Las maravillas de la
partitura
Como en toda la Tetralogía, pero de forma especialmente feliz en Sigfrido y, más aún, en El ocaso de los dioses, Wagner consigue desligarse cada vez más del origen melódico-vocal de los leitmotive de sus primeras obras; en El anillo alcanza una brevedad y concentración muy superiores: la mayoría de los motivos conductores duran dos o tres compases, cuatro excepcionalmente. Lo cual permite un desarrollo sinfónico mucho más fluido y “natural”. Sobre el empleo del leitmotiv con propósitos psicológicos, Thomas Mann ha escrito lúcidamente: “La técnica del tema del recuerdo, que ya se utilizaba ocasionalmente en la ópera desde antiguo, se perfecciona poco a poco en un sistema de profundo y melancólico virtuosismo que hace de la música, en una medida insólita, un instrumento de alusiones, reflexiones y connotaciones”.
Sigfrido, al igual que las otras tres partes, posee una personalidad propia: “Hay una luz diferente, un aire diferente en cada uno de los cuatro dramas de El anillo. [...] Se comprueba claramente gracias al hecho de que cuando Wagner continuó con la segunda parte de Sigfrido en 1869, tras haber suspendido su creación desde 1867, hizo lo que ningún otro músico anterior habría sido capaz de hacer: de forma espontánea e inconsciente volvió al idioma de doce años antes” (Newman).
Ya el Preludio del Acto I deja bien clara la habilidad pictórica de Wagner para crear un ambiente. La caracterización de los personajes, tan distintos, de Mime y Sigfrido está admirablemente lograda por medio del canto y de la orquestación. El largo diálogo entre el Mime y el Viandante (Wotan disfrazado), en el que mientras se interrogan cuentan cosas que el oyente ya conoce, entretiene en exceso la acción: es una de las dilatadas narraciones, a las que Wagner era muy aficionado, que no son precisamente acertadas desde el ángulo teatral; por lo demás, los personajes están, de nuevo, magistralmente perfilados. Cuando el Viandante se va, Wagner nos describe de modo pavorosamente genial el terror que experimenta el enano, y que en vano intenta luego inculcar a Sigfrido. Toda la escena de la forja es de una dimensión épica y de una plasticidad realmente apabullantes: “Hay una fuerza temible en este pasaje de la ópera, algo que parece ir más allá del espacio confinado de la música y encarnar las fuerzas mismas del mundo, como una danza primitiva, como los brutales ritmos hidráulicos de las fábricas y de las maquinarias” (Antonio Muñoz Molina).
No existe música más oscura, inquietante y siniestra que la del Preludio al Acto II. El estremecimiento del final produce una sensación casi física. Tras el encuentro con el Viandante (al que Alberico reconoce como Wotan), la sórdida imprecación del nibelungo pone la piel de gallina.
Imperceptiblemente se encadena a la anterior la breve escena entre Mime y Sigfrido, antes de los “Murmullos del bosque”, una de las páginas más bellas y más sutilmente orquestadas de toda la producción wagneriana, lo cual no es poco decir… Aquí el Pájaro canta, pero sin palabras, en distintos instrumentos de viento-madera. Tras matar a Fafner, que, convertido en dragón es una figura más simpática que el fratricida de El oro, el Pájaro canta con palabras inteligibles, advirtiendo al mocetón de las malvadas intenciones de Mime. Es ciertamente curioso, y acertado, lo que a Wagner se le ocurre para este diálogo: Sigfrido (y con él los espectadores) oye no lo que Mime dice, sino lo que piensa, o sea sus intenciones de matarlo. Es, por tanto, Sigfrido quien mata a Mime y no al revés. Muerte casi instantánea, a la que Wagner concede brevísima relevancia en la orquesta. El Pájaro insta a Sigfrido a que atraviese el fuego mágico para despertar a la doncella Brunilda (luego, curiosamente, al descubrirla, se ha olvidado de que es una mujer; cree que es un “compañero”). La conclusión del acto es de lo más opuesta al comienzo: el ambiente es ahora de entusiástico ardor.
Un breve, tenebroso y furibundo Preludio abre el Acto III. El Viandante, desesperado, despierta e interroga a una Erda que, en esta ocasión, no satisface las demandas del dios. Más encrespado aún es el encuentro de éste, subrayado con brutalidad por la orquesta, con Sigfrido, que acaba rompiendo, en tremendo clímax, la lanza del Viandante al negarle éste el paso hacia Brunilda.
Sigue un interludio orquestal de belleza sublime. La contemplación de Brunilda provoca el máximo arrobo en el joven… y en los oyentes de esta música indescriptiblemente maravillosa, la cima indudable de Sigfrido. La mujer a la que Sigfrido cree un hombre provoca por fin el temor y la zozobra en el joven, antes de sumirlo en la mayor admiración al descubrir que no es una persona de su sexo. Admiración que da paso al amor. La poco más de media hora en que canta Brunilda es, sin embargo, una de las partes más arduas de la historia del género. Que comparte esfuerzo con el protagonista, que lleva ya cantando horas sin apenas tregua. ¡Pero la música del dúo es de tal belleza!… Hay, sin embargo, un problema práctico: en una interpretación en público los dos cantantes, salvo que sean auténticos héroes, llegan a la extenuación, y con frecuencia empañan la inmensa hermosura musical, que se crece, si cabe, con la aparición del excelso tema sobre las palabras de Brunilda “Ewig war ich, ewig bin ich”, el del Idilio de Sigfrido.
WAGNER: Siegfried. Discografía
Siegfried/Brünnhilde/Mime/Wanderer/Alberich/Fafner/Erda/Pájaro del bosque
1950 Svanholm/Flagstad/Peter Markwort/Josef Herrmann/Alois Pernerstofer/L.Weber/Höngen/Julia Moor/Furtwängler/Orquesta de La Scala, Milán (Music&Arts) 81’05+74’32+75’23 7,5/4
1953 Varnay/Windgassen/Kuen/Hotter/Malaniuk/Neidlinger/Greindl/Maria von Ilosvay/Rita Streich/Krauss/Orquesta del Festival de Bayreuth (Foyer) 82’35+75’10+79’20 8/5
1953 Suthaus/Mödl/Patzak/Frantz/Pernerstorfer/Greindl/Klose/Rita Streich/Furtwängler/Orquesta Sinfónica de la RAI, Roma (EMI) 88’24+74’20+84’06 8/6
1955 Windgassen/Varnay/Kuen/Hotter/Neidlinger/Greindl/Maria von Ilosvay/Ilse Hollweg/Keilberth/Orquesta del Festival de Bayreuth (Testament) 77’46+72’30+77’45 8/6
1956 Windgassen/Varnay/Stolze/Hotter/Frans Andersson/Greindl/Maria von Ilosvay/Dorothea Siebert/Knappertsbusch/Orquesta del Festival de Bayreuth (Golden Melodram) 86’30+77’57+84’42 9/6
1958 Windgassen/Varnay/Stolze/Hotter/Frans Andersson/Greindl/Maria von Ilosvay/Dorothea Siebert/Knappertsbusch/Orquesta del Festival de Bayreuth (Arkadia) 88’35+78’58+85’33 9/6
1963 Windgassen/Nilsson/Stolze/Hotter/Neidlinger/Böhme/Höffgen/Sutherland/Solti/Orquesta Filarmónica de Viena (Decca) 82’31+74’14+80’38 9/8,5
1966 Windgassen/Nilsson/Wohlfahrt/Adam/Neidlinger/Böhme/Vera Sukupova/Köth/Böhm/Orquesta del Festival de Bayreuth (Philips)
1969 Jess Thomas/Dernesch/Stolze/Stewart/Kelemen/Ridderbusch/Domínguez/Catherine Gayer/Karajan/Orquesta Filarmónica de Berlín (DG) 86’38+74’07+83’24 8,5/8
*1980 M.Jung/G.Jones/Zednik/McIntyre/Becht/Hübner/Wenkel/Norma Sharp/Boulez/Orquesta del Festival de Bayreuth/*Patrice Chéreau (*Philips) 75’00+74’17+75’48 7/8
1982 Kollo/Jeannine Altmeyer/Schreier/Adam/Nimsgern/Salminen/Ortrun Wenkel/Norma Sharp/Janowski/Staatskapelle Dresden (Eurodisc) 77’24+74’32+80’19 8/8,5
*1990 Jerusalem/Behrens/Zednik/Morris/Wlaschiha/Salminen/Svendén/Dawn Upshaw/Levine/ Orquesta del Metropolitan, Nueva York/*Otto Schenk (*DG) 82’30+76’30+81’25 7,5/8
1993 Jerusalem/Anne Evans/G.Clark/Tomlinson/Von Kannen/Philip Kang/Svendén/Hilde Leidland/Barenboim/Orquesta del Festival de Bayreuth (Teldec/*Warner: Harry Kupfer) 77’44+78’56+83’23 9/9
*2008 Lance Ryan/Jennifer Wilson/Gerhard Siegel/Juha Uusitalo/Franz-Josef Kapellmann/Stephen Milling/Catherine Wyn-Rogers/Marina Zyatkova/Mehta/Orquesta de la Comunidad Valenciana/*La Fura dels Baus/*Carlus Padrissa (*C Major) 84’33+77’05+84’08 7,5/9
2013 Lance Ryan/Stemme/Peter Bronder/Terje Stensvold/J.M.Kränzle/Alexander Tsymbalyuk/ Larsson/Rinnat Moriah/Barenboim/Orquesta de La Scala, Milán/*Guy Cassiers (*Arthaus) 81’04+77’20+80’02 8,5/9,5
*2011 Stephen Gould/Linda Watson/Gerhard Siegel/Albert Dohmen/Andrew Shore/Hans-Peter König/Christa Meyer/Robin Johannsen/Thielemann/Orquesta del Festival de Bayreuth/*Tankred Dorst (*Opus Arte) 244’37
Nota: la versión de Furtwängler en La Scala contiene cortes en los Actos I y III.
Me ha gustado mucho el comentario sobre Sigfrido. Una pregunta: ¿al valorar, qué peso le da usted en una grabación a los cantantes, a la orquesta y al director?. V.L.S.
ResponderEliminarEn una ópera de Wagner no es, en mi opinión, como en una de Donizetti: la dirección musical es para mí lo más importante (formando un conjunto con la calidad de la orquesta, que en todo caso "pesa" menos que la batuta). A continuación, los cantantes (no solo la voz, sino, en primer lugar, la interpretación).
EliminarComo ya he contestado a otro lector, en las versiones videográficas no estoy teniendo en cuenta la escena, que en muchos casos no sabría siquiera cómo valorar.
No soy ningún entendido en el anillo, estoy esperando a comprar el de Barenboim-Kupfe en DVD, visto el buen sabor de boca que me dejó hace un tiempo el Parsifal de ambos que circula por youtube. En otro orden de cosas, hoy ha comenzado la temporada otoño-invierno de radio clásica, la he conectado varias veces a lo largo del día para apagarla enseguida, pues es un continuo machaque de parloteo de tonterías y músicas que nada pero que nada tienen que ver con Beethoven, Mozart, Wagner o Puccini, lo que se supone debe sonar en una emisora que se llama radio clásica, sino que aparte de las tonterías que dicen los locutores las acompañan con fados, rap, flamenco, pop, rock,y etc..no entiendo cómo ha podido esta antaño referente cultural, degenerar tanto. Para olvidarme de tanto virus y tanta estupidez leo a Unamuno, algo que os recomiendo.
ResponderEliminarIncluso wagnerianos tan conservadores como Angel Fernando Mayo, acabaron admitiendo y hasta admirando las producciones wagnerianas de Harry Kupfer, así como el asombroso Tristán de Heiner Müller (su única puesta en escena operística).
EliminarAyer también yo apagué Radio Clásica: todo es susceptible de empeorar aún más. Música a la carta (o el programa que la sustituye: no sçe si ha cambiado de nombre) empezó peor imposible, con una frase que quiere ser buque insignia del programa: algo así como "Peticiones bonitas de música bonita para gente bonita". Le recuerdo a la conductora del programa que "bonita" no es lo mismo que "bella", pues "bonita" tiene unas connotaciones claramente negativas. ¿Es bonita la Gran Fuga de Beethoven, son bonitas las pinturas negras de Goya?
No puedo estar mas de acuerdo con este comentario, y otros anteriores, sobre la actual Radio Clasica y su penosa programación que me hace jurar en hebreo,lo que no me gusta, varias veces al dia. En especial un programa titulado Longitud de Onda ,sobre el que no quiero extenderme en comentarios por su puerilidad y subdesarrollo cultural.
ResponderEliminarPero esto no me gustaría que fuera en detrimento de la continuidad de los programas de Jazz y Flamenco que añaden mucho a nuestro gusto por la música clásica.
Es sorprendente que el programa actual de Jazz,que dirije y comenta Luis Martin sea para mi el espacio de mas nivel de toda la programación.Si tuviéramos en la clásica algunos comentaristas de ese nivel, la calidad de la emisora subiría muchos enteros.
Lo del flamenco, habría que apoyarlo.aunque solo fuera, por si en algún sitio lo puede estar escuchando D.Manuel de Falla.
No solo programan cada vez más musiquillas que no son ni clásicas, ni jazz ni flamenco. Sino que no filtran las peticiones en Música a la carta, con lo cual en este programa se oyen cada vez más frecuentemente musiquillas de ínfima calidad: están animando a muchos oyentes a solicitar este tipo de bazofias.
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