Javier Perianes sigue superándose; aunque sea difícil afirmar que este disco sea aún más hermoso que el anterior, el programa Mendelssohn, creo que a mí me ha emocionado incluso más. Cuatro amigos de cuyas opiniones me fío mucho han escuchado en mi casa (sin decirles quiénes eran los intérpretes) el Concierto de Grieg y se han quedado boquiabiertos. Ni qué decir que esos amigos conocen muy bien la obra y tienen todos ellos -igual que yo- como referencia las dos últimas grabaciones de Claudio Arrau (con Dohnányi y la Concertgebouw, Philips 1963, y con Colin Davis y la Sinfónica de Boston, Philips 1981). Digo esto porque quienes no hayan escuchado estas interpretaciones, para mí que no conocen hasta dónde alcanzan las bellezas de esta obra, menospreciada durante décadas y cuyo primer obstinado defensor fue nada menos que Arturo Rubinstein.
Ya en la primera frase del Concierto, Perianes asombra por su extraordinaria elocuencia, fuerza y convicción. En su lectura, en la que muestra un sonido de una belleza asombrosa, capaz de fuerza y contundencia (jamás seca) lo mismo que de extraordinaria delicadeza (jamás decadente o relamida) no hay lugar en una sola frase a la rutina (tan frecuente en las grabaciones al uso) o al virtuosismo por sí mismo (lo mismo digo: hasta algunos de los más grandes pianistas, desde Richter a Kissin, han caído en ese error). La poesía aflora a cada momento, la cantabilidad es excelsa, el fraseo es natural y fluido, con multitud de detalles creativos siempre acertados. La cadenza del primer movimiento, tantas veces escenario de carreras para apabullar, o el Adagio, en tantas ocasiones hecho de trámite, están musicalmente exprimidos hasta el límite.
El onubense ha tenido la suerte de contar con un acompañante de lujo, Sakari Oramo, ya conocido por su gran afinidad con Grieg, que paladea la partitura en perfecta connivencia con el piano, en un diálogo que muy pocas veces ha sido tan estrecho y coincidente en los puntos de vista. Con una Sinfónica de la BBC en gran forma (¡qué magnífica trompa en el movimiento lento!), Oramo da toda una lección a más de un director de campanillas. Si Arrau, sobre todo en su última grabación, tiene muy presente a Schumann, y otros tienen más bien a Liszt, creo que Perianes y Oramo han sabido compaginar con equilibrio las huellas de ambos. Grabado en público el 24 de octubre de 2014 en el Barbican londinense, los ingenieros de la BBC han dado una sonora bofetada a los de LSO, el sello de la London Symphony en los últimos tiempos, que rara vez consiguen en esa sala una toma de sonido de primera línea, siendo muchos los casos en los que no llegan siquiera a pasar la ITV.
La selección de una docena de Piezas líricas (de las 66 compuestas por Grieg) la encuentro muy acertada (coincide en no pocas con los CDs monográficos de Gilels y Gavrilov, ambos DG), aunque dista de contener todas las páginas admirables de esta colección. El Grieg más íntimo y poético, con mucha frecuencia melancólico, que muchas veces describe a un tiempo paisajes exteriores e interiores, se concentra en estas bellísimas páginas bastante poco conocidas por muchos melómanos (aprovecho para recomendar la Obra pianística completa del noruego interpretada -con un nivel medio altísimo- por Gerhard Oppitz, aquí más certero que nunca, en un álbum de 7 CDs RCA que cuesta cuatro perras). Pues bien, un Perianes inspiradísimo sintoniza a más no poder con el autor de Peer Gynt: escúchese la naturalidad, sencillez y ternura con que desgrana la primera o la última de las piezas de la colección, Arietta y Recuerdos, claramente emparentadas, el sobrio pero conmovedor lirismo de Canon, la irisada delicadeza de Mariposa, la emotiva hondura de Viajero solitario, la serena belleza de Melodía o de A tus pies, la vívida recreación de los gnomos en la Marcha de los trolls, el increíblemente emocionante Nocturno, la contenida pero punzante nostalgia de la Op.68/3, la dramáticamente contrastada Érase una vez... En conjunto, nada que envidiar a los más ilustres intérpretes de estas piezas. Registradas éstas en el ya legendario Estudio Teldex de Berlín en junio de 2014, este va a ser para mí, ya, sin duda, uno de los discos del año.
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