Ayer día 11 se reunieron los 124 músicos de la orquesta para elegir al sucesor de Simon Rattle, que deja el puesto en 2018. Pero, tras una sesión de once horas, hacia las 9 de la noche tiraron la toalla: no llegaron a un acuerdo. Volverán a reunirse "antes de que acabe el año" (!).
A media tarde hubo una filtración que resultó ser falsa. O prematura. Un músico filtró al exterior, vía sms o whatsapp, que había sido escogido Andris Nelsons. Al saberlo, yo me alegré mucho, pues me parece el candidato más adecuado de los que se han manejado. Desde este blog he elogiado muchas veces el extraordinario talento y la sorprendente madurez de este director letón de 36 años, capaz de dirigir con asombrosa hondura a compositores tan difíciles como Haydn, Brahms o Richard Strauss. Por no hablar de Tchaikovsky, Rimsky, Ravel, Stravinsky, Shostakovich y varios otros.
Pero es evidente que no todos los músicos de la Orquesta opinan lo que yo, o bien que el reciente nombramiento (2014) de Nelsons como director de la Sinfónica de Boston les parece un inconveniente serio. (Sin embargo, mi amigo Miguel Ángel de las Heras me acaba de comentar que el contrato de Nelsons en Boston termina en... 2018. ¿Entonces?) Los otros nombres barajados han sido, al menos (no sé si habrá salido algún otro a relucir) los de Gustavo Dudamel, Christian Thielemann y Daniel Barenboim. Daré mi opinión sobre ellos como candidatos: el venezolano Dudamel (n. 1981), director de la Filarmónica de Los Angeles y de la Simón Bolívar de su país es otro joven de gran talento, pero en mi opinión mucho más desigual que Nelsons, al que no se le conocen fiascos. Además, el repertorio más básico de la mejor orquesta alemana no es precisamente el punto fuerte del venezolano.
Otro joven del que se habló hasta hace poco como posible candidato es el canadiense Yannick Nézet-Séguin (1975), director de la Orquesta de Filadelfia, quien tuvo unos comienzos brillantísimos. Su categoría es indudable, pero adolece, como Dudamel, pero más aún, de desigualdades palpables: frente a maravillas varias le hemos escuchado horrores como una "Heroica" con instrumentos originales, o unas flojísimas Sinfonías de Schumann grabadas para DG. Su coqueteo con los instrumentos supuestamente auténticos y los modos historicistas me parece frívolo y tal vez le haya restado también apoyos.
Ya he dicho también varias veces desde este blog que Thielemann, cuyo gran mérito es ser alemán en un momento en el que casi no hay directores alemanes destacados (¡a diferencia de tiempos pasados!), me parece claramente sobrevalorado. Pero esto es una opinión subjetiva, por supuesto, por mucho que yo la haya tratado de explicar varias veces. Pero hay algo que debería descartarlo de plano: al parecer, se ha manifestado públicamente como seguidor o admirador del partido Pegida, ultraconservador y xenófobo, lo cual es por su parte una terrible metedura de pata. Quizá esto explique que, según ha trascendido de la reunión de ayer, un grupo de músicos se ha manifestado rotundamente en contra de su elección. Y yo añado que un país como Alemania, con su terrible estigma del pasado nazi, no puede permitirse poner al frente de una de sus instituciones culturales más prestigiosas (si no la que más) a un personaje con esas ideas, de las que además hace ostentación. Y llueve sobre mojado, porque hace unos años dijo: "¿Cómo un judío va a ser el mejor intérprete de Wagner?". Se refería, naturalmente, a Barenboim, de quien, para colmo, fue asistente en su juventud.
Y queda este último, Barenboim. Creo que habrá pocas dudas de que es el director más importante del mundo, con un repertorio enorme que destaca (a diferencia de Rattle, admitámoslo) precisamente en los grandes clásicos centroeuropeos, y que además -como Rattle- está muy interesado en los clásicos de la primera mitad del siglo XX e incluso en la música llamémosla contemporánea. Pero Barenboim tiene 72 años, y tendría 75 en el momento de sustituir al de Liverpool; aunque su salud parece que es buena, no hay duda de que son muchos años. Además, parece ser que le exigían renunciar a ser director musical de la Staatsoper y la Staatskapelle Berlin: una píldora demasiado amarga, sin duda. Pero, en cualquier caso, andando el tiempo extrañará que por diversas circunstancias no haya llegado a ser director titular de la principal orquesta alemana. Su momento debió haber sido cuando Claudio Abbado fue sustituido, pues era mucho más adecuado que Rattle. De hecho, se dijo que EMI -la compañía discográfica para la que grababa Rattle- prometió a la orquesta el oro y el moro en ventas de discos (grabarían hasta arreglos orquestales de canciones de los Beatles) si elegían al británico.
Yo creo que Rattle no fue la mejor elección cuando se marchó Abbado, pero cuando llegó éste para suceder a Karajan se habían barajado los nombres de Lorin Maazel, de Zubin Mehta y de Carlos Kleiber. Al parecer, ni Mehta ni Kleiber aceptaron, y Maazel se quedó con dos palmos de narices. Pero ¿cómo iban a nombrar a Kleiber hijo, un tipo raro y difícil donde los haya, que además tenía un repertorio sinfónico exiguo (¡ni siquiera todas las Sinfonías de Beethoven o de Brahms*!), por mucho que fuese idolatrado hasta el exceso por algunos melómanos? En fin, que no siempre han estado muy lúcidos para pensar en escoger a sus directores titulares...
El espectáculo que dieron ayer los músicos ha sido bastante penoso, pues existía la solución -apuntada como rumor hace unas semanas- de que, a la espera de que algún joven estuviese libre, no tan recientemente desembarcado en una orquesta importante, se podrían hacer cargo durante unos tres años como codirectores Barenboim y Mariss Jansons (solo un año menor que el bonaerense). Lo que desde luego no debe hacerse, de ningún modo, es elegir a un Thielemann, que suscita una oposición frontal en un notable número de componentes de la Orquesta: tendrían que haberse puesto de acuerdo en un candidato que permitiese consenso. En fin: ¿qué van a hacer, esperar a que surja un nuevo talento deslumbrante de hoy para mañana, o volver a las andadas, o a que Thielemann se desmarque públicamente de Pegida?
*Sí, unas espléndidas Cuarta y Séptima de Beethoven, una Quinta excelsa y una "Pastoral" atroz, y de Brahms solo una admirable Segunda y una colosal Cuarta. Me refiero, por supuesto, a sus grabaciones.
Mi preferido también era Nelsons. No me gusta Thieleman pero por razones artísticas; las polítlcas me parecen irrelevantes y de un claro mcCarthysmo de izquierdas. ¿ Deberíamos dejar de leer a Neruda,Alberti,Miguel Hernández, Guillén y tantos otros por sus vergonzosos e inmorales poemas a Stalin?Gracias por su magnífico blog. AMCSánchez.
ResponderEliminarMe imagino que cuando esos poetas ensalzaron a Stalin no conocían sus masacres del Gulag. Eran comunistas convencidos de que esa era una solución justa para las desigualdades del mundo. De hecho, muchos poetas e intelectuales acabaron tremendamente desengañados del régimen soviético. Y a Thielemann no se le puede acusar de ignorancia.
EliminarMuy interesante su artículo; estoy de acuerdo con usted en casi todo, aunque me ha dejado helado diciendo que la Pastoral de Carlos Kleiber es atroz: recuerdo que recibió varios premios y que Vela del Campo y Scherzo la elogiaron muchísimo.Yo no la conozco (tengo en disco una docena de grabaciones y esa creo que no sonaba muy bien), pero lleva usted también razón en que un director de ese orquestón tiene que tener más obras maestras en repertorio. MGM.
EliminarMire usted, la "Pastoral" de Carlos Kleiber (Orquesta de la Ópera de Baviera, sello Orfeo) me parece una auténtica frivolidad, y sí, la pusieron por las nubes y le dieron varios premios. Creo que si esas personas la escuchan sin saber quién la dirigía, a muchos de ellos (o a todos, si no son sordos) les habría gustado muy poco y jamás la habrían premiado. Pero en el disco figuraba el nombre mítico de "Carlos Kleiber", el responsable de algunas maravillas, y debieron de perder el sentido crítico. Yo he hecho la prueba de hacérsela escuchar a varios melómanos amigos o conocidos sin decirles quién dirigía y TODOS han coincidido en que es detestable. Así son las cosas.
EliminarYa que hablan de la Pastoral aquí les dejo mi primer disco.
Eliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=sstaaQJkjO0
Se escribieron cosas inauditas sobre esa grabación. Un ejemplo que se publicó en el periódico El País:
ResponderEliminarEl arrollador Beethoven de Kleiber
Si no recuerdo mal, yo escuché esa grabación, y me pareció un tanto patatera. Vamos, nada que ver con las descripciones en las que abunda el cuarto párrafo del artículo de Pérez Senz.
Un saludo,
JSH
Yo compré hace unos años la pastoral por Carlos Kleiber animado por los comentarios que leí y después de escucharla me pareció tan horrible que hoy día no sé donde tengo el disco.Gracias.AMCSánchez.
ResponderEliminarMagnífico el comentario de Angel Carrascosa, en el que, una vez más, muestra su profundo conocimiento sobre la interpretación musical. Con la sencillez que le caracteriza, se califica de melómano cuando, por encima de ello (que lo es, y mucho), es un crítico de primera línea. Una pena que no sea también el encargado de nombrar al futuro titular de la Filarmónica de Berlín. Ganaría la orquesta y... ¡ganaríamos los melómanos! Margarita.
ResponderEliminarPor favor, Margarita, no me saque usted los colores...
EliminarApenas había escuchado casi nada de Nelsons; acabo de comprar el dvd de Brahms (2ª Serenata, Rapsodia de contralto y 2ª Sinfonía) y es una maravilla. Dirigir así la 2ª de Brahms no es cualquier cosa: ese hombre merece ser director de la Filarmónica de Berlín. Lo mismo digo de Barenboim, de quien el dvd con la 8ª de Bruckner me ha dejado anonadado. Ricardo T. E.
ResponderEliminarPensaba, y pienso, comentar el Blu-ray Brahms de Nelsons en este blog. En cuanto a la Octava de Bruckner por Barenboim ya lo hice. Estoy completamente de acuerdo con usted, Ricardo. Creo que ya en el primer caso, y todavía en el segundo, son los dos músicos más grandes entre los directores actuales.
EliminarEstoy de acuerdo con lo que dice Ricardo de que hay directores que han hecho tales maravillas con obras extraordinarias que merecen ser titulares de la Filarmónica de Berlín. Y yo digo que hay otros que no lo merecen por lo mal que han hecho otras obras fundamentales. Yo ya tenía las Sinfonías de Brahms en DVD por Bernstein y queriendo tenerlas en Blu Ray me compré las de Thielemann, que no le llegan a la suela del zapato. Así que Thielemann no es buena opción, señores de la Filarmónica. Demasiado tarde he leido que usted las criticó con dureza. Felicia.
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