Opiniones de aquí y allá sobre música clásica, muchas veces a contracorriente, para que conozcan lo que opino algunos más que los amigos con los que me comunico directamente.
jueves, 22 de febrero de 2018
La biografía de Ataúlfo Argenta por Ana Arámbarri
Galaxia Gutenberg publicó en marzo de 2017, con el título Ataúlfo Argenta. Música interrumpida, la biografía más completa existente del gran director. El trabajo de investigación llevado a cabo por la autora es imponente, y la biografía resulta, gracias a su fluida narrativa, no solo de gran interés sino de lectura muy amena. Se tratan a fondo la azarosa vida personal del músico y las difíciles circunstancias en que hubo de llevar a cabo su formación, con su obligado exilio en la Alemania nazi. Otra interesante aportación de este libro de casi 550 páginas reside en cómo describe el mundo -mundillo- musical español de los años de actividad del director cántabro, particularmente durante el franquismo, en el que las peleas por el poder musical eran constantes y tremebundas. No son opiniones: todo está documentado a través de la transcripción de innumerables artículos de prensa y cartas; muchas de ellas no habían visto la luz hasta ahora.
Entre las revelaciones que más me han llamado la atención están los manejos más o menos ocultos y turbios de algunos de los personajes influyentes que más se opusieron a Argenta: además de Enrique Franco, Federico Sopeña y Joaquín Rodrigo; estos dos últimos intercambiaron una corrrespondencia en la que se comunicaban sin tapujos. Es curioso comprobar cómo el director que más ha contribuido hasta ahora a divulgar la música española -por medio de sus numerosas grabaciones y de sus frecuentes conciertos en el extranjero- no dejara de ser criticado por lo poco, según ellos, que la cultivó en España. Se quejaron de que apenas se ocupaba de dar a conocer a los compositores españoles de su tiempo. Argenta, muy enfadado, contestó públicamente argumentando lo que hoy nos parece bastante claro: que solo muy contadas composiciones orquestales españolas de aquellos años alcanzaban un valor musical destacable. ¡Menudo escándalo, nadie estaba dispuesto a aceptar públicamente esa realidad! Pero lo indiscutible es que los valores más seguros, como Falla o Turina, nunca los descuidó, en absoluto. Y con respecto a músicas de muy variable valor, las zarzuelas, su labor fue denodada, impresionante. Cada vez que arremetían contra él no olvidaban, rastreramente, traer a colación sus actividades (¿colaboración activa?) durante la Segunda República.
Por supuesto, las circunstancias de la muerte del gran músico (y conocido seductor de féminas) no están disimuladas -como se hace con frecuencia, eso cuando no se miente abiertamente sobre ellas-. Intentos decididamente ridículos, puesto que en el mundillo musical es vox populi el cómo murió. Dejando huérfana, por algún tiempo, la dirección musical en nuestro país y a la Orquesta Nacional. Además de a su familia, que quedó sumida en una vergonzosa estrechez económica, pues el régimen concedió a la viuda una pensión inferior a la percibida por los instrumentistas de la ONE.
Algunos defectos o inconvenientes que he encontrado en este por lo demás espléndido libro: algunas imprecisiones musicales (ejemplos: Arthur Grumiaux y Argenta tocaron "la" Sonata para violín y piano: ¿de quién?; cuando Argenta murió tenía programada la grabación del Concierto para piano de Brahms con Julius Katchen: ¿cuál de los dos?). Así mismo la falta de un índice de nombres, la ausencia de una discografía sistemática de Argenta: normas de la empresa editora para los libros biográficos que, la verdad, no se entienden muy bien. Y, finalmente, la incomodidad que supone tener que buscar las notas no a pie de página, sino en las páginas finales del volumen, con el inconveniente añadido de que la numeración vuelve al número uno cada vez que se inicia un nuevo capítulo. Y para que se hagan una idea: las notas alcanzan el abrumador número de 1027.
(Hoy es un día muy triste para mí: estoy totalmente consternado por la inesperada muerte de Forges. No puedo hacerme a la idea de abrir El País y que no aparezcan sus viñetas).
Pues que muerte más prosaica, la de Argenta digo, no la de Forges. Siempre pensé que una prostituta lo había asesinado.
ResponderEliminarhttps://elpais.com/cultura/2017/03/31/actualidad/1490989386_532346.html
Más vale que lea el libro; Argenta no murió como dice.
Eliminar¿De donde ha sacado usted semejante tontería, don Anónimo?. Nunca en mi larga vida he oido un rumor tan estúpido. No sé por qué me viene la idea de que se lo caba de inventar, quizá para provocar. Luis G. G.
EliminarRecuerdo perfectamente su muerte siendo yo un adolescente. Estoy deseando leer el libro que comenta y volver con él al ambiente y atmósfera de aquellos añops en que acudía al conservatorio de la Calle de Bruch en Barcelona.
ResponderEliminarQuizá me anime a leerlo...¿Has leído el de Beethoven de Swafford?. Tienes inmejorables críticas, me gustó mucho el de Brahms, creo que no está traducido...buen finde...
ResponderEliminarSí, merece la pena leerlo. Y yo también tengo intención de leer ese Beethoven.
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