El 12 de mayo Daniel Barenboim y la Filarmónica de Viena obtuvieron un éxito extraordinario, sonadísimo, hasta el punto de saltar a la prensa de información general, interpretando la obra de referencia de la música checoslovaca, Ma Vlast, la genial serie de seis poemas sinfónicos de Bedrich Smetana compuesta entre 1872 y 1879. Creo, por cierto, que es más propio traducirla por Mi País que por Mi Patria. Así, en Alemania siempre la llaman Mein Vaterland (Mi País, La tierra de mis padres) y no Meine Heimat (Mi Patria). Pocos días después alguien colgaba en internet el segundo y más famoso de esos poemas sinfónicos, Vltava (El Moldava), pero algunos días más tarde aparecía colgado el ciclo completo, y además con una calidad de sonido que -aunque no se pueda equiparar a la de las mejores tomas comerciales actuales- es más que suficiente para apreciar muy bien la interpretación. Que, en efecto, y pese a que Barenboim la acababa de incorporar a su repertorio, ha sido toda una revelación. Él había grabado en 1977 para DG, con la Sinfónica de Chicago, una interpretación de El Moldava digamos que correcta, no mucho más. Lo de ahora es mucho más que eso.
Cada vez me cuesta más explicar cómo veo, cómo entiendo
y cómo describir lo que me parecen las interpretaciones, y por eso cada vez más
me limito a puntuarlas desde mi gusto personal. Porque siento cada vez con más
claridad que es muy difícil expresar mediante palabras lo que uno siente al
escucharlas (lo cual, en último extremo, es literalmente imposible). Pero haré un especial esfuerzo para intentar
caracterizar estas. La primera impresión general que destacaría -y esto es poco
subjetivo, bastante demostrable- es la extraordinaria claridad, nitidez,
transparencia, diafanidad, con que todo ha sido expuesto. Esto no es una virtud
más, sino mucho más, puesto que permite apreciar cosas que se nos habían pasado
por alto. Junto a esto me ha asombrado la atención prestada a los menores
detalles, a esa multitud de pequeñas frases que se suelen hacer de pasada o de
trámite y que aquí, en innumerables casos, cobran un significado estructural insólito: esto denota un
estudio asombrosamente profundo de la partitura, a un nivel desconocido hasta
ahora. La impresión recibida de todo esto es que estas partituras son mucho más
complejas y elaboradas de lo que pueda parecer a primera vista, o a partir de
las lecturas más rutinarias, incluso de las que yo llamo de rutina de altura. Ahí incluyo a los
directores checoeslovacos más prestigiosos, ninguno de los cuales, creo, ha
llegado a tal grado de penetración hasta en los menores intersticios de estas
partituras.
Es decir, que en esta ocasión, el director bonaerense,
más que aportar visiones inéditas o muy personales de estas piezas, las ha
clarificado de tal manera que nos parecen sencillamente mejores que hasta ahora
(bueno, esto es lo que ocurre siempre con las interpretaciones de bandera.
Recuerdo que me impresionó leer, hace ya como medio siglo, a un importante
crítico británico, que sentenciaba: "en manos de Klemperer, Beethoven
parece más grande aún"). Aunque Barenboim dirigió hace unos meses el ciclo
completo con la Staatskapelle Berlin, después lo ha hecho y lo sigue haciendo
en varias ciudades con la Filarmónica de Viena. Y hay indicios de que habrá
grabado (o filmado, o ambas cosas) el ciclo. ¡Esperemos que sea así! (También,
curiosamente, lo va a hacer en su ¡debut! al frente de la Sinfónica de Boston,
por invitación de su titular, Andris Nelsons).
Tomé notas escuchando por segunda vez estos poemas
sinfónicos: cuidado extremo en la exposición de Vysehrad, con unas arpas maravillosas. Cerca del final, reguladores
dinámicos prodigiosamente bien hechos y llenos de significado. En El Moldava, el trabajo con las maderas
describiendo los manantiales del río es una auténtica revelación. La
enunciación de la famosa y hermosísima melodía -que no suena calcada cada vez que
aparece- es de una belleza arrebatadora. Muy marcada la acentuación y muy rústicas
las danzas de la boda campesina. En la sección de las ninfas del río al calro
de luna, las cuerdas -violines en primer término- suenan con una tersura
infinita, una belleza plateada que deja atónito: no es sólo belleza sonora, hay
un trasfondo de espiritualidad y como de éxtasis. Los rápidos del río son muy
turbulentos, y no suenan a mera descripción, sino también a turbulencias
anímicas. Plenitud final nada enfática, sino más apasionada y vibrante que
grandiosa (en esto sigue casi solo a Karel Ancerl y a Rafael Kubelik): este es
quizá el momento que más controvertido puede resultar. Sárka comienza con una agitación muy poderosa; muy conseguida la
transición hacia el apaciguamiento que sigue antes de la sección danzable.
¡Asombroso solo de clarinete! El pasaje a cargo de las cuerdas está
matizadísimo en la dinámica (curiosamente, este suena muchísimo ¡a Verdi!). El
magnífico solo de trompa da paso a una sección muy misteriosa. La reaparición
del clarinete se produce sobre un inquietante fondo de cuerdas muy agitadas.
Coda vibrante, trepidante y muy dramática, en la que se oyen texturas nuevas.
A partir de Por
los bosques y prados de Bohemia yo diría que el nivel de la interpretación
sube aún más. El comienzo, nada complaciente, está cargado de malos presagios.
Oboes, flautas, parte fugada en las cuerdas de quitar el hipo. La parte danzada
está cargada de pasión. Final casi enloquecido, pero férreamente controlado. Tábor se abre en un ambiente tremendo, ominoso,
amenazador. Estallidos preparados por timbales en crescendo, que nunca había escuchado así. Carácter épico e
hiperdramático. Impresionante la cuerda grave. Curiosamente, el último acorde
va bajando a piano. Con lo que no se
repite tal cual al inicio de Blaník,
sino ahora de modo más contundente. Oboes y trompa excelsos, diálogos nuevos en las maderas. Final elocuente,
heroico, solemne, grandioso y también tajante, terminante (un poco como la coda
final de la Quinta de Bruckner).
Punto y aparte -además de las menciones que he hecho
de estos o aquellos instrumentos- es la actuación de la Filarmónica de Viena,
que suena como en los mejores tiempos de los Böhm, Karajan, Bernstein y
Giulini. Es cierto que en los últimos años ha mostrado apreciables altibajos,
sobre todo cuando la dirigían batutas grises o poco interesantes. Pero cuando
esta orquesta está tan bien manejada, se la seduce
de este modo con interpretaciones tan reveladoras como esta, responde con esa
entrega y suena así, creo que es -en general- mi favorita.
Duraciones de la versión: 15'22+12'14+10'49+12'45+13'04+14'28=78'57
Duraciones de tres importantes
versiones:
*1968Supraphon Ancerl/OFilCheca 13'53+11'44+09'55+12'00+12'27+13'13=73'20
1978 RCA Sawallisch/OSuisseRomande 14'06+12'54+09'01+11'35+12'11+13'59=74'
1988 Orfeo Kubelik/OSinfRadioBávara 15'29+11'47+09'53+13'15+12'40+13'55=77'20
Pues la estoy escuchando ahora en youtube (Vltava), y en efecto es reveladora. No había escuchado la obra así antes. Una maravilla. Espero verla en disco pronto.
ResponderEliminarAcabo de escucharlo en YouTube. Mira que esta obra la he escuchado en muchas versiones, algunas buenísimas, pero Barenboim, una vez más, se los come con patatas: ¡qué inmeso músico es!
ResponderEliminarSorprende que una música de tanta belleza y de tantas posibilidades descriptivas y expresivas no fuera interpretada por los grandes directores del siglo pasado, Bernstein, Solti, Karajan, Giulini, Celibidache, ni los de la generación posterior Abbado, Muti, Haitink, Mehta... Salvo Rafael Kubelik que si la grabó varias veces.
ResponderEliminarPor cierto que la grabación de Orfeo de este último yo la tengo en vinilo y la fecha de grabación es mayo de 1984.
AAL
Estoy de acuerdo: no entiendo cómo esos y otros directores de primera no se han ocupado de Ma Vlast. Para "compensarlo", Kubelik la grabó con la Sinfónica de Chicago, la Filarmónica de viena (ambas mono), la Sinfónica de Boston, la Radio Bávara y la Filarmónica Checa (ambas también en DVD).
EliminarEstoy de acuerdo con el comentario que hace referencia a la ausencia de interpretaciones de Ma Vlast por parte de los grandes directores del pasado, respecto a eso solo quiero añadir que sí existe una grabación de Mehta con la Filarmónica de Israel para Sony, por lo que supongo que debe haberla dirigido en concierto alguna vez.
EliminarEn cuanto a Kubelik, yo creo que su amistad con Barenboim ha tenido bastante que ver con que éste haya dirigido finalmente el ciclo completo.
¡Ni idea de que existiera una grabación de Mehta! Debió de ser vista y no vista...
EliminarEstimado Ángel, ¿dónde se puede ver completo el concierto? Solo encuentro el
ResponderEliminarMoldava....
Me temo que el ciclo completo no está en imágenes, sino solo en audio. Le pediré al amigo que me lo pasó al disco duro que me diga cómo encontrarlo...
Eliminarhttp://jasgre19-20140516-dh-data-backup.objects.dreamhost.com/loose/Barenboim_VPO_Smetana_Ma_Vlast_5_12_17.rar
ResponderEliminarHe conseguido escuchar Mi País de Barenboim en Praga; tenía la versión de Kubelik con Boston y la de Dorati en Ámsterdam, pero puedo asegurar que NO CONOCÍA esta obra hasta que no he escuchado la de Barenboim y la Filarmónica de Viena. Roberto R.
Eliminar¿Se publicó en audio esta grabación con la Filarmónica de Viena? No sé si salió después otra con la Sinfónica de Chicago.
ResponderEliminarEstoy casi seguro de que no se ha comercializado, y es una pena, porque además de ser tan extraordinaria, esta versión de Praga suena muy bien: podría ser un disco absolutamente competitivo.
EliminarDurante uno de los confinamientos de la pandemia, se divulgó en vídeo otra con los mismos intérpretes en la Musikverein de Viena. Casi tan buena como la de Praga, en mi opinión.
La de Chicago con la Sinfónica (1-XI-2018) también logró cierta divulgación. Es, de las cuatro que le conozco a Barenboim, para mi gusto la menos buena.
Bastante mejor (aunque no tanto como la de Praga) es la de Digital Concert Hall con la Filarmónica de Berlín, accesible a los abonados.
Anoto de paso las duraciones de la versión comentada, del 12-V-2017 en Praga: 15'22+12'14+10'49+12'45+13'04+14'28. Total sin pausas: 78'42.
EliminarMuchas gracias por su amable respuesta. Hoy las orquestas suelen sacar grabaciones en vivo en grandes paquetes. Esperemos que haya suerte. Otro caso similar a este es el de la Sinfonía Alpina de Maazel, por ejemplo. En sus últimos años la bordó, y no está publicada que yo sepa.
EliminarYo le escuché en Madrid esa Alpina a Maazel, y fue algo descomunal.
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