lunes, 26 de noviembre de 2012

Recital (incompleto) de un anónimo genio del piano

 

Un amigo me ha enviado un CD con una grabación en público de un recital de piano (corto: claro, le faltaba algo) que me ha desconcertado, pues no acertaba a saber quién podría ser un artista tan extraordinario, ya que me parecía que no me cuadraba con ninguno de los que conozco.

Antes de darle la solución les diré qué me ha parecido: la Primera Partita de Bach me hizo pensar en un Gilels por su pleno equilibrio entre rigor y libertad, y también por su sonido nada clavecinístico, sino abiertamente pianístico sin abusar de la dinámica ni del pedal. Creativo, expresivo, particularmente intenso en la “Sarabande”, poco morosa y menos estática y pensativa que punzante. Admirable.

Luego vino la última Sonata de Schubert, la D 960, obra genial, difícil de desentrañar donde las haya. Pues bien, esta página excelsa es la que me convenció por completo de que se trataba de un artista excepcional: sin que sea ajena a la contemplación más o menos melancólica o doliente en que suele sumergirse en la mayor parte de las más grandes interpretaciones, el pianista pone el acento en el dramatismo, con pasajes clave en los que se enseñan los dientes de la rebeldía: esto, tan lógico, tan plausible, resulta muy, muy difícil de lograr de modo convincente, y aquí lo está por completo. Y no sólo en los dos primeros movimientos, sino incluso en frases estratégicas del último. Sensacional, una de las interpretaciones más maravillosas que haya escuchado jamás.

La para mí desconocida pero bellísima Romanza (S 169) de Liszt está llena aquí de intención, de lirismo y de fuego interior. Otra joya.

Y terminaba el recital (se notaba, por los aplausos, que era, como la anterior, una propina) con La Campanella, la transcripción lisztiana del rondó final del Segundo Concierto de Paganini. Y el pianista anónimo daba una lección no sólo de virtuosismo, pasmoso, sino también de sentido musical.

¿Quién era el pianista, y qué faltaba del programa en el CD? Pues es Lang Lang (Carnegie Hall, 29 de mayo de este año 2012; con miles de toses, por cierto), y antes de Liszt iban los 25 Estudios op. 25 de Chopin, cuya grabación en estudio he elogiado recientemente hasta el delirio en este blog. Quienes le niegan el pan y la sal al instrumentista chino deberían escuchar este recital. Para mí ya es, sin duda, uno de los más grandes pianistas (¡y músicos al piano!) de nuestro tiempo.

1 comentario:

  1. Pues ese mismo programa se lo escuché yo en Las Palmas a Lang Lang. Y recuerdo que hubo mucha elevación poética, al borde del ensimismamiento en la Sonata de Schubert, pero el recuerdo me falla un poco. No fueron versiones en absoluto al uso, se notaba que es un genio del piano. J.S.R.

    ResponderEliminar