Barenboim padre e hijo en Sevilla
Parece ser que tenían
preparada una sustanciosa propina: la Obertura
Egmont. Sin embargo, finalmente no la tocaron. Cuando terminó la Séptima, enmedio de una atronadora
ovación, de cientos de ¡bravos! y con
(casi) todo el teatro puesto en pie, al bajar del podio, Barenboim le dijo (me
pareció evidente) al concertino, con gesto inequívoco, algo así como "no
la tocamos". ¿Por qué decidió no hacerla? ¿Estaría agotado? No le faltaban
motivos para estarlo: había desplegado una energía alucinante dirigiendo la
sinfonía. ¿Estaría enfadado por algunas pifias (no muchas, y ninguna
escandalosa) de los metales? Sería injusto, porque los músicos se dejaron la
piel, se entregaron de una forma arrolladora a lo que estaban haciendo, y ya se
sabe lo traicioneros que pueden ser trompas y trompetas, sobre todo cuando se
arriesga tanto... En fin, no puedo saber el por qué de esa decisión... (Me
acaban de informar de que, según una persona de la Fundación Barenboim-Saïd,
"el maestro estaba muy, muy cansado". No se hable más).
Pero bueno, la Séptima de ayer había sido una
experiencia tan literalmente imposible de olvidar que no era cuestión de
enfadarse por la supresión de la propina. Me resulta difícil y fatigoso intentar
explicar la genialidad de esa interpretación, de una intensidad, energía y
dramatismo apabullantes. El Presto
final fue el no va más, seguramente el mejor que le he escuchado nunca a este
director (incluido, sí, el arrollador de 1989 con la Filarmónica de Berlín,
para celebrar la caída del Muro). Una cosa que no se suele señalar quedó ayer
patente: la técnica descomunal que ha alcanzado este hombre, que logró cosas
casi inalcanzables para cualquiera de las mejores orquestas, así reguladores
dinámicos y sutiles fluctuaciones del tempo.
Y los jóvenes músicos respondieron casi siempre de forma aplastante, tocando a
tumba abierta. Un Beethoven así de genial y de tal riqueza y hondura expresiva
es impensable hoy en ningún otro director. Y es una contundente declaración
contra los cuentos chinos de las versiones históricamente
informadas, como se les llama ahora (¡qué cantidad de veces han cambiado
sus protagonistas la forma de nombrarlas!, desde, acuérdense: instrumentos originales, auténticos,
versiones historicistas...). Un detalle: me gustó mucho que doblara las
trompas -cuatro frente a las habituales dos-, pues así se puede conseguir un
mayor equilibrio. En el clímax del primer movimiento, Beethoven les pide fff y, enmedio del fragor, a menudo es
muy difícil distinguirlas con claridad.
El Concierto de violín fue despacioso, muy paladeado, fraseado con
nobleza y delectación y exprimiendo a base de bien sus infinitas bellezas y su
elevada espiritualidad. Michael Barenboim, algo más que "el hijo de",
ha llegado por fin a ser dirigido por su padre (lo había sido antes por Boulez,
Mehta y otros importantes maestros). Posee una técnica extraordinaria (qué
afinación, qué trinos en pp), una
enorme valentía (por su elección del repertorio, volcado hacia lo más arriesgado)
y una musicalidad intachable. Pero su sonido no es la principal de sus
cualidades: es más bien pequeño, y tirando a delgado. El registro grave no es
lo suficientemente lleno y carnoso. La pieza de Bach que ofreció de propina fue
no solo interesante, sino bastante arrebatadora, acertando a modificar las
repeticiones mediante la introducción de matices diferentes cada vez, e incluso
de una discreta ornamentación. A todo esto, las interesantes cadenzas que había
tocado en Beethoven ¡eran suyas!
En la Orquesta del
West-Eastern Divan había muchas caras nuevas (¡una flautista increíble entre
ellas!), pero habían vuelto algunas a las que hacía tiempo no se les veía (por
ejemplo el contrabajo de la Filarmónica de Berlín Nahil Shehata, que arrastró
con entusiasmo a sus otros cinco colegas).
Un crítico musical sevillano, muy próximo ideológicamente al gobierno actual de Andalucía, pese a reconocer -a su pesar, sin duda- que el concierto del domingo fue muy bueno, propone, azuza al nuevo gobierno de la Junta que deje de financiar a la Fundación Barenboim-Saïd, ahora que lo tienen a huevo. Pero sospecho que lo que de verdad se oculta detrás de toda esta maniobra es desprecio por la ideología de Barenboim, que se ha opuesto pública y firmemente a Trump, al Brexit o a Netanyahu.
ResponderEliminarLos odios a Barenboim vienen de muy atrás, en un sector de la prensa musical española. Mucho antes que Trump o el Brexit. Le detestan descaradamente desde el principio de su carrera como director de obras sinfónicas a lo grande. Desde que apareció en el radar. Puede que la cosa se remonte a su ciclo Bruckner con Chicago, más o menos (principios de los 80). Puede haber aquí causas ideológicas inconfesables (eso sospecho), pero cualquiera sabe.
EliminarEn cuanto a Andalucía, creo que hay que recordar que las maniobras contra Barenboim ya se hacían con el PSOE al mando. Los dirigentes políticos entonces mantuvieron, más o menos, la vinculación con Barenboim, pero hubo recortes económicos como consecuencia de la crisis. En aquel ambiente había otros receptores de dinero público que se revolvieron. Es posible que los actuales políticos con mando en plaza se comporten más o menos igual y mantengan la situación, porque no querrán mala publicidad ni escándalos gratuitos. Para todos ellos, unos y otros, esto de la música clásica no son más que bagatelas, y Barenboim un producto de lujo de importación. Qué les importará a cualquiera de ellos en el fondo el conflicto israelí-palestino o la formación de un puñado de músicos andaluces que harán carrera internacional. Cuando sobra el dinero, en un momento dado, buena publicidad. Pero cuando hay problemas les importa un pito y cortan. Insisto: son capaces de cortar cualquier cosa (donde más se recortó en Andalucía fue en sanidad, ojo). Ahí la única defensa que tiene Barenboim y su proyecto es la amenaza de un escándalo. Si no tienen conexiones con la prensa local, a través de los partidos (y sus terminales), que se prestarían no porque el tema les interese una higa sino porque necesitan munición. Y precisamente por eso creo que los dirigentes actuales andarán con más cuidado que los anteriores. Paradójicamente, eran los anteriores los que podrían haberse cargado todo el proyecto impunemente (no lo hicieron del todo), y los que podrían impedir que ocurra ahora. Las cosas de la política...
Y después están los "críticos" y sus odios profundos, aunque puede que simplemente sea una cuestión de intereses: el "crítico" y presunto periodista hace de agente de prensa de un grupo que quizás compite con Barenboim por el dinero público, a cambio de cosas. Al final la realidad suele ser más cutre de lo que pensamos, pero al menos racional. El mundo no siempre es justo, pero siempre es lógico.
Vaya...
ResponderEliminarSupongo que a muchos molesta que Barenboim tengo una ideología progresista, y encima para la ultraderecha..ES JUDÍO, VADE RETRO....estoy leyendo ritmo, mucho mejor que Scherzo, mejores firmas, más rigor, nada que ver....
ResponderEliminarBueno, no sé si sabes que Thielemann, próximo a la ultraderecha alemana, dijo en una entrevista algo así: "¡Cómo un judío va a ser el mejor intérprete de Wagner!"
EliminarNo merece la pena prestar atención a ese tipo de comentarios, se califican por sí solos..lo que me apena es que la gente no sepa o no quiera saber lo que han sido el fascismo y el comunismo, la cantidad de muertes, pobreza y dolor que han generado...una pena...
ResponderEliminarNo merece la pena, no, hacerles caso. Pero sí merece la pena saber que hay quien los hace, y conocer quiénes son.
EliminarEres muy duro con las interpretaciones historicistas al llamarlas cuentos chinos. PDF.
EliminarNo sé si doy duro, pero estoy en contra del pensamiento único en ese terreno. No tengo por qué creer que en el siglo XVIII la música se tocaba como sostienen estos popes. Y, mucho más importante, me importa poco cómo se tocaba; si acaso como curiosidad. Aunque aparecieran grabaciones de entonces, ¿por qué habría que imitar aquellas ejecuciones? Tenemos grabaciones de Rachmaninov -uno de los mejores pianistas de su tiempo- tocando su propia música de un modo que hoy nadie osaría imitar, pues ha quedado enormemente anticuada y rezuma mucho más virtuosismo que musicalidad. Y de estas grabaciones hace ochenta años, no trescientos.
Eliminar¡Vaya!. No he escuchado nada de Rachmaninov tocando. Sí he escuchado a Stravinski dirigiendo obras suyas, y no es quien mejor lo hace, ni mucho menos. PDF.
EliminarEstaría bien que escuchases su grabación de los Conciertos, con la Orquesta de Filadelfia dirigida por Ormandy y Stokowski, entre 1929 y 1941.
EliminarSolo voy a darte estos datos de duraciones, comparando con versiones posteriores, para mí las referenciales:
Concierto 1:
Rachmaninov/Ormandy: 12'02+5'17+7'17
Ashkenazy/Haitink: 13'13+6'45+8'09
Concierto 2:
Rachmaninov/Stokowski: 9'44+10'49+10'58
Grimaud/Ashkenazy: 11'32+11'57+11'49
Concierto 3:
Rachmaninov/Ormandy: 13'54+8'39+11'25
Ashkenazy/Ormandy: 18'32+12'03+15'29 (¡el mismo director, en 1976!)
Gavrilov/Muti: 18'38+12'37+14'21
Concierto 4:
Rachmaninov/Ormandy: 9'44+6'04+8'43
Ashkenazy/Haitink: 10'31+7'36+9'45
“Someone asked me to play Rachmaninoff the other day. I thought, Really? But go listen to him play his music himself on YouTube. It’s nothing like what you expect. Really! Go listen to Rachmaninoff on YouTube!” Palabra de Barenboim.
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