martes, 28 de mayo de 2013

La Quinta Sinfonía de Bruckner por Barenboim en DVD y Blu-ray

     

Con lentitud un poco exasperante van apareciendo las seis últimas Sinfonías de Bruckner filmadas por Daniel Barenboim y la Staatskapelle de Berlín para Accentus en la Philharmonie berlinesa en junio de 2010. Seguirán saliendo una a una y con cuentagotas. La firma Accentus confirma que sólo cuando hayan publicado las seis sueltas harán con ellas un álbum.
Si la Cuarta, comentada en este blog, fue grabada el 20 de junio, la Quinta lo fue al día siguiente. En la Quinta Barenboim ha ido evolucionando, a juzgar por sus tres grabaciones (Sinfónica de Chicago, D.G. 1978; Filarmónica de Berlín, Teldec 1992) desde una notable monumentalidad, no muy distante en el fondo de Klemperer o de Solti, hasta una visión más crispada y rabiosa, aun sin llegar a los extremos de Furtwängler en este sentido. Pero no se piense que la de 2010 es una versión descontrolada, nada de eso. Por el contrario, esta interpretación, sin duda ensayadísima pues está colmada de multitud de detalles singulares y que revelan una extraordinaria atención, compagina a la perfección sabiduría y espontaneidad, planificación y fluidez. Entre las grabaciones (de audio y vídeo) llamémosles rebeldes, ésta es sin duda la que más me ha convencido, pareciéndome natural y nada forzado este punto de vista. A diferencia de otras, incluyendo la suya con la Filarmónica de Berlín, ningún momento me ha sobresaltado o parecido exagerado: la lógica del discurso y de la arquitectura son tales que no hay nada que objetar, se esté o no de acuerdo con este planteamiento, en las antípodas de la otra gran versión en DVD, la serenísima de Sergiu Celibidache (Filarmónica de Múnich 1985, Arthaus).
Independientemente del planteamiento, Barenboim ha alcanzado un grado de comprensión de la obra impresionante que se sustancia también en la multitud de momentos (de transición, por ejemplo) que cobran un significado insólito. Por supuesto, dirigió sin partitura. La introducción “Adagio” del primer movimiento sigue siendo muy lenta e introspectiva, si bien el “Allegro” que sigue es a veces tremendamente tenso. El 2º mov. no es para él uno de esos enormes y meditativos adagios brucknerianos, sino una página bastante poco tranquilizadora, hiperexpresiva, muy angustiosa e incierta. Nunca había escuchado un scherzo con tal riqueza de hallazgos y matices; el clima general posee de nuevo una gran incisividad y no poca rabia.
El finale, con un tempo que ha variado poco en sus tres grabaciones (23’39”, 23’, 23’04”), sigue siendo el núcleo central de la Sinfonía, volcada hacia él. Sin una pizca de retórica grandilocuente, pero sí grandioso y muy potente, la atención hacia las dominantes partes fugadas es extrema; se descubrirán, incluso, texturas quizá nunca oídas con tal transparencia: el trabajo de esclarecimiento de los complejísimos entramados orquestales ha debido de ser exhaustivo. En la coda no necesita añadir más “apóstoles” (como hacía Eugen Jochum) en el metal para coronar la obra con la máxima potencia; basta con pedirles una sonoridad casi al límite de las posibilidades físicas de instrumentos e instrumentistas, como ocurre aquí. La liberación de tensión al término de la Sinfonía es abrumadora; el público, evidentemente, lo sintió así y hubo aplausos encendidos y prolongadísimos.
Partitura, como es sabido, tremendamente expuesta para muchos de los solistas de la orquesta (sobre todo del metal, claro está), no hubo un solo fallo apreciable en su ejecución, y sí multitud de intervenciones admirables, desde la flauta o el clarinete a la trompa o la trompeta. Particularmente sensacional el grupo de trombones más la tuba, que, con el apoyo de unos timbales perfectamente integrados y empastados, redondearon unas memorables sonoridades organísticas.
(OJO. De nuevo, como en la “Romántica”, en el Blu-ray sale por defecto la opción DTS 5.1, por lo que quien vaya a escucharla en PCM Stereo debe seleccionar en el menú esta opción; de lo contrario, el sonido no será todo lo esplendoroso que resulta en la posición correcta).




2 comentarios:

  1. Barenboim no me termina de convencer en este repertorio.
    Después de escuchar muchas interpretaciones de las Sinfonías de Bruckner -coincido con Celibidache en que es "el mayor sinfonista de todos los tiempos"-, al final me quedo con Jochum/DG (para mí no hay diferencias relevantes respecto a la Staatskapelle Dresden, más allá de las diferentes orquestas).
    Por supuesto, sin desdeñar la Séptima, la Octava y la Novena por Giulini/Viena/DG o las del propio director rumano (otro mundo, en el mejor de los sentidos) y varias "sueltas" de diversos directores.
    Pero, globalmente, me quedo con el concepto de Jochum respecto a estas obras.

    Saludos cordiales,
    Alberto.

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    1. Tengo un gran respeto por el Bruckner de Jochum (además, varias de las Sinfonías las escuché por primera vez bajo su dirección), pero no es, en general, el Bruckner que más me gusta. Reconozco que sus Adagios suelen ser excelsos, pero, en general (y en la Quinta también) su Bruckner es para mi gusto demasiado "místico" o religioso, ignorando o pasando a segundo plano otros aspectos no menos atrayentes de Bruckner, incluyendo vertientes próximas a lo terrorífico, e incluso a lo demoníaco.

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