Ya están aquí los discos en álbum Decca (4784245), de sólo 5 CDs, puesto que Barenboim ha renunciado ahora a hacer algunas repeticiones que impedían que el álbum de Teldec 1999 cupiese en menos de 6. La grabación es muy buena, más de sala de conciertos que de estudio. Me explico: en estudio, con frecuencia (como es el caso del álbum Teldec, ¡magníficamente grabado, desde luego!) están los instrumentos más en primer plano, mientras que las buenas tomas en público suelen reproducir –como es el caso– más bien lo que se escucha sentado en un lugar privilegiado de la sala: en el centro de la fila 15, pongamos por caso. Tiene, por tanto, menos pegada que la de Teldec, pero es posible que sea más natural, menos artificiosa. Y han logrado no sólo que el sonido de conjunto, el empaste, sea sumamente agradable, sino también que la transparencia de las ejecuciones, una cualidad muy destacada, se conserve muy bien. El sonido es, finalmente, muy equilibrado y, por así decirlo, confortable.
Tras escuchar con tranquilidad en casa, menos agitado, nervioso y expectante que en la sala de conciertos, los discos (sólo una vez: podría cambiar un poco con escuchas sucesivas), hay algo que me ha parecido bastante claro y que sin embargo no indiqué de forma expresa en mi comentario tras la asistencia a los conciertos: este Beethoven es, además de más generoso en detalles o hallazgos sutiles, en general, más clásico que el anterior, algo menos crispado, menos violento y agresivo, y algo más cantable, más sereno y equilibrado, más efusivo y humanista (¿más maduro, en suma? Puede ser). Casa bien con la evolución de los últimos años de Barenboim, que suele manifestarse de este modo, y que se aprecia bastante bien –como dice, con razón, Fernando López Vargas-Machuca– en sus recientes interpretaciones de Bruckner (no así en las de las tres últimas Sinfonías de Mozart, de hace pocas semanas, con la Filarmónica de Viena: visiones, sobre todo de la 40 y la 41, hiperdramáticas, angustiosas, rebeldes, por momentos terroríficas). Puede que este Beethoven reciente haya perdido algo de pasión y rebeldía, pero ha ganado a cambio en ejemplaridad: ahora es más modélico y, creo, menos objetable o discutible (bueno: veremos qué objetan los de siempre, los que jamás han admitido al Barenboim director).
Esto se aprecia, objetivamente, en un aspecto bastante revelador: los tempi, como los contrastes, son algo menos extremos: en general los lentos son algo menos morosos y los rápidos, un poco menos veloces (hay alguna excepción, por supuesto).
Barenboim sigue mostrando, por descontado, línea directa con Beethoven: es algo muy especial, más difícil de explicar que de experimentar, de sentir. Es auténtico hasta la médula, natural, sincero, creíble a más no poder, nada artificioso ni impostado (el genial Celibidache me da la impresión de que en Beethoven, ocasionalmente, cojea justo por ahí): esa sensación de que tiene que ser así, algo nada frecuente, es para mí algo muy poderoso. Y la tengo con casi todas las innumerables grabaciones beethovenianas de Barenboim, al piano o dirigiendo. Prácticamente no hay ciclos sinfónicos de Beethoven que me produzcan esta sensación; si acaso la tengo con versiones aisladas aquí y allá de Furtwängler, de Klemperer, de Böhm, Solti, Sanderling, Bernstein, Giulini y pocos más. (Sí, ya sé que es sólo una sensación: nada, nunca, tiene que ser sólo así, por muy portentosa y acabada que nos parezca una interpretación).
Algunas palabras sobre cada una de las 9, comparadas sobre todo con las del ciclo anterior.
1ª: Menos vitalista que antes, menos chispeante y humorística, menos haydniana que antes la Primera, ahora es más apolínea y quizá más ¿mozartiana? Esa peculiar impresión he tenido. Si a la de 1999 le pondría un 10, a esta le pongo otro.
2ª: Quizá algo más enérgica y poderosa que la de 1999, me convence menos que aquélla a causa sólo del “Larghetto”, algo más movido de lo que más me gusta, con un excesivo aire danzable. 10 a la de 1999, 9 a ésta.
3ª: No sé si seguir sosteniendo que sea la más formidable “Heroica” que recuerde, pero sí es una de las que más, sin duda (junto a Furtwängler/Viena, EMI; Klemperer 1960 y Barenboim 1999). No es espectacular, ni aterradora, ni tremebunda, y sin embargo sobrecoge, es de una veracidad desarmante. De nuevo Barenboim nos asoma y nos deja al borde del abismo con un piano subito espeluznante (minuto 6’24” de la Marcha fúnebre). Barenboim sigue siendo el director que más partido saca al 4º movimiento. Tanto a la de 1999 como a ésta les pongo un 10.
4ª: Tras una introducción excelsa, el “Allegro vivace” es menos impetuoso que antes y más sosegado; el “Adagio” vuelve a ser excelso. Y la energía y el humor, más campechano que zumbón, se reservan para el finale. Menciones especiales para el clarinete y el fagot. 1999: 10. 2011: 10.
5ª: ¡Qué forma de tocar de la Orquesta del Diván. ¡Qué trompas, qué contrabajos, qué oboe...! Y, claro, qué cuerdas, todas, como siempre, capaces de una elasticidad asombrosa. ¡Qué sonido Beethoven de pura cepa! Barenboim debe, y puede, ¡vaya que si puede! estar orgulloso de la orquesta que ha creado, como quien dice, desde cero. Versión menos exaltada, más próxima que la anterior a la famosa de Furtwängler con la Filarmónica de Viena en EMI, o a la digital de Solti con Chicago. Perfecto equilibrio entre dramatismo, monumentalidad y fuerza controlada. No hay triunfalismo ni “embriaguez en la victoria”. (De todas formas, ¡cómo me gustaría que se publicase alguna vez la versión más loca que le he escuchado a Barenboim, una con la Sinfónica de Chicago que transmitió Radio Clásica en directo en 1996! Porque me entusiasman las versiones equilibradas como la de 2011, pero no menos –es una debilidad personal– las locas –siempre que no se les vayan de las manos, valga la paradoja– como ésa o la de Furtwängler con Berlín de 1943). 1999: un 10. 2011: otro 10.
6ª: Tras un primer mov. todo poesía pura, sin el menor énfasis, no sólo contemplativo, sino también de mayor palpitación y sensualidad, mi pero procede del 2º mov.: sí, ya sé que la “Escena junto al arroyo” está indicada “Andante muy movido”, pero nunca me ha convencido ese tempo: en mi opinión queda mucho mejor si se lleva con más calma, como la hizo –como pocos: Furtwängler, Klemperer, Böhm, Giulini/New Philharmonia– en 1999. Ahora, con un sonido muelle y sedoso y varias leves licencias, sigue más de cerca esa indicación, y me gusta menos. Maderas de ensueño. Especialmente maravilloso, de nuevo, el finale. 1999: 10; 2011: 9. (Tres amigos míos de muy buen criterio tienen la de 1999 como la “Pastoral” más excelsa que conocen, incluyendo las de esos cuatro monstruos).
7ª: El primer movimiento, de nuevo con una admirable introducción, es menos exaltado que al anterior. Más melancólico el “Allegretto”, más jocoso el scherzo (uno de los mejores que he escuchado jamás) y no tan torbellino descontrolado el finale, aquí más lúdico, festivo y optimista que arrollador. Pero no menos irresistible. 1999: 9. 2011: 9,5.
8ª: Robusto, de tremenda energía, el mov. inicial, verdaderamente magnífico. A buen pulso el 2º, fenomenal el trío del 3º y, como muy pocas veces, maravillosamente bien examinado y resuelto el finale, incandescente (pero no desaforado, como el de antes). 1999: 8,5. 2011: 9,5.
9ª: Contra lo que escribí tras el concierto, ni un ápice que objetar al primer mov., pathos gobernado con firmes riendas pero de alto voltaje (aun así, mi favorito de todas las grabaciones que recuerdo es el del propio Barenboim en Erato 1994). El scherzo es, como el de 1999, un prodigio de análisis, de ejecución y realización (es el único mov. que resultaba inferior en 1994). ¡Vaya solistas de timbal, oboe, fagot y trompa!
El “Adagio” es muy tierno y emotivo, pero nada sentimental (contra lo que muchos dicen, en Beethoven, Barenboim suele huir de lo romántico). En 12’18”, sin embargo, se permite un portamento, para mi gusto, excesivo. Sensacional clarinete. (De todos modos, mi “Adagio” predilecto de Barenboim en disco es el de 1994 y, de todos los que le he escuchado, el enormemente conmovedor que hizo en La Scala a poco de desembarcar en Milán).
En el finale, lo más admirable, aparte de la sensación de absoluta sinceridad, verdad, autenticidad que transmite todo él, es la larga introducción orquestal, como muy pocas veces se haya escuchado (la huella de Furtwängler es innegable): ¡poesía de altos vuelos! El Conjunto Vocal de la Catedral de Colonia es un coro (para mí desconocido hasta ahora) envidiable desde nuestros pagos, que canta con la mayor aplicación y gran competencia este dificilísimo fragmento. No está, obviamente, entre los mejores de Europa, pero encandila por su fervor y su espiritualidad. En el concierto no fui consciente (los micrófonos son más desvergonzados) de los apuros en la inclemente zona aguda de la soprano, la notable Anna Samuil (que sustituía a la sensacional Anja Harteros). A la mezzo, Waltraud Meier nada menos, como es costumbre, cuesta distinguirla en el cuarteto y es el único componente del mismo que no tiene solo. Pese a tener ahora un poco de trémolo, el tenor Peter Seiffert cantó con valentía y salvó con fuerza su endemoniada parte. Y el barítono-bajo Wolfgang Koch (sustituto del gran René Pape), una voz de la que sin duda seguiremos hablando, pudo sin problemas con su parte, lo que no es poco. Coda algo menos desenfrenada y más controlada que otras que le hemos escuchado a Barenboim. Si en 1999 el equilibrio entre solistas (demasiado en primer plano), coro y orquesta no estaba bien logrado, ese problema ha sido solventado ahora con pleno éxito. 1999: 9. 2011: 9,5. (Por cierto, ni una sola de las versiones que conozco me parece rotundamente de 10).
El álbum, estrechito (menos de 2 cm. de lomo), pues lleva libretillo de 36 páginas y cinco sobres de cartón, se vende a un precio muy accesible. Ningún buen aficionado debería perdérselo. Hay mejores versiones de esta o aquella sinfonía (de la 2ª y la 6ª, sobre todo), pero dudo que haya un solo ciclo de tan sostenidamente altísimo nivel (2 de 9, 3 de 9,5 y 4 de 10). Es más, con interpretaciones de Barenboim puede hacerse un ciclo verdaderamente fenomenal: 1ª de 1999 o 2011, 2ª de 1999, 3ª , 4ª y 5ª de 1999 o 2011, 6ª de 1999, 7ª y 8ª de 2011, 9ª de 1994 o 2011.
Quiero comenzar diciendo que no soy ninguna autoridad en la materia, ni siquiera un experto aficionado que se ha documentado eshaustivamente al respecto, lo cual me habilitaría ya para realizar el papel de crítico en alguna publicación. No obstante, dentro del gran repertorio sinfónico he escuchado bastante; tengo mis propios gustos y criterios y en base a ello creo que puedo opinar algo.
ResponderEliminarLlevo suscrito a Scherzo desde el nº (no sé si 54 ó 56)y curiosamente cuando se publicó el ciclo de Barenbin para Teldec, en una página central, a hoja entera o doble hoja (no recuerdo) le catalogaron con la máxima calificación (le digo esto por lo de algunos anti Barenboim), como meses antes habían hecho con el de Abbado en Berlin (por cierto ciclo descatalogado en 2008 al considerarlo inferior al posterior en DVD, pero esta es otra historia que usted ya conoce).
Creo que el ciclo de Barenboim para Teldec (no he escuchado el último)es el gran ciclo moderno dentro de la gran tradición romántica, cuyo competidor sólo podría ser el reciente y amanerado de Thielemann (digo lo de amanerado por esas realentizaciones y pianísimos exagerados que no vienen a cuento).
Cuestión muy distinta es darle las máximas calificaciones y, mire usted, también lo hace David Hurwizt en classicstoday (ojo califica también con 10 el de Blomstedt, apreciación esta última con la que si coincido aunque usted no).
Para abreviar, le propongo la siguiente prueba: elija al azar a 10 aficionados a la música clásica, que no tengan necesariamente los gustos de usted, y hágales escuchar la tercera de Beethoven por Pierre Monteux/Concertgebouw (Philips, descatalogada muy a mi pesar)o la de Erich Kleiber/Concertgebouw (Decca), junto con la de Barenboim que usted prefiera, y, fíjese, no tengo ninguna duda que no sería elegida la del gran maestro argentino.
No hay que ser entendido en música para darse cuenta cuando se escuchan los primeros compases de cualquiera de esas dos estratosféricas versiones que algo grande va a ocurrir; sin embargo con Barenboim no tiene uno la misma sensación y no la tiene por lo previsible, por lo poco impactante y por un discurso musical más o menos esperado. Claro, esto es lo que diferencia a los más grandes de los que lo son pero un poco menos.
Lo que he dicho para la tercera podría valer para las restantes sinfonía eligiendo otras versiones distintas.
Coincido, sin embargo que la 5º pirata de Chicago de 1969 y la séptima del Das Konzert (DVD)son referencia absoluta, junto con otras claro.Que pena que esta no sea la línea de Barenboim en todo su Beethoven...es que entonces sería un Furtwangler moderno.
Atentamente.
jmfurtwangler
No, no estoy muy de acuerdo con que el ciclo de Blomstedt sea de 10. He repasado mis calificaciones particulares y me encuentro con un 7 a la 4ª, la 6ª y la 9ª; un 7,5 a la 3ª; un 8 a la 1ª, 5ª y 8ª, y un 9 a la 7ª. En todo caso, lo considero un ciclo importante (pese a mis reservas sobre la orquesta de aquellos años y a los solistas de la 9ª).
ResponderEliminarNo hay que preocuparse: no todos tenemos los mismos gustos, y no pasa nada. Discrepo mucho, mucho, de quienes siguen teniendo al de Szell como el mejor ciclo beethoveniano, y no digamos de los que tenían (ya quedan pocos que suscriban esta opinión) el de Toscanini.
No recuerdo si he escuchado esa "Heroica" de Monteux, pero la de Erich Kleiber sí que me parece magnífica (como las de Klemperer o Fricsay, mucho menos citadas). Pero, claro, no me gusta más que las de Barenboim, no.
Por mucho que usted (y yo ¡y Barenboim!) admiremos a Furtwängler, no le pida usted al argentino que sea una copia o una continuación suya; el arte de cada uno de los grandes es único, y es grande por eso: las copias nunca son gran arte.
Ah, y para terminar, le diré que me fío poco de las guías. Y de la más conocida, la Penguin, me fío poquísimo. Incluso tengo algún amigo que la consulta para saber que lo que más recomiendan suele ser lo que menos le va a gustar; le doy la razón en multitud de casos. Son, en efecto, británicos por encima de todo (ríase de los franceses, los que llevan la fama), y además están tremendamente condicionados por lo que les han pagado -directamente o en favores- las compañías de discos.
Así que me fío de mis gustos (y no al 100%) y de ciertos críticos, con cuyos gustos suelo coincidir. Pero, insisto, me fío bien poco de las guías. Y de algunas españolas prefiero no hablar...
Usted argumenta bien sus críticas y por lo tanto es muy respetable todo lo que dice.
ResponderEliminarHa particularizado en Toscanini y Szell.
Aun siendo yo más de Furtwangler que de Toscanini observo una constante en algunos foros donde se empieza a cuestionar no sólo a Toscanini, sino también a Furtwangler, y tal vez tenga en cierto modo explicación que no puede ser otra que la del paso del tiempo donde los nuevos aficionados no tienen conocimiento suficiente sobre estos dos monstruos.No digamos ya lo dificil que puede resultar para algunos conseguir sus grabaciones con un sonido decente.
Sobre Szell/Beethoven sólo le digo una cosa (opinión personal, claro), y voy a hablar poco de don George, que, sin duda, también tiene sus detractores:
La perfección de la orquesta de Cleveland en ese famoso ciclo Beethoven (no me gusta la 9ª, y la 5ª no es la mejor de Szell)no tiene parangón en la historia de la música grabada, y especialmente el virtuosismo orquestal, precisión y ritmo desbordante de la cuarta hacen de esta interpretación (para un servidor)la más grande interpretación no sólo de Beethoven sino de cualquier otra música conocida.
Gracias por sus inestimables aportaciones y conocimientos en cualquier caso, pero del sonido Cleveland/Szell en Beethoven (y Brahms, y Schumann, y Haydn, y...)no soy aficionado, soy FANÁTICO. Disculpe.
jmfurtwangler
El ciclo Beethoven/Szell, que por cierto me estoy volviendo a escuchar, me parece muy respetable, aunque tampoco me gusta su altisonante y enfática, a ratos bruta "Pastoral". Es verdad que la orquesta era de una exactitud y claridad ejemplares. Pero, usted me perdone, al ciclo de Toscanini le tengo mucho menos aprecio.
ResponderEliminarEn cuanto a la Staatskapelle de Dresde, ya sé la fama mítica que tiene entre cierto público. Pero no siempre la comparto. Le voy a decir lo que escribí cuando comenté las Sinfonías de Beethoven por Blomstedt: "La orquesta ha mejorado mucho desde entonces: la cuerda ya era extraordinaria, pero en el viento encuentro ciertas irregularidades: clarinete espléndido, oboe demasiado dulzón, fagot regular, trompas "cantarinas" con un vibrato que no me gusta. Bastante que ver con la desigual centuria con la que Kempe había grabado la Obra orquestal de Strauss, pero ¡nada que ver con el maravilloso conjunto con el que Colin Davis registró, pocos años después, las últimas Sinfonías de Mozart, y no digamos con las mucho más recientes 8 Sinfonías de Schubert!" O en numerosas grabaciones (y actuaciones en público) dirigidas por Sinopoli, en las que la orquesta está sensacional.
Pero, para qué le voy a engañar, nunca (o casi nunca) me ha gustado tanto como las Filarmónicas de Viena y Berlín, la Concertgebouw y las grandes formaciones norteamericanas, en particular la de Chicago.
Gracias por la contestación. A veces soy un poco vehemente, pero es que lo siento así.
ResponderEliminarToscanini a mi tampoco me gusta en exceso. Creo que, en muchos casos, se pasa un poco con tanta tensión; Szell es más equilibrado, creo.
Sobre el famoso ciclo Beethoven de Toscanini de principios de los 50, me gusta más el de 1939 editado por Naxos. Me parece este más auténtico y original aún dentro del propio estilo de Toscanini, y la 3ª sinfonía de este primer ciclo, a pesar de algunos excesos también, me parece una de las más grandes terceras por no decir la más, seguida o igualada con alguna de las de Furtwangler, y luego Monteux y Erich Kleiber.
Sigo escuchando a Blomstedt y si, me sigue gustando por los siguientes motivos: Energía y tensión justa para mi gusto, equilibrio y bello sonido transparente (creo que prevalecen los sonidos agudos sobre los graves pero particularmente me gusta así). No observo ninguna sinfonía que me disguste así como en Szell no me convence la 9ª, la 5º tiene otras dos mejores (Concetgebouww y VPO en Salzburgo), la tormenta de la sexta no es tormenta ni es nada, parece más bien una pequeña ventisca, y la primera así como el primer movimiento de la 3º particularmente echo en falta un poco más de energía, aunque en este último aspecto debo ser el único que piensa eso. Claro, luego queda todo anulado por ese bello y preciso sonido absolutamente embriagador.
jmfurtwangler.
Una pregunta. ¿La integral de las sinfonías con Berlín o con la WEDO? Sé que no puede haber una calificación de conjunto sustancialmente distinta pero... ¿ha refinado Barenboim algo, o mejorado en algo, su aproximación a estas obras? Preguntado de otra forma, más precisa: ¿Hay un cambio de enfoque, o un refinamiento ("retoques") dentro del mismo enfoque? Si es lo segundo, ¿se gana algo en términos netos con su segunda aproximación, o son sólo cuestiones de detalles?
ResponderEliminarNemo: Contestar a su pregunta es difícil y largo de explicar. Voy a intentar abreviar: en primer lugar, los tres están muy bien grabados, pero el de Berlín (Warner) suena un poquito mejor que el de Colonia (Decca audio), si bien el de Londres (Decca DVD) suena, creo, algo mejor que éste y quizá no tan bien como el primero (o sea: 10 para Berlín -salvo la Novena, en que las voces están demasiado presentes-, 9 para Decca audio y 9,5 para Decca DVD) . Y dejar claro que ver es algo más que sólo oir, así como que la presencia de público en los dos de la WEDO es un factor añadido de entusiasmo, comunicatividad, ganas de hacer música.
ResponderEliminarNo creo que haya cambio de enfoque entre Staatskapelle y West-Eastern Divan (WEDO), lo que sí puede haber es un cierto avance en naturalidad y espontaneidad; también es posible que lo haya en cuanto a calridad y atención a los detalles, si bien no es muy notorio.
En cualquier caso, le diré que en el ciclo Warner las seis primeras me parecen sensacionales, bajando algo el nivel en las tres últimas. Esto no ocurre en los ciclos con la WEDO; en éstos sólo la Segunda me gusta menos (por culpa del Larghetto) que en Berlín. No me parece fácil decantarse por uno de los tres; cualquiera es excelente. De retorcerme el brazo y tenerme que quedar con uno solo, yo me quedaría con la versión en DVD.
Muchísimas gracias por estas matizaciones. Completan totalmente la información y me dejan una idea más exacta.
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