Andrés Orozco Estrada y Javier Perianes
La Orquesta Filarmónica de
Viena sigue siendo una pura maravilla. En el concierto de ayer, 26 de junio (arranque
de la temporada 2016-17 de Ibermúsica) lo volvió a demostrar; yo no estuve en
el del viernes 24, pero mi amigo Fernando Gil asegura que la orquesta, dirigida
por el gris y efectista decibélico Jonathan Nott, estuvo apreciablemente menos
bien. Así son las cosas: los buenos directores suelen hacer rendir más a las
orquestas. Y Andrés Orozco Estrada (Medellín, 1977) obtuvo de la centuria
vienesa un magnífico rendimiento gracias a una técnica sorprendente y a un
enorme entusiasmo. No me atrevo a decir aún que sea un gran intérprete (habrá que escucharle más
cosas, y más comprometidas), pero sí estoy seguro de que es un estupendo director, con una técnica gestual clara,
eficaz y persuasiva. Logró una transparencia muy notable (ayudado, sin duda,
por una orquesta famosa entre otras cualidades por esa, sí, pero no todas las
batutas los consiguen de ella), una precisión extraordinaria y, sobre todo,
logró implicar a los músicos para que se entregasen de lleno a lo que les
proponía. Un joven director (¡otro!) a seguir atentamente. Porque las Danzas de Galanta de Kodály con que
comenzó fueron fulgurantes, un poco nerviosas pero sumamente atractivas, con
fuertes contrastes de tempo entre
ellas, al modo en que a menudo se hacen las Danzas
húngaras de Brahms. Sensacional el clarinetista Ernst Ottensamer, pero
resulta casi injusto no citar también a todos los restantes solistas.
Y las Danzas sinfónicas de Rachmaninov con las que terminó el programa
sonaron con una enorme brillantez, destacando -como en Kodály- la admirable
orquestación, con un fascinante sentido del color, una viveza y una vitalidad irresistibles,
obteniendo Orozco de la orquesta un virtuosismo deslumbrante (¿quién dijo que
la Filarmónica de Viena sobresale mucho más por su sonoridad que por su
exactitud? Cuando quieren, y ayer, claramente, quisieron, son técnicamente
sensacionales. Y no hay forma de destacar a unos músicos o a unos grupos sobre
otros. Incluso la percusión. ¡Qué bárbaro!)
La primera parte había
terminado con el Cuarto Concierto de
Beethoven, para mí sin duda el más comprometido de interpretar de su autor (y,
por lo tanto, de todo el repertorio). Javier Perianes, pianista al que admiro
muchísimo y del que he escrito ampliamente, casi siempre con grandes elogios,
en este blog y en otros lugares (en "Ritmo" ya poco después de que
ganase, en 2001, el Premio Jaén), creo que ha errado la obra con la que debutar
junto a la Filarmónica de Viena. Ayer su forma de tocar fue no ya impecable,
sino pulquérrima, con precioso sonido (no muy beethoveniano, todo sea dicho),
delicadeza y hasta con frases muy bien cantadas. Pero distó, en mi opinión, de
llegar al fondo de esta obra excelsa: ciertas frases sonaron sin la debida
flexibilidad, el sonido fue demasiado etéreo y se le escapó gran parte de la
poesía que encierra la composición; en el rondó hubo instantes próximos a la ligereza.
Curiosamente, las cadencias las hizo mucho mejor, y, particularmente, el movimiento
lento, donde se elevó a alturas que no vislumbró en los movimientos extremos,
sobre todo en un primero para mí decepcionante. Hay que reconocer que es una
obra tan comprometida que muy pocos pianistas le han hecho verdaderamente
justicia: Arrau, Barenboim y muy pocos más. Para que nos entendamos: el disco
Beethoven de Perianes, con cuatro Sonatas, es mucho más satisfactorio que lo
escuchado ayer. La dirección de Orozco fue también muy atenta y cuidada, y
hasta hermosa, pero ajena a la trascendencia y al vuelo. De propina (y tras
pedir permiso al concertino, algo que no recuerdo haber visto nunca), Perianes
ofreció la Pieza lírica op. 54/4
"Notturno" de Grieg, en la que apareció por fin el artista, el
poeta absolutamente extraordinario que lleva dentro. ¡Lástima que no
interpretase, por ejemplo, el Concierto
de este autor, que en su grabación es un acierto sencillamente portentoso, o
bien el Concierto en Sol de Ravel,
las Noches en los jardines de España
o qué sé yo!
En "Canal ARTE"
ResponderEliminarOrozco-Estrada/Frankfurt RSO----- El 10/6/2016
Janacek (Taras Bulba)
Martinu (1ª Sinfonía)
De Falla (Noches en los Jardines de España--- Con Javier Perianes!)
Gracias, AMD.
ResponderEliminarRectificación: el clarinete solista en las "Danzas de Galanta" fue, al parecer, Matthias Schorn.
De nada
ResponderEliminarhttp://concert.arte.tv/fr/orozcoestrada-frankfurtradiosymphony-perianes
Coincido en tu apreciación del cuarto de Beethoven: en el primer tiempo eché de menos algo de más vigor e impulso, y de más una excesiva recreación en la pura belleza sonora. Efectivamente, la propina magistral: creo que a día de hoy Perianes le tiene más cogido el tino a autores como Grieg, Chopin, Debussy...
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