, de un CD que no ha tenido distribución en España: los intérpretes son los que ustedes ya se figuran, y el CD ha sido editado por la propia Staatsoper de Berlín, tratándose de una grabación en público, en la Philharmonie de la capital alemana, el 15 de octubre de 2008. Pues bien, la respuesta del gran aficionado a Bruckner fue, más o menos con estas palabras: “es quizá la interpretación que, en conjunto, más me gusta de todas las ‘Románticas’ que conozco. No sé quién demonios será el director, pero lo que sí tengo claro es que la orquesta es la Filarmónica de Berlín”. Puedo añadirles algo más: este amigo no es especialmente admirador de Barenboim, salvo como pianista.

martes, 24 de abril de 2012

“Die Frau ohne Schatten” de Strauss por Joseph Keilberth

 

Hacía mucho tiempo que no escuchaba la grabación (D.G.) de La mujer sin sombra de Richard Strauss dirigida por Joseph Keilberth, un gran director muerto a los 60 años (1908-68), antes quizá de haber podido desarrollar todo su potencial. Reeditada en la gran caja de Brilliant (35 CDs) a muy bajo precio, he vuelto a escucharla y, la verdad, me he quedado pasmado de la altísima calidad de casi todos sus cantantes. Ahora veo que cometí un desliz no incluyéndola entre las versiones recomendadas en mi El libro de la ópera grabada (Alianza Editorial, 2002), al lado de Böhm (Decca 1955 y D.G. 1977), Sawallisch (EMI 1988) y Solti (Decca 1992).

Es una magnífica interpretación, lastrada sólo por dos (serios) inconvenientes: la toma de sonido, en público (el 21 de noviembre de 1963), bastante floja y que favorece mucho a las voces frente a la orquesta, y la actuación de ésta, la de la Ópera Estatal de Baviera, no muy fina aquí y en bastante baja forma, sobre todo por culpa de unas estridentes trompetas. Pero lo que es la labor de Keilberth es excelente, sobre todo por su pasión y su sentido dramático. Si bien, parece, su paleta tímbrica no es la de un Solti, desde luego... Así pues la parte orquestal, por ella misma y por la toma de sonido, que es absolutamente fascinante (acaso la más asombrosa de todas las óperas de su autor, ¡lo que ya es decir!), no se puede disfrutar. Por ello mismo son las versiones más modernas y mejor grabadas (sobre todo las de Sawallisch, Sinopoli –Teldec 1997–, y más aún, la de Solti, la mejor grabada en el CD) las que más pueden disfrutarse.

Pero, la verdad, el elenco de Keilberth es asombroso, acaso el más impactante de todas las versiones que conozco. Y eso que esta ópera, abrumadoramente difícil de interpretar, ha tenido mucha suerte en disco (y en DVD), no sólo por los directores sino también por los repartos vocales. Pues bien: la de Keilberth posee uno de los pocos tenores (el Emperador), Jess Thomas, que puede con su parte, superando incluso con brillantez la terriblemente inclemente escritura de su papel. No sólo sus agudos son impresionantes, sino que también canta francamente bien (mi favorito, en cualquier caso, sigue siendo Domingo, con Solti).

Ingrid Bjoner (la Emperatriz) también está sobrada, con agudos dulces pero rutilantes, maravillosamente emitidos; aquí es además una sutil intérprete. Quizá sólo Rysanek (Böhm) y Varady (Solti) me gusten aún algo más.

El Barak de Dietrich Fischer-Dieskau es único: nadie ha cantado o interpretado como él esta parte, y además se hallaba vocalmente pletórico ese día, por lo que este papel de barítono-bajo no le planteó el menor problema.

La Mujer de Barak (personaje que, como se sabe, no tiene nombre) requiere una de las sopranos más dramáticas de la historia de la ópera, no menos que Elektra. Pues bien, tras un comienzo un poco inseguro, Inge Borkh resplandece con asombrosa seguridad. No es un prodigio de finura, pero a tales voces no les pude pedir que, además de emitir incontables poderosos agudos, canten como Montserrat Caballé de joven (la única que quizá convenza más aún sea Birgit Nilsson, con Böhm en 1977).

La Nurse de Martha Mödl no está al nivel de los anteriores, pero esta antes soprano dramática cantando aquí un papel de mezzo, impresiona por su intensa caracterización. Aun así, mi predilecta es sin duda Marjana Lipovsek (en los DVDs de Sawallisch y Solti, TDK y Decca, ambos de 1992). Hans Hotter, aun con la voz ligeramente sofocada, es todo un lujo asiático para el Mensajero, que encarna con imponente majestad. El único error del reparto es, para mí, la elección de una tal Gerda Sommerschuh para la Voz del Halcón, donde tiene como competidoras a sopranos lírico-ligeras como Sumi Jo o Andrea Rost (Solti CD y DVD). Señalar, finalmente, que como Tercera esclava y como la voz de uno de los hijos no nacidos, aparece una tal ¡Brigitte Fassbaender, entonces de 24 años!

(Antes de terminar quiero señalar algo sorprendente: Pinchas Steinberg dirigió en el Teatro Real, en 2005, esta ópera a un nivel que, en líneas generales, no desmereció de ninguno de los gigantes de la batuta citados en las grabaciones).

Principales grabaciones de La mujer sin sombra (Emperador, Emperatriz, Barak, su Mujer, Nurse, Mensajero, Voz del Halcón):

1955 Decca CD: Hans Hopf, Leonie Rysanek, Paul Schöffler, Christel Goltz, Elisabeth Höngen, Kurt Böhme, Emmy Loose. Coro de la Ópera Estatal y Orquesta Filarmónica de Viena. Karl Böhm.

1963 D.G. CD: Jess Thomas, Ingrid Bjoner, Dietrich Fischer-Dieskau, Inge Borkh, Martha Mödl, Hans Hotter, Gerda Sommerschuh. Coro y Orquesta de la Ópera Estatal de Baviera. Joseph Keilberth (en público).

1977 D.G. CD: James King, Leonie Rysanek, Walter Berry, Birgit Nilsson, Ruth Hesse, Peter Wimberger, Lotte Rysanek. Coro y Orquesta de la Ópera Estatal de Viena. Karl Böhm (en público).

1988 EMI CD: René Kollo, Cheryl Studer, Alfred Muff, Ute Vinzing, Hanna Schwarz, Andreas Schmidt, Julie Kaufmann. Coro y Orquesta Sinfónica de la Radio Bávara. Wolfgang Sawallisch.

1992 Decca CD: Plácido Domingo, Julia Varady, José Van Dam, Hildegard Behrens, Reinhild Runkel, Albert Dohmen, Sumi Jo. Coro de la Ópera Estatal y Orquesta Filarmónica de Viena. Sir Georg Solti.

1992 Decca DVD: Thomas Moser, Cheryl Studer, Robert Hale, Eva Marton, Marjana Lipovsek, Bryn Terfel, Andrea Rost. Coro de la Ópera Estatal y Orquesta Filarmónica de Viena. Sir Georg Solti. Götz Friedrich (en público).

1992 TDK DVD: Peter Seiffert, Luana DeVol, Alan Titus, Janis Martin, Marjana Lipovsek, Jan-Hendrik Rootering, Caroline Maria Petrig. Coro y Orquesta de la Ópera Estatal de Baviera. Wolfgang Sawallisch. Ennosuke Ichikawa (en público).

1997 Teldec CD: Ben Heppner, Deborah Voigt, Franz Grundheber, Sabine Hass, Hanna Schwarz, Hans-Joachim Ketelsen, Sabine Brohm. Coro de la Ópera Estatal y Staatskapelle Dresden. Giuseppe Sinopoli (en público).

jueves, 19 de abril de 2012

Una diana y un chasco: “Parsifal” y la “Séptima” de Bruckner por Barenboim

Dos recientes publicaciones de Barenboim acaban de ver la luz: el DVD EuroArts con Parsifal de Wagner filmado en la Staatsoper de Berlín en 1992, y su tercera grabación de la Séptima Sinfonía de Bruckner, ahora con la Staatskapelle Berlin, en un CD de Deutsche Grammophon.

Parsifal estuvo en vídeo VHS y en laser disc, pero no me habría imaginado que las tomas videográficas tuvieran tal calidad de sonido y, sobre todo, de imagen, como las que se aprecian ahora en los DVDs, que poseen una nitidez y una limpieza cromática inesperadas, con negros como el carbón, y un sonido espléndido, que recuerda un poco la acústica de Bayreuth: efecto que parece haber sido buscado por los ingenieros de sonido. Se trata de una magnífica interpretación, a distancia la más sobresaliente de las disponibles en DVD. Es de agradecer que hayan optado por un DVD para cada acto, lo que evita la compresión.

Lo más discutible puede ser la puesta en escena del casi siempre penetrante Harry Kupfer, al menos en lo que se refiere a la escena de las muchachas-flor: éstas han sido sustituidas por televisores que muestran imágenes voluptuosas que se encienden o se apagan, desconcertando al pobre Parsifal. Los restantes espacios escénicos me parecen muy acertados y sugerentes, resultando magníficos los momentos de la transformación. Un año posterior a su famosa y excepcional interpretación de audio (Teldec 1991), con Jerusalem, W. Meier, Hölle, Van Dam, Von Kannen y Tomlinson, con el Coro de la Ópera Estatal y la Filarmónica de Berlín, la del DVD posee un reparto ligeramente inferior en conjunto, pero aun así estupendo. Lo menos extraordinario es el Parsifal de Poul Elming, que, aunque a menudo parece seguir los pasos (por no decir imitar) de Jerusalem, no le alcanza ni en belleza tímbrica ni en línea canora; la voz del tenor danés es, sin embargo, algo más robusta y dramática.

Ver y escuchar la Kundry de Waltraud Meier es un placer de los que no abundan (y ni con Levine ni con Nagano es lo mismo). Pocas veces se encuentra tal identificación entre un personaje y un cantante (-actor). En todos los registros del poliédrico carácter es Meier absolutamente excepcional: misteriosa, doliente, dulcemente seductora, colérica, piadosa... Estaba de voz en un momento absolutamente áureo, insultante. Sólo por ella merecería la pena esta publicación. John Tomlinson (Titurel en el CD) es un Gurnemanz menos contemplativo de lo habitual, y un poco más sufriente, más enfadado, más apasionado. Domina bastante bien su enorme e impresionante caudal vocal, aunque presenta algún estrechamiento arriba. De gran intensidad es la recreación que Falk Struckmann hace del sufriente Amfortas, con acentos de tremenda desesperación. Muy en su lugar el Klingsor de Günter von Kannen, y notable también el Titurel de Fritz Hübner. Kupfer prepara a fondo, como suele, el trabajo actoral de todos ellos, lo que es muy de agradecer.

Al frente de un notable coro y una, ya por entonces, admirable Staatskapelle, de genuina sonoridad wagneriana, Daniel Barenboim da una lección, como era de esperar, de hondo conocimiento del compositor y del tan especial universo de esta ópera de la última madurez, que requiere lograr un ambiente (o mejor dicho, unos ambientes) especiales e inconfundibles, no menos wagneriano pero muy diferente del de las restantes óperas del autor de Tristán. Barenboim cuida y atiende sobremanera el sonido, pero no se limita a él (un poco lo que hacen, desde mi punto de vista, Karajan o Levine), lo que sería quedarse mayormente en la superficie, sino que bucea en el trasfondo, que es lo más conmovedor y emocionante de esta obra genial. Es una visión quizá un poco menos demoníaca que la del CD (bueno, tampoco hay que exagerar ese aspecto que tantas veces se ha señalado) y algo más introspectiva y consoladora. En el Acto III hay un par de pasajes de sublime elevación (minutos 16-18 y 39-40). No hay, ¡menuda metedura de pata!, subtítulos en castellano, sino sólo en alemán, inglés y francés.

La Séptima Sinfonía de Bruckner, grabada en público en la Philharmonie de Berlín en junio de 2010, ha sido un chasco, pero no por la interpretación, sino por la muy deficiente grabación, con apreciable compresión dinámica, carente de cuerpo y de pegada. Filmada y transmitida por una emisora alemana, el sonido de esa transmisión es sin duda superior al del presente CD, lo que me resulta inexplicable y descorazonador. Pero no hay que enfadarse demasiado: el sello Accentus tiene intención de publicar en DVD esta Sinfonía, así como las tres anteriores y las dos siguientes, todas ellas filmadas aquellos días en la misma sala en realizaciones del reputado Paul Smaczny. Una sala cuya espléndida acústica ha sido recogida con acierto en multitud de ocasiones; confío en que los DVDs suenen no mejor, sino mucho mejor que este CD.

¿Y la interpretación? Bastante superior a de Barenboim con la Sinfónica de Chicago (D.G. 1980) pero no tan excelsa como la de Teldec 1993 con la Filarmónica de Berlín, me da la impresión de que el movimiento inicial no es todo lo que podría esperarse; el Adagio, en el contrastan más de lo acostumbrado las secciones más serenas con las más inquietantes, posee instantes inolvidables de íntima emoción. Lo mejor para mi gusto son el turbulento y fantástico scherzo y un finale más encrespado y rico de lo habitual.