I Masnadieri en La Scala
Estrenadas ambas el mismo
año, I Masnadieri (Londres,
22-VII-1847) no está, me parece -y lo digo en contra de una opinión muy
extendida- entre los títulos menos interesantes de los "Años de
galeras". Cuatro meses antes (14-III-1847) se había dado a conocer, en
Florencia, Macbeth, indiscutiblemente
la más lograda de las óperas de Verdi anteriores a Rigoletto. En realidad es que prácticamente todas las óperas
primerizas de este compositor tienen algún elemento que las reviste de interés.
En casi todos los casos, la sinceridad del compositor, que abiertamente se
cree lo que escribe. La versión escalígera que en junio-julio de 2019 se presentó
del melodrama basado en Die Räuber (Los bandidos) de Schiller (del que, sin
duda, Verdi quedó por debajo en categoría artística) constituyó un logro sobresaliente,
tanto por su reparto vocal como por la batuta y la escena. Esta corrió a cargo
de David McVicar y, aunque pueda resultar controvertida, a mí me pareció
acertada en su enfoque. Michele Mariotti es un músico sólido que sabe lo que se
trae entre manos, aunque no sea el mejor Verdi juvenil que le he escuchado;
quizá debió aplicar mayor contundencia, dureza y aspereza en algunas
situaciones.
Lo mejor de la versión
estuvo, en mi opinión, en la elección de los cantantes: la Amalia de Lisette
Oropesa, quizá un poco más lírica de lo aconsejado, fue modélica de principio a
fin en el canto, si bien en la caracterización no hace olvidar a Caballé en su
famosa grabación junto a Bergonzi, Cappuccilli y Raimondi. Fabio Sartori,
Carlo, no es, evidentemente, Bergonzi, pero es de lo mejorcito que hoy puede
hallarse en tenores verdianos: muy en su lugar, sin alardes ni superficialidad,
sirviendo a la música. Se dice que prácticamente no hay barítonos verdianos
(cuando en realidad nunca ha habido muchos: ¿les parece lo que se dice un barítono
verdiano Tito Gobbi, que grabó no sé cuántas óperas junto a la Callas?);
pues bien, hoy, aparte de los ya bien consolidados que están en la mente de
todos (Carlos Álvarez y Ludovic Tézier en primer lugar), hay un hombre relativamente
joven, Massimo Cavalletti (n. 1978) que posee una de esas voces que muchos
operófilos nostálgicos dicen que ya no
existen. Robusta, timbrada, de color verdiano y de firme registro agudo. Ya
ha actuado con directores como Mehta, Barenboim, Chailly, Luisi, Luisotti, Roberto
Abbado o Pidò. Su Francesco en la presente función resulta más que
esperanzadora: creo que estamos ante un cantante que puede dar mucho juego. Muy
bien como Massimiliano Michele Pertusi, quien ya es un bajo-bajo, y notables
los intérpretes de los papeles menores.
Macbeth en Viena
El último Macbeth de
la Ópera Estatal de Viena (octubre de 2019) fue bastante más desigual. A decir
verdad, lo único que me pareció de veras grande fue Plácido Domingo en el rol
titular, y eso que llegó al final visiblemente cansado. Aun así, la fuerza, la
matización y la veracidad de su caracterización entusiasmaron al público. No
tuvo a su lado a una Lady Macbeth que me gustara: Tatiana Serjan posee una voz
más bien ingrata y una técnica desigual: los agudos, pequeños y alcanzados de
modo nada ortodoxo, parecen salir de otra garganta; la coloratura deja que
desear. ¿Le haría gustado esta señora a Verdi? Lo digo por aquello que afirmó
de que no quería una voz bella para encarnar a esa bruja (¡mucho más bruja
que las del coro!) Imposible saberlo, pero aprovecho para decir que no estoy de
acuerdo en ese punto con mi admiradísimo Verdi. ¿Son voces feas las de Bumbry o
Verrett, intérpretes eminentes de Lady Macbeth?... Banco estuvo a cargo de un
bajo-bajo de gran volumen, pero no precisamente muy dúctil: Ryan Speedo Green.
Malcolm estuvo encomendado a un tenor que creía estar cantando verismo:
Jinxu Xiahou. Muy bien, en cambio, el Macolm de Carlos Osuna (México, 1984). A
ver… La dirección musical de Gianpaolo Bisanti me pareció muy desigual: a ratos
correcta, a menudo demasiado acelerada, y aquí y allá bastante trivial. La
escena, a cargo de Christian Räth, tampoco me gustó: fea (no sórdida, como sí
debe ser) y con cosas de claro mal gusto.
Estoy de acuerdo: No estamos hoy peor de barítonos que hace diez, veinte, treinta o cuarenta años. Cuando Gobbi grababa tantas óperas con la Callas, solo se le oponía a parecido nivel Bastianini, que tenía un vozarrón que no sabía bien cómo utilizar, sin apenas distinguir el belcanto de Verdi o del verismo.
ResponderEliminarClaudio L.
Aunque te olvidas de Merrill y de McNeil, que estaban en su mejor momento al tiempo que Gobbi y Bastianini, es cierto que hoy, aunque a lo mejor no hay mejores voces baritonales que entonces, suele cantarse mejor, interpretarse con mayor atención a los personajes y distinguir entre estilos. Y en concreto sobre Rossini se ha aprendido muchísimo.
EliminarLos cuentos de hoffmann, verdi, puccini, también se hacen hoy bien y por lo que nos llega, la ópera rusa en rusia.
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