El pasado viernes, 18 de mayo, moría, diez días antes de cumplir los 87 años, el barítono berlinés Dietrich Fischer-Dieskau. De entrada diré que lo tengo no sólo por el mayor barítono, sino por el cantante en general, de cualquier cuerda, masculino o femenino, más grande que haya escuchado jamás, en vivo o en disco (discos de los últimos cien años).
Tuve la fortuna de llegar a escucharlo en vivo: en Múnich en un recital de lieder de Schumann junto a Wolfgang Sawallisch, a éste dirigiéndole arias de concierto de Mozart, y en Salzburgo medio programa (sólo la segunda parte: nos repartimos la entrada un amigo y yo) de lieder de Hugo Wolf con Sviatoslav Richter y un Così fan tutte (Don Alfonso) con Karl Böhm.
Las impresiones fueron, en los cuatro casos, fortísimas. La voz, en directo, era potente, noble y hermosísima, y el arte, inconmensurable. Para colmo era un excelente actor.
Ningún otro cantante –ni Gedda ni Domingo– han tenido un repertorio tan amplio y tan variado. Sólo en el campo del lied, no ha habido nadie que haya cantado la décima parte que él. Es imposible contar cuántos lieder ha cantado, pero los que ha grabado deben de rondar los diez mil, contando repeticiones. Y si escuchamos cualquiera de ellos al azar veremos que pocas veces alguien le ha igualado, en belleza y línea de canto, en técnica vocal y, sobre todo, en penetración en el sentido del texto. Nadie ha tenido como acompañantes a Richter, a Barenboim (con éste al piano ha grabado en torno a una treintena de discos), Brendel, Pollini o Perahia, así como a todos los mayores especialistas en el lied, desde comienzos de los años 50 hasta casi finales del siglo XX, con inevitable mención especial a Gerald Moore, con el que grabó todos los lieder de Schubert. En lieder a dúo ha cantado junto a multitud de grandes, desde Schwarzkopf a Julia Varady (su última esposa), pasando por Christa Ludwig y Janet Baker... En fin...
Pero, además de los innumerables lieder y canciones en no sé cuántas lenguas, ha sido excepcional en Bach (multitud de cantatas, el Cristo de La Pasión según San Mateo), en Haendel, Gluck, Mozart (del Conde de Almaviva a Don Giovanni, Papageno y Don Alfonso), en la toda ópera alemana del XIX, Wagner incluido (papeles líricos como Wolfram o dramáticos como Amfortas, Telramund, Kurwenal e incluso el Holandés y Wotan de El oro del Rin), ¡en Verdi! (impresionantes su Rigoletto, su Yago y su Falstaff, espléndido incluso como Marqués de Posa, Giorgio Germont o Macbeth). Tiene en su haber, por ejemplo, la interpretación más memorable que haya escuchado jamás del aria baritonal más comprometida de Verdi: “Alzati!... Eri tu” del Ballo, en un recital con Erede y la Filarmónica de Berlín, EMI 1960. No sólo en alemán e italiano, sino también en francés (Béatrice et Bénédict, Pelléas et Mélisande...)
También se acercó a la ópera buffa (Il matrimonio segreto de Cimarosa), a la opereta, como se aprecia en su memorable Dr. Falke de El Murciélago, y a numerosísimas óperas del siglo XX, en varias lenguas, desde El castillo de Barbazul de Bartók a Wozzeck de Berg, Arabella, Salome, Elektra o Capriccio de Strauss, Cardillac y Matías el Pintor de Hindemith; Palestrina de Pfitzner o Doktor Faust de Busoni, con varias y magistrales incursiones en la ópera de vanguardia (más de un título de Henze, Lear de Reimann y muchas otras).
Por no hablar de su resurrección de títulos operísticos muy poco conocidos, de Schubert, Schumann, Mendelssohn, Spohr, Spontini, Wolf...
Sumemos a todo esto su contribución a la interpretación de numerosísimos oratorios y otras composiciones sacras, desde Haendel a Frank Martin pasando por Elías y Paulus de Mendelssohn, Misas de Schubert, el Requiem Alemán de Brahms, etc., etc., etc.
Sería absurdo hacer una lista de los grandes directores que han actuado con él, porque, desde Furtwängler y Klemperer hasta Harnoncourt no falta prácticamente ninguno.
No se ha dicho estos días, que yo sepa, que es la persona que, en cualquier ámbito de la música, más discos ha grabado hasta la fecha. Incluso con algunas notables contribuciones empuñando la batuta...
¡Cuánto se ha denostado últimamente la trayectoria de Dieskau!
ResponderEliminarSupongo que obece a modas: hace años que "está de moda darle cera" al bueno de Dietrich... que tanto había trabajado ampliando su repertorio.
Además de la infinidad de trabajos reseñados, querría destacar su pasión por la ópera contemporánea: el "Lear" mencionado e incluso el "San Francisco de Asís" de Messiaen (lástima que fuese de forma fragmentaria).
En su discografía también hay un memorable Golaud en directo con Kubelik.
Aunque solo fuese por su grabación del "Dover Beach" de Samuel Barber y del "Notturno" Othmar Schoeck con el Cuarteto Julliard ya merecería un lugar de honor en el olimpo del arte canoro.
Le saluda cordialmente,
Antonio