Aparte de varias versiones aisladas, esta es la cuarta grabación de la serie completa de los Conciertos para piano de Beethoven a cargo de Barenboim: a 1967-68 se remonta la primera, con la New Philharmonia dirigida por Klemperer (EMI), ciclo que algunos críticos consideran el más grande en disco; en 1975 se los dirigió a Rubinstein con la Filarmónica de Londres, una grabación de RCA no muy conocida y sin embargo admirable (a distancia, el mejor ciclo llevado al disco por el enorme pianista polaco, tanto por él como por la batuta); en 1987 Barenboim los grabó por primera vez tocando y dirigiendo al tiempo, con la Filarmónica de Berlín y para EMI; finalmente, Medici Arts publicó en DVD y Blu-ray una toma en público (Bochum, Festival de Ruhr, 21-23 de mayo de 2007) las versiones de las que ahora Decca edita solo el audio, en esta colección “Beethoven para todos” que comenzó con las 9 Sinfonías y concluirá con las 32 Sonatas.
La evolución del intérprete a lo largo de cuatro décadas es notoria, pese a que se puede apreciar al tiempo un denominador común, que es una sintonía plena con el autor. Pero al Beethoven hondo, pensador y trascendente de 1968 (a lo que contribuyó no poco Klemperer, el más genial director entonces, pero que también se aprecia en las grabaciones de las Sonatas, EMI, de aquellos años) siguieron el añadido de otros rasgos de la personalidad del compositor, que no siempre era serio y profundo, sino capaz de gran ternura, de fino humor, incluso de picardía. Y estos otros aspectos aparecen ya más nítidos en 1987, y más aún en 2007.
Contra lo que algunos pudieran pensar, los Conciertos mejor tocados son estos últimos, pese a estar en público, pues el pianista de 65 años ha alcanzado una mayor flexibilidad en el fraseo, con una dinámica más sutil, una acentuación más rica y un sonido aún más depurado. Súmese a ello un aire más espontáneo, más de inspiración del momento, con hallazgos –¡siempre bien traídos!– más abundantes y creativos.
Mientras el Primer Concierto –creo que el que más veces ha tocado en público– es irresistible, con un final más scherzando que nunca, el Segundo es acaso la versión más extraordinaria que recuerdo; el Tercero, pleno de fuego y de pathos en el “Allegro con brio” y de introspección en el “Largo”, posee un rondó con tal libertad de fraseo, tal imaginación en la cambiante expresión de las diversas repeticiones del estribillo como no ha sido posible escucharlo antes o después (¡¿quién dijo que su técnica no es nada del otro jueves?!). El Cuarto es bastante sobrio y adusto: puede ser así, claro, pero mi interpretación favorita de las suyas es la de su concierto en público en Salzburgo 2010 con la Filarmónica de Viena, de un lirismo conmovedor (DVD/Blu-ray C Major). Y en el “Emperador”, el rondó le provoca un ataque en toda regla de pasión incendiaria al que sólo un genio de la interpretación es capaz de hacer frente con semejante riesgo y arrojo. ¿Qué intérprete actual es capaz de algo similar?
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