Una de las óperas más interesantes de la primera mitad del
siglo XX, El Rey Roger (1926), está
adquiriendo por fin una posición acorde con sus méritos: de ser casi
desconocida fuera de Polonia, en los últimos años se está representando con
cierta frecuencia y hasta grabando y filmando en más de una ocasión. La
grabación de audio de Rattle (EMI 1999) en Birmingham empezó a ponerla en el
mapa. En DVD y Blu-ray apareció el año 2010 una versión de interés, del sello C
Major, filmada en el Festival de Bregenz con la Sinfónica de Viena, dirección
musical de Mark Elder y escénica de David Pountney. La he vuelto a ver para
compararla con la que acaba de salir, y ahora, por contraste, me ha gustado
algo menos que la primera vez. Elder convence, pero no tanto como Rattle, y
bastante menos que Pappano. Su reparto es notable -Scott Hendricks como Roger,
Olga Pasichnyk como Roxana, Will Hartmann como el Pastor-, pero pincha
claramente por el Erdisi de John Graham-Hall. Bastante bien la orquesta y
espléndidos los coros, lo que deja que desear no poco es la escena de Pountney,
muy esteticista al modo de Robert Wilson, y en la que se produce indebidamente
una orgía de sangre, cuando debía ser de sexo. Una indudable ventaja de esta
versión es que posee subtítulos en castellano, de los que carece la que acaba
de lanzar Opus Arte, con sonido e imagen aún más refinados.
Antonio Pappano es un director operístico casi todoterreno
(en Mozart me ha gustado mucho menos: Le
nozze di Figaro) de un nivel sostenidamente muy alto. Lo mismo que Levine
en los 70, Pappano dirige una gran parte de las óperas que se filman en estos
últimos años. Excuso decir cuánto hemos ganado con el cambio, trátese de los
italianos o de Wagner, entre otros compositores. Pues bien, en El rey Roger Pappano hace un trabajo
excepcional, deslumbrante y fascinante. Atina de lleno en con la atmósfera del
acto I, de resonancias sacras remotas, y en los dos restantes con su tensión,
lirismo, pasión y voluptuosidad. Pocas veces la Orquesta del Covent Garden le
ha sonado tan rematadamente bien. El reparto de esta versión es bueno, con una
excepción: de nuevo el intérprete de Erdisi, no tan deficiente como el de
Elder, pero sí algo endeble, pues Kim Begley está bastante mayor (¡cómo se echa
de menos al de Rattle, nada menos que el desaparecido Philip Langridge!). El
rol titular está, en cambio, magníficamente servido por su gran especialista
actual, Marius Kwiecien, quizá uno de los más destacados barítonos hoy.
Francamente bien Georgia Jarman (Roxana) y Agnes Zwierko (la Diaconesa), y
correctos Saimir Pirgu (el Pastor) y Alan Ewing (Arzobispo). La escena,
visualmente muy poderosa, constituye, creo, un gran éxito de su responsable,
Kasper Holten. Me parece una versión muy recomendable, sobre todo porque parece
poco probable que aparezcan más en los próximos años. Lástima la ausencia de
subtítulos en español.
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