Hace unas semanas decía aquí que era mi intención comparar las dos más recientes versiones grabadas del Concierto para violonchelo de Dvorák. Pero una de ellas, la de Daniel Müller-Schott y Michael Sanderling, aunque está encargada, se resiste a llegar. Así que paso a comentar la otra.
No, no podía ser un espejismo. Alisa Weilerstein me dejó asombrado y sobrecogido con su Concierto de Elgar (primero en el DVD/Blu-ray EuroArts y luego de nuevo en el CD Decca, en ambos casos con Barenboim). Así que ahora no debería haber sentido asombro ante este su maravilloso Dvorák, el más grande (y, por tanto, el más comprometido) de los conciertos para cello; pero me ha ocurrido. Ya creo que puedo opinar que desde hace no sé cuánto tiempo, pero mucho sin duda, no aparecía un violonchelista tan extraordinario; tal vez desde Yo-Yo Ma. Con quien, por cierto, comparte un sonido noble y de una belleza suprema; acaso el de Weilerstein es más lleno y opulento aún. Esta cellista estadounidense nacida en 1982 posee, por si fuera poco, una musicalidad desbordante y una capacidad para hablar a través de su instrumento como no conocía desde la malograda Jacqueline Du Pré. En este disco Dvorák su efusividad es tan intensa que no se escuchaba desde que la británica se retirase por su enfermedad en plena juventud. (Y, por cierto, creo que Weilerstein está más centrada en este Concierto que la mismísima Du Pré, a quien sin embargo no llega a alcanzar en Elgar: algo que francamente parece imposible).
En el Concierto, de la mano de un cabal a más no poder Jirí Belohlávek, que incluso descubre texturas nuevas y con el que se entiende a fondo –un director insuficientemente valorado que parece respirar con Dvorák: acabo de enterarme de que ha grabado para Decca las 9 Sinfonías de este compositor, también con la Orquesta Filarmónica Checa– no sólo no repite lo que han hecho los más grandes intérpretes de la obra hasta ahora, es decir Rostropovich (con Karajan, D.G., y sobre todo con Giulini, EMI), Tortelier (con Previn, EMI) o Du Pré (con Celibidache, Teldec, y Barenboim, EMI), sino que aporta numerosas ideas personales, con una riqueza de grados en la dinámica y una variedad en los fraseos y en las tonalidades sonoras que dejan estupefacto; pero estas aportaciones, que proporcionan a la partitura una inesperada multiplicidad de estados anímicos, me parecen acertadas a más no poder (no obligatorias, claro). En el momento más elevado y sublime de la obra, la amplia frase final del cello, Weilerstein me recuerda lo que comentaba Tortelier a propósito de la grabación de Casals (con Szell, EMI 1937): no soy capaz de reproducir exactamente las palabras del chelista francés, pero decía algo así como que era “un inmenso abrazo al mundo”.
Creo que esta versión, soberbiamente grabada en Praga, es todo un hito, que remueve los cimientos de la discografía. El disco se completa con prácticamente todas las piezas posibles de Dvorák para cello y piano, registradas en Nueva York con una estupenda Anna Polonsky: no sólo con el Rondó op. 94 y La calma de los bosques, tantas veces escuchados, sino además con transcripciones de la Danza eslava n. 8 (¿del propio Dvorák?), de la conmovedora Canciones que mi madre me cantaba (n. 4 de las Zigeunerlieder, op. 55), realizada por Heinrich Grünfeld, del lied Lasst mich allein (Déjame solo), op. 82/1, hecha por John Lenehan, e incluso de Goin’ Home, adaptación de un discípulo americano de Dvorák, William Arms Fisher, basada en la memorable melodía del movimiento lento de la Sinfonía “del Nuevo Mundo”. Alisa Weilerstein nos vuelve a tocar la fibra en todas estas piezas. Creo que ésta no es sólo una violonchelista maravillosa; es uno de los instrumentistas musicalmente más extraordinarios surgidos en bastante tiempo.
Tuve la dicha de escucharla en esta obra en Barcelona con Lawrence Foster y la OBC y, ciertamente, es todo lo que Vd. dice, además de simpática. En cuanto al disco, excelente. Saludos.
ResponderEliminarAllá va por si sirve:
ResponderEliminarViernes 27 Febrero 2015. 19;30
Sala Iturbi.
Alisa Weilerstein, violonchelo
ORQUESTA DE VALENCIA
Yaron Traub, director
Edward Elgar
Concierto para violonchelo y orquesta en mi
menor, op. 85
Richard Strauss
Sinfonía "Alpina", op. 64