Varias veces me he quejado de que en la famosa colección de Philips "Grandes Pianistas del siglo XX" no estuviese representada Elisabeth Leonskaja. Pues bien, acabo de caer en la cuenta de que hay al menos otro gran pianista incomprensiblemente ausente de la misma: Charles Rosen (Nueva York, 1927-2012). Conocía muy pocas interpretaciones suyas, de tal modo que le valoraba más como intelectual (su libro sobre las Sonatas de Beethoven es sencillamente asombroso). Pero hace unos días encontré (baratísimo) en la FNAC el álbum de 21 CDs que Sony ha editado y que recoge todas las grabaciones que, entre 1959 y 1972, hizo Rosen para los sellos CBS y Epic. El Diccionario de Intérpretes de Alain Pâris dice que "se impone sobre todo en las obras de carácter intelectual (Bach, últimas Sonatas de Beethoven, Schoenberg, Boulez...)", afirmación con la que, una vez escuchado todo, estoy básicamente de acuerdo, pese a lo discutible que sea el término intelectual aplicado a algunas de estas composiciones.
Vamos a seguir el orden de los discos, que están preciosamente presentados con un libreto de 60 páginas y fundas que reproducen las portadas (y las contraportadas: letras pequeñísimas) originales de los LPs. El CD 1 (grabado en 1959) contiene Gaspard de la nuit y Le Tombeau de Couperin de Ravel, obras, sobre todo la segunda, que también le van como anillo al dedo al neoyorkino. Dotado, por cierto, de un mecanismo segurísimo y fulgurante (el terroríficamente difícil Scarbo), Rosen dista de ser un virtuoso que se dedique ante todo a pregonar su habilidad. Chopin (1960) es quizá el autor que menos me convence en sus dedos y su mente: el romanticismo no es donde más brilla; aun así, aunque la efusividad no parece ser su prioridad, sino mostrar quizá los elementos más modernos de su escritura, no cae de ningún modo en lo banal, ni siquiera en lo insípido. Lo que más me han gustado son los tres Nocturnos que incluye (5, 8 y 17), y lo que menos, la Polonesa No. 6 "Heroica".
Stravinsky (1960-61) sí es uno de sus fuertes, aunque lamento que haya incluido una partitura para mí tan insulsa como la Serenata en La; mejor llevo la Sonata y los Movimientos para piano y orquesta, con la Orquesta Sinfónica Columbia dirigida por el autor. El programa incorpora también la Suite op. 25 y las dos Piezas op. 33 de Schoenberg, a las que me parece que hace plena justicia (a un nivel similar a Pollini). El CD 4 (1961) incluye la primera grabación del apasionante Concierto para piano, clavecín y dos orquestas de cámara de Elliott Carter, que acababa de ser estrenado por Rosen y Ralph Kirkpatrick. Una anónima Orquesta de Cámara dirigida por Gustav Meier les acompaña. Imponente la Sonata del propio Carter. El disco se completa con un raro Concierto para violín, cello, diez instrumentos de viento y percusión de Leon Kirchner (1919-2009) dirigido por el autor. Los 12 Estudios de Debussy pueden codearse con las versiones referenciales de Uchida y Pollini, con el mayor mérito de ser pioneras, muy anteriores (1962) a las citadas. La Sonata D 959, única de Schubert que grabase Rosen, debió de atraerle sobre todo por la modernidad de su "Andantino", que es lo que mejor hace de ella. No añade mucha gloria a este pianista, lo mismo que el Rondó K 511 de Mozart que completa el 6º disco, de 1962. Mejor se entiende con Schumann, del que firma una versión clarividente y sensible de las Davidsbündlertänze, y una nada desdeñable de Carnaval (1963).
El 8º CD combina a Bartók con Liszt: de este reivindica una de sus obras de calidad más discutible: las Reminiscencias de Don Juan, a la que enaltece de modo sorprendente. Más que correctos el Soneto 104 de Petrarca y la Décima Rapsodia húngara. Y simplemente magníficos tanto los Bartók: los 3 Estudios op. 18 como las Improvisaciones sobre canciones campesinas húngaras (1963). Las Sonatas 29 y 31 de Beethoven de 1964 son palabras mayores: estas geniales partituras, que a tanto grandes pianistas se les resisten, fueron entendidas de forma certera por el neoyorkino: magníficos los movimientos finales de ambas (asombrosa ejecución de la pavorosa fuga de la "Hammerklavier"). El 10º CD ("Virtuoso!", de 1965) es más de concesión a la galería: piezas de exhibición de variable calidad musical tocadas siempre con la mayor suficiencia técnica y extrayendo de ellas un sorprendente potencial: desfilan Rosenthal (maestro de Rosen), Godowsky, Liszt, Tausig, Mendelssohn, Kreisler y Bizet (los tres últimos en arreglos de Rachmaninov).
Algo decepcionante me ha parecido el CD 11, con el Segundo Concierto de Chopin (algo seco) y el Primero de Liszt (algo tópicamente exterior). John Pritchard al frente de la New Philharmonia tampoco ayuda (1966). Excelente también el segundo CD dedicado a Debussy (1965): las Imágenes I y II, las Estampas (particularmente admirables) y otras cuatro piezas. Segunda grabación (1966), aún superior, del Concierto doble de Carter, ahora con el clavecinista Paul Jacobs. Frederik Prausnitz dirige con lucidez a la English Chamber y firma una interpretación memorable de las magníficas Variaciones para orquesta junto a una desbordante New Philharmonia (1968). Bach constituye un capítulo aparte: me parece que sus interpretaciones de este genio de la música son ejemplares, irreprochables, y que estarán por encima de las modas, si bien a mí me gustan más aún acercamientos algo menos sobrios, más creativos y personales. Pero, a juzgar por los dos "Ricercare" de la Ofrenda musical, por El arte de la fuga y las Variaciones Goldberg (todo ello grabado en 1967), lo encumbro como uno de los más grandes intérpretes al piano de Bach, por encima incluso (para mi gusto, en general) del mucho más celebrado Glenn Gould. Uno de sus principales valores es que resultará difícil exponer y explicar con tal ejemplaridad las complejidades de la escritura.
En 1969 se publicaron sus tres Sonatas de Haydn (Hob. XVI: 20, 44 y 46), CD que me parece otro de los más logrados de la colección: son obras del período "Sturm und Drang" en las que Rosen sabe transmitir los mayores aciertos y avances de su autor, con la mirada puesta en Beethoven. La primera la encuentro espléndida, y verdaderamente extraordinarias las otras dos. Entre 1968 y 1970 volvió Rosen al último Beethoven, grabando ahora las seis últimas Sonatas (repitiendo, por tanto, la 29 y la 31). Es, sin duda, de lo mejor del álbum, pues las cualidades de Rosen son ideales para el Beethoven tardío, y además su honda comprensión de estas obras (que explica en su libro con impresionante lucidez) se hace notar con claridad. Para mí, supera a la mayor parte de los grandes pianistas que han abordado estas obras capitales: la 27, la 28 y la 31 las encuentro excepcionales, y solo un poco menos las otras tres. La nueva "Hammerklavier" sería, para mi gusto, formidable de no resultar tan colérico su primer movimiento (lo prefiero más potente y más controladas las riendas).
No soy, ni mucho menos, un experto en esta música, pero tengo la impresión de que las Sonatas 1ª y 3ª de Pierre Boulez que ocupan el CD nº 20 (1969-70) están servidas del mejor modo. El último es un programa Webern 1970-72), compositor que encuentro siempre difícil de comprender. Al margen de las Variaciones op. 27, el resto son piezas no para, sino con piano: Lieder opp. 3 y 4 con Heather Harper y opp. 23 y 25 con Halina Lukomska, dos importantes sopranos muy familiarizadas con esas músicas, las 4 Piezas para violín y piano op. 7 junto a Isaac Stern, las 3 Pequeñas Piezas para cello y piano op. 11 con Gregor Piatigorsky y el Cuarteto para violín, clarinete, saxo tenor y piano op. 22 junto a Daniel Majeske, Robert Marcellus y Abraham Weinstein. En esta última obra, pese a ser para solo cuatro solistas, figura como director (¡!) Pierre Boulez. Las grabaciones, convenientemente reprocesadas, suenan en todos los casos más que bien. Incluso las más antiguas. Un álbum, pues, a conocer para todos los amantes del piano. Y está a un precio de risa.
Aquella colección de capa dorada es más bien una broma comercial... Cómo es posible colocar en una misma categoría grandes pianistas como Richter, Michelangeli, Kempff,, junto con Eschenbach por ejemplo, que nada más tiene un nivel pro-amateur... Siento decirlo, pero Leonskaja no es la única joya que han ignorado. Es una selección sin lógica.
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