sábado, 22 de octubre de 2022

Eric Lu, otro pianista a seguir con atención

 

 

Nacido en Bedford, Massachusetts, el 15 de diciembre de 1997, de padre taiwanés, este joven ha seguido hasta hora una carrera meteórica jalonada de importantes galardones: en 2015, con solo 17 años, el 4º premio en el Concurso Chopin de Varsovia; en 2017 el primer premio en Concurso Internacional Alemán de Piano, y en 2018 también el primero en la muy importante competición de Leeds.

 

Sus tres discos

Tiene, que yo sepa (vamos, que estén en Qobuz), tres discos: de 2018 es uno del sello Genuin que sigue un precioso programa: el Rondó K 511 de Mozart, los 4 Impromptus op. 90 (D 899) de Schubert y las 6 Piezas op. 118 de Brahms. En los tres autores, tan comprometidos, da la talla, y de qué modo: posee un sonido ideal para Mozart, una acusada sensibilidad y una fértil imaginación para introducir inflexiones que son todas ellas -en mi opinión- muy bien traídas. Del Primer Impromptu diría exactamente lo mismo: una recreación admirable, y mantiene el tipo, sin ser tan creativo, en los otros tres; la anhelante sección central del 4º me ha parecido un acierto pleno. De Brahms no posee el sonido que considero ideal, sino un poco menos denso, menos orquestal de lo que resulta mi modo de entenderlo. Pero su fraseo, siempre reposado e introspectivo, es excelente, y verdaderamente extraordinario en la sexta y última de esas Piezas. (Mozart: 9,5; Schubert y Brahms: 9. ¡Ahí es nada!).

 

Pero con un fiasco…

El segundo disco, del sello Warner, contiene la Cuarta Balada y la Sonata 2 “Marcha fúnebre” de Chopin, más el Cuarto Concierto de Beethoven, con la Orquesta Hallé dirigida por Edward Gardner. Como se ve, Lu no esquiva precisamente el repertorio más comprometido: nada de fuegos artificiales para mostrar sus dedos y poco más. La Balada es canónica y espléndida (8,5). Y otro tanto diría de la Sonata, quizá aún más lograda (9).

Pero, ay, con Beethoven nos hemos topado, y nada menos que con una de sus composiciones de la más elavada poesía: aquí Lu sucumbe a un cierto mecanicismo en muchas frases y a lo meramente ornamental, y, pese a que tiene detalles cuidadosos y bonitos, no, no es suficiente. Y tampoco Gardner ayuda, pues su labor es solo discreta, nada inspirada. En descarga de Lu tendría que dejar clara mi opinión de que han sido pocos los pianistas que han hecho verdadera justicia a esta partitura, y resaltar que son no pocos los muy importantes que no se la han hecho (7). 

 

Y el tercer disco, que ya conocía y comenté aquí, es también de Warner y de 2020. Agrupa los 24 Preludios de Chopin y las Variaciones sobre un tema original (“Geisterthema”) de Schumann. Nada nuevo que decir del Chopin, una de las versiones más cabales que conozco (8,5), y sí del Schumann: simplemente admirable (9). El disco añade un introspectivo Intermedio op. 117/1 de Brahms: otro logro.

Algo que, creo, se desprende de todas estas interpretaciones (salvo del Beethoven): no parece un pianista joven, sino maduro. Nunca tiene prisa, siempre se toma su tiempo, es reflexivo e intenta darle sentido a cada una de las notas, nunca suena -ni por unos momentos- mecánico (insisto: excepto en el fallido Op. 58 de Beethoven). Creo que, si no se frustra, este joven va a dar mucho juego.

 

El toque de Lu

Por cierto, para que luego digan de los críticos musicales, que según algunos son (¿somos?) siempre perspicaces y fiables: alguien de un diario tan respetable como el londinense “The Guardian” escribió, tras vencer Eric Lu en Leeds, que “su toque mágico recuerda al de Murray Perahia y Radu Lupu”. ¡Pero es que, señor crítico (de nombre no revelado en la biografía de Lu), el toque de Perahia y el de Lupu son muy, muy diferentes! ¿Podría haber dicho también, y haberse quedado tan pancho, que Lu posee la técnica de György Cziffra y de Claudio Arrau… que se parecen como un huevo a una castaña?

7 comentarios:

  1. Acaban de publicar en Youtube hace 10 minutos la Misa en si menor BWV 232 en versión de Accademia Barocca Lucernensis dirigida por Javier Ulises Illan.

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    1. Me ha parecido, después de escucharla, una versión muy dignamente defendida por este conjunto suizo.

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  2. Justo dos días antes del comienzo del confinamiento por la pandemia, Javier Ulises Illán logró sacar adelante una Pasión según San Juan de Bach, que salió adelante “sobre la bocina” y ya con limitaciones de aforo, etc. Aquella versión sonó ese Domingo de Ramos por la radio, (ahora no recuerdo cuál); yo pude escuchar el comienzo y me pareció francamente bien orientado… Procuraré escuchar esa Misa en Si menor.
    Volviendo al tema pianistas: acabo de leer el primero de los dos artículos que Santiago Martín Bermúdez dedica en la web de Scherzo a la integral de grabaciones de Géza Anda reeditada por DG. Se detiene en comentar especialmente el ciclo de conciertos para piano de Mozart, destacando que Anda fue pionero en grabar estas obras dirigiendo desde el teclado. Y dice que en esto le han seguido pianistas ilustres, como Perahia… ¡pero no cita a Barenboim, que más allá de su calidad, fue el principal cultivador de esta tendencia con dos ciclos completos y uno parcial! En fin…

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    1. No había oído hablar de Ulises Illán. A ver qué me parece...
      En cuanto a los Conciertos de Mozart por Anda, en mi opinión tienen bien poco, o nada, de interpretaciones pioneras. Y el "olvido" de Barenboim no me sorprende: Scherzo siempre ha tenido a gala ignorarlo, o machacarlo (bueno, "sólo" casi siempre, a decir verdad). En cuanto a Santiago Martín, sabe muchísimo de música, sobre todo de los países del Este Europeo, y me encanta lo que dice de esta, y lo bien que escribe. Pero sus gustos sobre las interpretaciones me parecen un completo desastre: yo diría que no tiene nada claro, y que carece de criterios para juzgarlas y distinguir unas de otras. Creo que sé lo que me digo, lo siento, lo veo así.

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  3. Santiago Martín Bermudez es un intelectual de mucho fuste y como bien dices Angel, escribe muy bien y conoce la historia de la música, pero como crítico sigue la línea de Scherzo, ya sabes.

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  4. Anoche leyeron en Radio clásica algunas frases de un comentario para la Orquesta de Barcelona escrito por Juan Lucas, que se cree a sí mismo ser un importante crítico musical (también se cree ser un traductor del inglés, cuando muchos saben que tiene un "negro"). En ese comentario decía que las tres últimas sinfonías de Mozart eran las primeras grandes de la historia. Hay que fastidiarse que obviara las 91 primeras de Haydn: 30 o 40 de ellas también lo son. J.P.G.

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  5. Ya, el problema es que como las sinfonías de Haydn se escuchan tan poco, son muy pocos melómanos los que saben eso, y textos como los de Juan Lucas, por supuesto, no ayudan. Precisamente hace un par de meses escribía Rafael Ortega Basagoiti un texto muy acertado sobre lo injusto que es que Haydn esté tan arrinconado… Hubo una explosión en 2009 cuando se conmemoró el bicentenario de su muerte, pero al final siempre se programa lo mismo: algunas de sus últimas sinfonías (sólo un puñado de ellas, las más populares) y La Creación. Del resto, ni rastro…

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