Harteros, Kaufmann, Tézier, Kowaljow, Girolami y Krasteva
Un reparto prácticamente redondo y una dirección orquestal
de primer orden avalan la nueva publicación Sony de La forza del destino de Verdi en DVD y Blu-ray, registrada en
Múnich el 22 de diciembre de 2013. La toma de sonido y la imagen responden al
más alto estándar actual. En cambio brillan por su ausencia los subtítulos en
castellano. (Un pequeño despiste en el libretillo: la numeración de los tracks
en los dos DVDs los han pasado sin revisar a la versión en un solo Blu-ray, en
el cual el Acto III vuelve a figurar como corte 1, cuando debe ser el 15: los
peligros del corta y pega...)
La escena, debida al irregular Martin Kusej, me parece que
contiene no pocos aciertos (en particular el Acto I, la escena en que Fray
Melitón reparte la sopa y el cuadro final de la ópera), pero que se desmadra
aquí y allá en los actos centrales; la ópera en sí es, admitámoslo, un desmadre
melodramático casi demencial; en todo caso, hay bastantes soluciones que no
entiendo. Pero, en conjunto, me lo he pasado bien y no me he aburrido lo más mínimo.
El poco conocido director musical, el israelí Asher Fisch
(n. 1958), hace un trabajo que no exagero tildando de magnífico, con tremenda
garra (bueno, en la obertura no es capaz de batir a la enorme competencia), un
sonido verdiano de pura cepa, una pasión ardiente y un lirismo de gran
intensidad, obteniendo además un soberbio rendimiento, por encima de lo
habitual, de los siempre espléndidos conjuntos coral y orquestal de la Ópera de
Baviera. Un director ya no joven, poco conocido hasta ahora, que es un verdiano
de raza: hay que prestarle atención.
Se ha reunido un elenco de bandera, que va de lo notable a
lo excepcional. El omnipresente Jonas Kaufmann lo es por algo, por algo bastante: pese a que aquí y allá no
suena muy italiano, pronuncia con absoluta perfección, es una voz idónea,
robusta, con un centro y un grave llenos y un agudo con bastante squillo, que no obstante sufre en
algunos momentos en un papel, el de Alvaro, que es de los más exigentes de Verdi.
Su arrojo es tremendo, de principio a fin, sin reservarse lo más mínimo en su
agotadora tarea. Acostumbrados a los Del Monaco y Corelli, algunos
apianamientos y esfumaturas no gustarán a algunos, pero hay que tener presente
que ser verdiano no significa cantar todo el tiempo a todo volumen. Y cuando
Kaufmann apiana y demás, hay que reconocer que el texto siempre se presta a
ello. Le da buena réplica como Don Carlo di Vargas un cantante no tan refinado
como él, pero dotado de una voz sólida y resistente, ya de barítono cuasi
dramático, que canta bien y con muy acertadas intenciones: hablo del francés
Ludovic Tézier. (No es poco que ahora mismo haya al menos dos o tres buenos
barítonos verdianos, junto a Carlos Álvarez y, quizá, Simon Keenlyside. No
siempre los ha habido, hagamos memoria).
La maravilla número uno del reparto es sin duda la Leonora
de Anja Harteros en, tal vez, la mejor interpretación verdiana que le haya
escuchado: la voz le ha ensanchado y se le ha agrandado aún un poco más, sin
que haya perdido un ápice de su bello esmalte y su brillo esplendoroso; incluso
los momentos de escritura más dramática, como "Son giunta" y el
subsiguiente dúo con el Padre Guardiano los resuelve con suficiencia, al tiempo
que nos seduce por completo en los más líricos, con un control del volumen
magistral y una línea de canto que no lo es menos, además de encarnar a la
sufriente Leonora con una convición desarmante. Sensacional y conmovedor su "Pace,
pace, mio Dio". Por favor, que grabe todo lo que pueda.
Más que correcto Vitalij Kowaljow como Marqués de Calatrava
y como Padre Guardiano, si bien él no es un bajo-bajo, como se pide, sino un
bajo cantante, que además suele brillar, creo, más en Wagner que en Verdi. No
conocía a Renato Girolami, que hace un Melitone muy acertado, sin el menor exceso
bufo. Es además, como debe ser, más bien un bajo que un barítono. Pese a sus
cambios de color -que tampoco me parecen graves en un papel como el de la
gitana Preziosilla- domina la tesitura hasta los extremos la mezzosoprano Nadia
Krasteva. Incluso los papeles menores están bien servidos.
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