Singular, maduro y bastante otoñal
Riccardo Muti ya no es exactamente el que era: la edad (79 años) se le nota en una mayor creatividad, en una especial madurez, con no poco de otoñal. Ya no parece tentarle tanto aquella extraordinaria brillantez de anteriores Conciertos de Año Nuevo, lo que no quiere decir que haya desaparecido esa rutilancia. Pero muestra las aristas un poco menos punzantes, un poco más romas; el sonido de la Filarmónica de Viena -con un denominador común siempre invariable en este repertorio- es ahora un poco menos incisivo y algo más suntuoso y robusto, más germánico (¿?), algo más próximo al de Karajan y al de Barenboim. Por cierto, Muti no perdió de vista la partitura ni siquiera en las páginas más conocidas.
Llevamos muchos años en que la política del evento es la de incluir un número excesivo de novedades, que muy rara vez pasan de insípidas o incluso de hechas con una ramplona rutina de fórmulas manidas. Esta vez han sido como media docena; ¿por qué no volver al modelo Karajan? Todas y cada una de las piezas de aquel 1987 fueron obras maestras: extensas o breves, pero maestras todas. No hay que olvidar que entre Johann hijo y su infravalorado hermano Josef tienen al menos una veintena de valses admirables (¡los del primero contaron en su día con la rendida admiración de Wagner, de Bruckner y de Brahms, nada menos!), y de un número mayor aún de polcas rápidas y a la francesa, marchas, galops, etc., por no hablar de unas cuantas oberturas soberbias (¡ni siquiera me parece la de El Murciélago la mejor!). Y a todo ello hay que añadir unas cuantas buenas piezas de compositores de la órbita, incluido Suppé (de Johann padre y de Eduard hay poco que rascar). O sea, que hay material para no menos de cinco conciertos en los que no habría que repetir composiciones (al margen de las inamovibles dos propinas finales).
Pero bueno, voy a hablar someramente de lo que me ha parecido el de esta mañana. En la Marcha de la opereta Fatinitza de Suppé he creído reencontrar al Muti rutilante, si bien no tanto como en otros brillantísimos, apabullantes suppés que le recuerdo. Del apreciable vals de Johann hijo Ondas sonoras lo que más me ha hecho disfrutar han sido las imágenes de artilugios mecánicos varios haciendo sonar música. La Niko Polka del mismo es perfectamente olvidable. Soberbia, pero no tremendamente explosiva hizo la estupenda polca Ohne Sorgen (Sin preocupaciones) de Josef. Interesante el vals Lámparas de minero de Carl Zeller, que le permitieron a Muti desplegar ímpetu y aplicarle fuertes rubatos (cuya especial y esquiva técnica domina cada vez mejor). Irrelevante el galop de Carl Millöcker Darse la gran vida. Tras él, el documental de Feliz Breisach me ha parecido, una vez más, una pura maravilla visual, sumándose el interés de escuchar a diferentes grupos de instrumentistas de la Filarmónica de Viena que llenan de asombro por su extraordinaria musicalidad y comprensión estilística de lo que tocan.
La segunda parte -mucho más larga, como siempre, que la primera- comenzó con la soberbia obertura de Suppé Poeta y aldeano, en la que Muti equilibró divinamente poesía y fulgor. Sensacional el cellista. Creo que el vals de Karel Komzák Bad’ner Mad’ln (Muchachas de Baden) merece mucha mayor atención de la que se le suele prestar. Pieza favorita de Hans Knappertsbusch (que dejó grabada una interpretación rigurosamente genial en estudio con esta Orquesta), me da la impresión de que Muti conoce bien esa grabación. Y consiguió casi casi alzarse hasta su nivel, con unos tremebundos pero justificadísimos rubatos. La polca Margarita de Josef y sobre todo el Galop Veneciano (con ridículas castañuelas a la española) de Johann padre deberían no volverse a escuchar en un montón de años. El vals Voces de primavera de Johann II resultó más elegante que ardiente (¡Boskovsky!). En la graciosa cuadrilla Nuevas melodías este compositor hilvanó un poco forzadamente citas de La Traviata, Rigoletto e Il Trovatore: supongo que otra pequeña concesión al origen del director.
El Vals del Emperador (para mí, quizá el mejor de los de su autor junto a Cuentos de los bosques de Viena) fue lo más singular y creativo de la mañana: más solemne en su introducción y luego más elegante que apasionado, creo que es un logro privativo de una extraordinaria batuta. Cómo rememoró antes de la coda un melancólico remanso fue de quitarse el sombrero; ahora bien, el enorme calderón conclusivo resultó quizá excesivo. El programa terminó con la apañada polca rápida del mismo Fogoso en el amor y la danza. En la primera propina, la Polca Furioso hizo pleno honor al título de la pieza. El Danubio azul, moroso y escasamente entusiástico, cayó en algún momento en falta de interés.
La ausencia total de público en la Sala Dorada de la Musikverein no me ha resultado tan deprimente como me temía. Sobre todo en lo que respecta a la Marcha Radetzky que le pone final; casi se agradece poderla escuchar sin palmadas, más o menos extemporáneas, del público. En sus palabras (en inglés, traducidas a medias por Martín Llade), el director titular de la Sinfónica de Chicago abogó por la necesidad de mimar más la cultura. Por cierto, Llade afirmó que Pablo Heras Casado “fue el primer español en dirigir la Filarmónica de Viena”. Pero casi cincuenta años atrás yo la escuché en Salzburgo con Jesús López Cobos… Y terminó anunciando que, tras sus apariciones en 2009 y 2014, en 2022 volverá a dirigirla Daniel Barenboim.
Voy a repasar mis notas sobre los dos Conciertos de Año Nuevo dirigidos por Barenboim (2009 y 2014), a ver si me ha traicionado la memoria: en la última entrada de su blog, mi amigo Fernando López Vargas-Machuca, con cuyas opiniones suelo tan a menudo coincidir, afirma que “de Barenboim me gustó muchísimo su segundo concierto, no así el primero”.
ResponderEliminarMis puntuaciones para el primero fueron de 10 en las siguientes piezas: Obertura de Una noche en Venecia, Cuentos orientales, Correo urgente, Balas mágicas (Freikugeln), Obertura y Marcha de El barón gitano, Vals del tesoro, Polca Alejandrina, Truenos y relámpagos, Vals de las esferas, Eljen a Magyar! y ¡No estamos tan preocupados! (So ängstlich sind wir nicht!). O sea, 12 piezas.
Y para el segundo fueron: Helenen-Quadrille, Friedenspalmen, Seid umschlungen Millionen, Fogoso en el amor y la danza, Obertura de Waldmeister (Aspérula), Klipp-klapp, Pizzicato de Sylvia de Delibes, Dynamiden, Ohne Sorgen (Sin preocupaciones) y Carrière-Polka. O sea, 11 piezas. Es decir, una menos que en 2009. O sea, que en estas apreciaciones no coincidimos. Diré más: de quedarme con la más memorable interpretación de ambos conciertos, elegiría quizá Una noche en Venecia (la versión de Berlín, muy superior a la de Viena), de 2009.
Puntualización: cuando digo que la versión de Berlín de Una noche en Venecia me parece muy superior a la Viena me refiero solo a la obertura.
EliminarA mí en general me ha parecido muy bueno, aunque quizá sea parcial, pues como te digo Muti es, junto con Barenboim, mi director favorito de los actuales, y casualmente los que dirigen este año y el que viene este concierto....
ResponderEliminarYo diría que no eres parcial. Y la opinión de que esos dos son los más grandes de hoy no me parece ni mucho menos extraña, sino todo lo contrario. Probablemente la comparto. Solo que quizá habría que decir "los tres", añadiendo a Andris Nelsons.
EliminarNo soy ni mucho menos un experto, solo un aficionado tardío, pero si me ha parecido algo soso y un poco lento. me ha encantado el vals del Emperador y el documental coincido con usted en que ha sido lo mejor.
ResponderEliminarLlade afirmó en sus comentarios que la cuadrilla "Nuevas melodías" se interpretaba por primera vez en este concierto. Es falso: ya apareció con Mehta en 1998. Omito más consideraciones por no generar polémicas que el dueño del blog no ha querido introducir en su texto inicial.
ResponderEliminarws
ResponderEliminar¿Qué ha pasado con tu texto? ¿Qué es eso de "ws"?
EliminarDisculpas. Ha habido un problema y justo al final se ha borrado mi mensaje (que extraño!).
EliminarQueria simplemente decir que me ha parecido fantástico el concierto y coincido con lo que se dice arriba de que Muti y Barenboim son quizás los mejores directores vivos. El otro a mi me parecía Jansons (al que usted creo que admiraba menos que yo por lo que le he leído).
Coincido también con lo que dices de que lo mejor del concierto fue quizás el vals del emperador que Muti dirigió con gran sensibilidad y, diría, de manera casi trágica en las secciones lentas. Quizás como un recuerdo de la tragedia que ha vivido el mundo en los últimos 10 meses...
Me ha gustado también mucho el discurso de Muti. Creo que en el mundo actual se entiende el arte como entretenimiento. EN una entrevista reciente de Muti decía que ahora los jóvenes con los que toca le dicen "vamos a tocar, vamos a divertirnos" y para el (educado en otra tradición de profundizar en la música) ese approach es ridiculo. Detecto en Muti una cierta desilusión con la vida y con como la sociedad moderna ha evolucionado y eso se refleja en su manera de hacer música, en mi opinion.
Esto me ha hecho pensar en algo que escribió usted hace tiempo sobre Muti: que tiene una cierta tendencia al monumentalismo en la dirección, sobre todo en Verdi. Estoy de acuerdo. Si se comparan sus Verdis recientes con los que hizo en la Scala o en Londres anteriormente, se ve menos garra teatral y mas "esencialismo ordenado", podría decirse. Y me ha hecho pensar que quizás el este evolucionando en esa dirección en cierta forma (quizás incluso inconsciente) para re-afirmar las obras maestras del periodo clásico y romántico que dirige en un periodo de decadencia generalizada como el actual.
Muchas gracias por el blog como siempre
Un saludo
Creo que es muy atinado lo que dices.
EliminarAun así, concretamente en Verdi creo que Muti me gustaba más hace años que últimamente; salvo en el soberbio Requiem que hizo hace pocos años en Chicago, su Verdi tenía antes más mordiente, era más rebelde, no solo más dramático y teatral. Pero en general la evolución de Muti estoy de acuerdo en que ha sido hacia una madurez más profunda.
Gracias. Celebro que encuentre atinado mi comentario.
EliminarSi no los ha visto, le recomiendo los documentales sobre el Falstaff que hizo hace poco en el festival de Ravenna (tuve la suerte de verle en directo) y todo el trabajo que esta haciendo con la Italian Opera Academy en Ravenna.
Es muy interesante escuchar a Muti y lo que piensa de la forma de montar las operas en la actualidad y como difiere de lo que se hacia en el pasado, donde se realizaba un trabajo detallado sobre el texto durante semanas antes de un montaje, que ya no se hace. Sus opiniones sobre las puestas en escena "modernas" y demás podría pensarse que son un poco de viejo amargado pero la verdad es que tiene mucha razón en lo que dice. Creo que todas esas tendencias nuevas le han llevado inconscientemente al monumentalismo que usted menciona como forma de reafirmar y revalidad el texto como esencia de la obra que debe ser respetado.
Aun así, estoy de acuerdo, me gusta más su Verdi de la juventud y la Scala. Quizás porque la música de Verdi se adapta mejor a ritmos vivos y garra. El monumentalismo queda algo frio y antinatural en una música que es de por sí muy viva e intensa.
Aun así, Muti siempre dice que quiere liberar a Verdi (y a toda la opera italiana) del tópico de italianidad, tocar rápido con ritmos vivos. Para el Verdi (como italiano del norte) tiene conexiones muy fuertes con la música alemana. Parece ser que era un enamorado de los Cuartetos de Beethoven, de Mozart y de Haydn. Quizás por eso también haya evolucionado en su estilo Verdi hacia una manera de hacerlo más monumental y esencialista, mas germánica en cierto sentido. Es un tema muy interesante.
Un saludo
Leyendo ayer la única obra de teatro de Garcia Márquez, muy cortita, la protagonista dice Mozart no existe pues cuando es malo suena como Haydn y cuando es bueno como Beethoven. Sin duda una maldad,
ResponderEliminarYa conocía esa frase, estúpida por cierto. ¿Haydn peor que Mozart? ¡Y una mierda! No sé si será inventada por García Márquez; más bien la recoge de alguien que la había dicho o escrito anteriormente.
EliminarUna pregunta ¿Bernstein alguna vez estuvo en consideración para dirigir el Concierto de Año Nuevo?
ResponderEliminarBernstein, Solti o Giulini o bien quizá nunca fueron invitados (porque no se les conoce aproximación o maestria en este repertorio) o declinaron dirigirlo. Quien me extraña que no dirigiese ningún concierto de año nuevo fue Karl Böhm, que tiene un magnífico disco grabado de Johann Strauss en estudio para DG con la Filarmónica de Viena.
EliminarSegún parece, Bernstein debía haber dirigido el concierto de 1992,pero como se murió no hubo tal ocasión. Una pena, aunque hay que reconocer que el de Kleiber de ese año tocó el cielo. En cuanto a "genio" propiamente dicho, ese concierto quizá no haya sido igualado... J.S.R.
EliminarEstimado Ángel:
ResponderEliminarEntre "Voces de primavera" y "Nuevas melodías" el programa incluyó "Im Krapfenwald'l", que no aparece en su reseña. ¿Qué opinión le dejó?
Saludos!
Me perdonará que no lo recuerde. Es cierto, se me pasó esa polca a la francesa. Volveré a escuchar y ver el concierto completo cuando esté a la venta el blu-ray.
EliminarNo me acordaba de que podía escuchar esa pieza que me "salté" en Qobuz. Me ha encantado la versión de Muti.
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