Wagner: Sigfrido. Argumento
Acto I. Caverna en el bosque. El enano Mime trata en vano de soldar en la fragua los dos pedazos de la espada Notung, la única con la que Siegfried podría dar muerte al dragón Fafner. Mime pretende así apoderarse del fabuloso tesoro de los nibelungos que Fafner custodia. Pero Siegfried, que trae consigo un oso para asustar a Mime, no oculta el desprecio que le produce el enano, quien dice ser su padre. El joven le expresa su convencimiento de que no puede ser hijo suyo, pues ha observado en el bosque que los animales se parecen siempre a sus padres. El enano acaba confesando a Siegfried que su madre fue Sieglinde, quien murió al darle a luz, confiándole el bebé para que lo criase y entregándole los trozos de la espada de su padre, Siegmund. El joven le pide que le recomponga la espada y se interna en el bosque.
Aparece Wotan disfrazado de Viandante y reta a Mime a un juego de preguntas y respuestas; el dios confiesa al enano que sólo quien desconozca el miedo podrá recomponer de nuevo Notung. Cuando vuelve Siegfried, Mime intenta sin éxito enseñarle qué es el miedo describiéndole a Fafner. Mientras el mismo Siegfried se apresta a forjar Notung, Mime prepara un brebaje con el que envenenar al joven en cuanto haya dado muerte al dragón. Cuando rehace la espada, Siegfried la prueba asestando un golpe al yunque, que se parte en dos trozos.
Acto II. Delante de la gruta de la envidia (Neidhöhle), donde duerme Fafner, se halla escondido el enano Alberich, que pretende adelantarse a su hermano Mime y apoderarse del tesoro que custodia el dragón. Aparece el Viandante, que advierte a Alberich de que Mime planea servirse de Siegfried para matar al dragón. El dios despierta a Fafner para que Alberich convenza al dragón de que le entregue el anillo; podrá así conservar el resto del tesoro y librarse de morir. Pero Fafner se cree invencible, asegura que devorará al joven y pide que le dejen dormir. Al amanecer llegan Siegfried y Mime, quien todavía trata de infundir miedo al joven. El enano se aleja a la espera de que el combate termine en la muerte los dos contendientes. El joven escucha los murmullos del bosque y a un pájaro, al que intenta imitar con un una flauta que él mismo se prepara. Con el sonido de su cuerno de caza despierta y reta a Fafner, que sale de la gruta; tras una breve lucha, el joven le clava la espada en el corazón. Mientras se desangra sobre el cuerpo de Siegfried, le previene de la maldición que pesa sobre el anillo y de que Mime quiere darle muerte. Cuando se lleva a la boca la mano manchada de sangre, Siegfried descubre que entiende el canto del pájaro, el cual le aconseja que se lleve del tesoro solo el anillo y el yelmo mágico. Vuelve Mime, que intenta envenenarlo, y Siegfried le da muerte. Tapona la entrada a la gruta con el cuerpo del dragón y atiende al pájaro, que ahora le enseña el camino hacia Brünnhilde, quien duerme rodeada de llamas en lo alto de una roca.
Acto III. Al pie de esta roca se halla el Viandante, que interpela a la sabia Erda para intentar, en vano, evitar la decadencia de los dioses; la profetisa le responde con ambigüedades pero le da a entender que inevitablemente se cumplirán sus más oscuros presagios. Wotan, irritado, la sume en un sueño eterno. Llega Siegfried y, aunque el dios es consciente de que en el fondo de su alma le ama, sabe también que si el joven héroe despierta a Brünnhilde, será el fin del reinado de los dioses. Intenta, por tanto, detener con su lanza al osado y arrogante joven, pero éste la parte con su espada en dos pedazos y prosigue su camino. Atraviesa las llamas que rodean a Brünnhilde y, al principio, la toma por un hombre. Al retirarle el escudo que la protege descubre, con asombro y temor, que es una mujer: es la primera vez de su vida en que experimenta temor. Cuando la despierta por medio de un beso, Brünnhilde saluda su retorno a la vida y se alegra al saber que ha sido Siegfried quien la ha liberado. Aunque sabe que ha sido despojada de su divinidad, siente que su amor humano por Siegfried le procura una felicidad aún mayor. Los amantes, llenos de júbilo, se funden en un abrazo apasionado.
..........................................................................MÁS ANÉCDOTAS DE OTTO KLEMPERER (I)
Ad libitum
“¿Qué es eso que está tocando usted?”, le preguntó Klemperer durante una sesión de grabación a un instrumentista que estaba tocando una parte solista con sorprendente lentitud. El músico le contestó que estaba siguiendo las instrucciones de su partitura. “¿Qué dice la partitura?”, le preguntó el director. “Ad libitum”, contestó el músico. Y Klemperer gruñó: “¡¿Ad libitum de quién!?”
El Winterreise de Solti
El gran barítono alemán Dietrich Fischer-Dieskau acababa de aceptar invitaciones para dirigir cuando, un día, se encontró con Klemperer. “Dr. Klemperer -le dijo Fischer-Dieskau-, ¿podría tener el honor de que viniese usted a escuchar el concierto en el que la semana próxima voy a dirigir la Novena Sinfonía de Schubert?”-“Me temo que no podré ir. Ya le he he prometido a Solti ir a escucharle el Viaje de invierno”.
Con Maria Callas
Klemperer no quedó muy contento tras escuchar en una ocasión a Maria Callas. Poco después Walter Legge [el todopoderoso productor de EMI y esposo de Elisabeth Schwarzkopf] llevó a la soprano a un concierto de Klemperer. Al terminar, fueron al camerino a saludar al director, a quien Legge presentó a la cantante. Con su francas maneras, Klemperer le confesó: “La he escuchado en dos ocasiones: en Norma, muy bien; en Ifigenia, horrible”. “Gracias, maestro”, le contestó Callas con una encantadora sonrisa. “Pero estoy seguro -le dijo Klemperer- de que Mr. Legge estará de acuerdo en que cante usted un concierto conmigo. ¿Qué le gustaría cantar?”. Callas sonrió con dulzura y le dijo: “las arias de Ifigenia, maestro”.
Encuentro con Bruno Walter
Cuando Bruno Walter dirigió en Viena por última vez, poco antes de su muerte, coincidieron en el ascensor de la Musikverein Klemperer y él. “Me encontré con Bruno Walter en el ascensor -contó más tarde Klemperer- al día siguiente de escucharle su concierto. Y le dije: ‘Dirigió usted la Sinfonía exactamente igual que cuando se la escuché hace veinte años’ ¡Y se lo tomó como un cumplido!”
Klemperer pone en apuros a Barenboim
Klemperer era muy afectuoso con el joven Daniel Barenboim. Una mañana lo citó en su hotel con muy poca antelación. Al llegar, el pianista se dio cuenta de que había sido convocado para acompañar al piano a una gran soprano [¿Heather Harper?] que iba a cantar varias canciones compuestas por el propio Klemperer. Después de acompañar a la soprano durante un tiempo que a Barenboim le parecieron horas, Klemperer se volvió hacia él y le preguntó: “¿Qué le parecen mis composiciones? ¿Le gustan?”. Barenboim fue lo suficientemente valiente y honrado para decirle a Klemperer que no. Cuando se despidió de él, Klemperer se volvió hacia la soprano y le dijo: “Barenboim es un buen chaval, pero no tiene gusto en música”.
A favor de la Sinfonía del Nuevo Mundo
Tras el estreno de una sinfonía de un joven compositor británico, este se refirió desdeñosamente a la última Sinfonía de Dvorák. “Pues a mí me parece que una sinfonía antigua sobre el Nuevo Mundo -le dijo Klemperer con una mirada perversa- puede que sea mejor que una sinfonía nueva del viejo mundo”.
¡Menudo sarcástico y mordaz era Klemperer! ¡En todo caso, tenía un gran sentido del humor (negro)! RUBÉN.
ResponderEliminarDicho en plata, era un poco cabronazo. JORGE.
EliminarLo que no está tan claro de Klemperer es si fue antes el huevo o la gallina, vamos, si su mal humor y cinismo venía de serie en el momento de nacer, o si las trágicas circunstancias de su vida le agriaron el carácter. Siempre me ha quedado esta duda sobre el personaje.
EliminarYo no creo que una persona nazca sarcástica. Creo que a Klemperer le moldearon las muy difíciles circunstancias de su vida. Pero estoy casi seguro de que no era un mal bicho.
EliminarEstimado Ángel:
ResponderEliminar¿Dónde se pueden encontrar las anécdotas de Klemperer? ¿Hay algún libro que recomiende sobre el genial director?
De antemano, muchas gracias.
Cristian.
Están en el siguiente librito, que yo sepa solo en inglés: Anécdotas extraídas del libro “Klemperer Stories”, compiladas y editadas por Charles Osborne y Kenneth Thomson. Robson Books, Londres, 1980
EliminarNo se quien seria peor (en el buen sentido) si Klemperer o el Kna.
ResponderEliminarNo conocía dichos de Kna!
EliminarBueno, sí, recuerdo que en un ensayo con la Filarmónica de Viena, a poco de comenzar -le gustaba poco ensayar- les dijo a los músicos: "Ustedes conocen esta obra, y yo también. Así que nos vemos esta tarde en el concierto".
EliminarSí, esta anécdota de Kna se encuentra en la página 107 del libro "LOS GRANDES DIRECTORES DE ORQUESTA" de Hans-Klaus Jungheinrich, 1991, versión española de Adriana Hochleitner de Vigil para Alianza Editorial.
EliminarEl problema de dicho libro es, según mi criterio, que el autor prefiere hablar más de política, ideologías, responsabilidades y complicidades de varios artistas. Aunque parezca mentira, el odiador Harold Charles Schonberg se muestra más piadoso (y objetivo) con Furtwängler que el politizado Jungheinrich. Ni hablar de otros artistas.
Coincido con su opinión respecto al texto de Jungheinrich, fuera de foco, buscando más la pokémica fácil que la argumentación razonada de las tesis que propone el autor. No lo recomiendo.
EliminarA mí tampoco me ha convencido gran cosa ese libro.
EliminarCreo que es de Kna en Italia. Le dijeron que determinado músico llevaba pistola.
ResponderEliminarEn el ensayo ese músico tocó mal y le dijo "Máteme si quiere pero haga así su parte"
Otra respecto al cisne. El director de escena no quería que apareciera un cisne. Y dijo que sin cisne no había Lohengrin. Al final pareció ceder pero se confabuló con el tramoyista que lo descolgó del techo oportunamente.
Es muy posible que sean recuerdos de P Machado de Castro que era un fan de Kna. Cito de memoria.
Esa historia es similar a la de que Wieland Wagner no queria poner una paloma descenciendo al final de Parsifal y Kna le dijo que sin paloma no habia Parsifal. Entonces la colgaron de tal forma que el la podia ver desde el foso pero el publico no.
ResponderEliminarHay muchas, tendria que repasarlas. Por ejemplo recuerdo una que lei que en una representacion de Parsifal, las campanas las tañia el Conde Gravina que era familia de Liszt y de Wagner pero le daba desacompasadamente. Entonces Kna solto: "Nieto de Listz, cuñado de Wagner, el muy hijo de....."
Otra por ejemplo Cuando iba a grabar el primer acto de la Walkiria con la Flagstad, Culshaw le dijo que harian sesiones de pocos minutos. EntoncesKna dijo que porque, y Culshaw le respondio que para que no se agotase. Entonces Knasuelta: "Pero como va a agotarse si parece un acorazado"
Estas son de memoria, tendria que rebuscar paraencontrar mas.