sábado, 2 de febrero de 2013

Mariss Jansons dirige Haydn en SACD y DVD

Una Obertura, la Sinfonía 88 y la “Harmoniemesse”


    

Parecería, de entrada, que a Mariss Jansons no le pega ser un buen intérprete de Haydn, por lo alejado que está de él la mayor parte del repertorio que mejor le cuadra (los rusos, los posrománticos, Mahler, buena parte de la música del siglo XX...). Sin embargo, le he escuchado por televisión (¡emisoras extranjeras, por supuesto!) más de un concierto con o a base de obras de Haydn, y siempre me han gustado mucho.
Hay, incluso, un concierto editado por BR Klassik en CD (SACD) y DVD: el que tuvo lugar en la basílica de Waldsassen, en Baviera, el 7 de octubre de 2008, con la Sinfonía (Obertura) en Re mayor, Hob. Ia:7 (de sólo 5 minutos), la Sinfonía 88 y la “Harmoniemesse”, con el Coro y la Orquesta Sinfónica de la Radio Bávara, que comentaré brevemente ahora.
Sobre la primera pieza, muy poco conocida, baste decir que la interpretación es no sólo idónea, sino una pura delicia, gracias en buena parte a la maravillosa cuerda de la Orquesta muniquesa. La Sinfonía 88 también es ejemplar, por su cuidado en el fraseo, transparencia (maderas siempre muy atendidas y presentes), imaginación sensata y bien controlada, elegancia, sensación de frescura y espontaneidad, etc. Cabe (y puede gustar incluso más, como creo que es mi caso) un Haydn algo más rústico y enérgico, pero esta propuesta no deja de ser admirable. Para entendernos, el Haydn de esta 88 recuerda, quizá, a Neville Marriner más que a cualquier otro director (no es mala referencia, sin duda).
La interpretación de la Misa (No. 12 y última), una partitura sencillamente maravillosa muy olvidada, y desconocida por multitud de melómanos, que se llama así por su importante presencia de instrumentos de viento (“de harmonía”, como se les llamaba antiguamente a menudo), no es tan convincente como las dos obras solo instrumentales. Por ejemplo, el “Kyrie” es más bien soso; las cosas mejoran a ratos en otras secciones, pero vuelve a defraudar el final de la obra, el “Dona nobis pacem”. En general, el director letón tiende a domesticarla en exceso, restándole buena parte de su vigor, arrojo y esplendor. Así, trompetas y timbales suelen sonar algo tímidos.
La escucha de la magnífica, pujante, entusiasta y extravertida versión (en CD: Sony 1973) de Leonrad Bernstein (con el Coro Westminster y la Filarmónica de Nueva York) pone las cosas en su justo sitio, dejando la versión de Jansons un tanto malparada. Y ello pese al buen nivel de los solistas, entre los que destacan la soprano Malin Hartelius y el bajo Franz-Josef Selig, y al soberbio rendimiento del Coro (sin duda, uno de los mejores de Alemania) y la bien conocida y no menos buena Orquesta. Uno y otra, por cierto, son las que tienen encomendadas varias de las mejores grabaciones de Misas de Haydn (ese capítulo vergonzosamente poco transitado): la Santa Cecilia con Jochum (DG 1959) y con Kubelik (CD Orfeo y DVD Arthaus 1982), la Paukenmesse o Missa in tempore belli con Kubelik (DG 1964) y con Bernstein (CD Philips y DVD/Blu-ray C Major 1985) o la Nelsonmesse (Missa in angustiis) con Colin Davis (Philips 1986).



No hay comentarios:

Publicar un comentario