domingo, 12 de abril de 2020

Las "Variaciones Diabelli" más un par de asuntillos


Algunas opiniones sobre la Op.120 de Beethoven:

“La variación nº 20, Andante, a la que se ha llamado ‘Esfinge’ [parece que fue Franz Liszt quien la llamó así], es probablemente la página más hermética y alucinante jamás escrita por Beethoven” (Amedeo Poggi y Edgar Vallora)

“Esta variación es una de las páginas más misteriosas de toda la historia de la música” (Landry)

“En esta vigésima variación, el genio artístico, imitando el gesto creador de Dios, supo crear de la nada todo un mundo” (Vincent d’Indy)

“La vigésima variación retoma, en estado puro, el conflicto dramático de las últimas obras polifónicas de Beethoven. La polifonía, especie de canon sistemáticamente interrumpido, pasa despiadadamente a través de campos armónicos, los desquicia, los retuerce, los trastorna. Las dos dimensiones, la horizontal y la vertical, ambas autónomas y refractarias, unidas por la fuerza tratan de separarse una de otra” (André Boucourechliev)

“Son un universo en sí mismo, una antología de la música. Cuando uno mira las últimas variaciones, se encuentra, por ejemplo, que la nº 31 podría formar parte de las Variaciones Goldberg de Bach, con esa dimensión de las variaciones lentas de las Goldberg. Después viene la fuga, que podría ser una fuga de Haendel, y en la última variación estamos próximos a un minueto de Haydn o de Mozart. Son como doscientos años de música. Metafísica con humor” (Daniel Barenboim. Entrevista del diario La Nación de Buenos Aires, 9 de abril de 2020).
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El viernes santo Deutsche Grammophon ofreció gratis la interpretación en directo de las Diabelli por Barenboim, en una Sala Pierre Boulez de Berlín sin público, e incluso con muy pocas cámaras. Me pareció una interpretación bellísima, muy humanista, acaso la más hermosa de las que le conozco en disco, dvd, e incluso en directo (se las escuché en Lucerna y en Granada). Desde las tres variaciones lentas (29, 30 y 31) hasta el minueto final, Barenboim tocó realmente el cielo. No os perdáis el detallado comentario que ha escrito Vargas-Machuca en su blog (“Ya nos queda un día menos”), opiniones con las que -esta vez- coincido plenamente.

Mientras las daban en directo, a las 7 de la tarde, en la franja derecha de la pantalla aparecían comentarios de quienes la estaban siguiendo (más de mil oyentes, se podía leer, número que iba creciendo conforme avanzaban) y de alguien de la propia DG, que iba anunciando el comienzo de cada variación. Yo intervine con algunos comentarios, de admiración y agradecimiento al pianista y a la compañía discográfica. Más del 99% de los comentarios (¡excluyo los escritos en japonés, de los que nada puedo decir!) eran elogiosos, elogiosísimos (¡no era para menos!), pero vi un par de ellos que me chirriaron: uno decía que un piano moderno desvirtuaba el espíritu de la obra. ¡Menudo disparate! ¡Ojalá hubiera podido Beethoven escuchar semejante instrumento, dotado de unas posibilidades impensables en su tiempo! Era el “nuevo piano” que Barenboim se hizo fabricar por Chris Maene, en colaboración con Steinway.

El otro discrepante escribió que estaba muy bien, pero que echaba de menos a Kristian Zimerman. ¡Menudo disparate: ya quisiera el magnífico pianista polaco saber de Beethoven, ahondar en él, la décima parte de lo que ha hecho y demostrado cientos de veces el argentino! Aparte de los Conciertos Tercero al Quinto con Bernstein, Zimerman tiene poco que ofrecer del Gran Sordo -y no siempre bueno: le escuché en directo una atroz “Waldstein”-. Que se sepa, ha tocado solo unas pocas sonatas, mientras Barenboim ha tocado las 32 en multitud ocasiones, desde su primer ciclo a los 15 años. Y prácticamente todas las composiciones con piano… por no hablar de la música orquestal. Nadie hasta la fecha ha interpretado (¡y tan bien!) tantas obras de este compositor.  
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Y hablando de disparates: el brillante periodista y mal crítico musical Rubén Amón se preguntaba el otro día en El Confidencial si hacían falta más grabaciones de la Quinta Sinfonía de Beethoven, después de las de Furtwängler, Carlos Kleiber, Abbado o Harnoncourt… ¡Menuda selección, Dios nos coja confesados!: Abbado nada bueno ha dicho en ella, y Harnoncourt…  Pero concluía que sí, porque si después de esos maestros hubiese dejado de grabarse, nos habríamos perdido las de Chailly, Thielemann o Jansons… Thielemann y Jansons no son grandes intérpretes beethovenianos, y del atroz ciclo de Chailly mejor no hablar… ¡Es difícil estar más despistado, Rubén! Ni están todas las que son (hay ausencias clamorosas), ni son todas las que están…

Y si podéis, no os perdáis el programa de Sonatas y Variaciones para violín y piano de Mozart que van a ofrecer desde la misma sala y por el mismo conducto Barenboim y su hijo Michael el lunes 13. Algunos días después ofrecerá Daniel dos programas con Sonatas de Beethoven. Siempre a las siete de la tarde.  
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Para terminar, el segundo asuntillo al que me refería en el título: anteayer escuché casi íntegra (me perdí como medio minuto del comienzo) en Radio Clásica, sin saber quién dirigía, una Obertura de Egmont que me irritó muchísimo: caída, pesada, forzada, blanda… ¡Qué lástima! ¡Era Giulini con la Filarmónica de La Scala (2005)! La suya anterior con la New Philharmonia (1970) no me gustaba gran cosa, pero esta era horrible, para ser de uno de los mayores directores de su tiempo.

8 comentarios:

  1. Los olvidos de Rubén Amon son imperdonables: Klemperer, Jochum, Karl Bohm, Kubelik, Solti 1988, las de Barenboim... Es que Abbado y Janssons ni siquiera figuran en su larga lista, algo que se puede comprender. Estoy también totalmente en que la de Chailly es horrorosa. Amon cae en todos los tópicos: está claro que como crítico musical... que mejor se dedique a lo suyo.
    Ana de A.

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  2. ¡Muchas gracias por alertar de esa fabulosa recreación de las Diabelli! Lo de calificar a Amón como "brillante periodista" será irónico ¿no? Más bien dejémoslo como opinador o panfletista. Saludos cordiales ¡y salud!

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    1. No lo decía con ironía. Se esté o no de acuerdo con él, yo le he leído artículos realmente interesantes: creo que es brillante, aunque a veces superficial y, por supuesto, discutible. Pero por mi parte nada más de este asunto: en este blog no quiero hablar más que de música.

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    2. Resulta gracioso este comentario sobre que "el piano moderno desvirtúa el espíritu de la obra", porque es justamente al revés, el que desvirtúa es el piano de época. Quizás en la época de Beethoven soportaban el timbre de sus pianos, puesto que no conocían nada mejor, y accedian al espíritu de la obra. Pero en la actualidad, con la de modelos de pianos que se han ido produciendo y los que ahora tenemos, escuchar la Variaciones Diabelli en un piano de época no es una experiencia espiritual, es una tortura acústica y poco más.

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  3. De acuerdo, simplemente me sorprendía la diversidad de criterios a la hora de evaluar las opiniones entre unos ámbitos y otros. Para mí el periodismo, no importa de qué tipo ni a qué disciplina se refiera (música, política, ciencia...), debe apoyarse asimismo en planteamientos que posean una cierta solidez argumentativa. Y me parece a mí que Amón ni lo cumple en sus críticas musicales, como usted mismo señala sin escatimar calificativos, ni lo cumple en el resto de sus comentarios. Más saludos cordiales

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    1. Bien, esa es su opinión, que respeto. Pero no comparto en absoluto. No considero a Amón un mal críticomusical SOLO por esto, sino por muchas más cosas que le he leído u oído de viva voz. Carece en mi opinión de criterios.

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