"Lucia di
Lammermoor" en el Liceu
En función retransmitida por Radio Clásica desde Barcelona el
17 de diciembre de 2015 hemos podido escuchar la famosa ópera de Donizetti cuyo
papel de Edgardo siempre hemos asociado a un tenor lírico puro o a un
lírico-spinto. Por supuesto, algunos tenores extremadamente líricos, casi
ligeros, también lo han cantado, sobre todo en el pasado: Tito Schipa, Ferrucio
Tagliavini o Alfredo Kraus. Pues bien, de la experiencia que tenemos creo que
puede concluirse que los más líricos han procurado, y conseguido en los mejores
casos, cantar muy bien
(belcantísticamente) las bellas melodías que el irregular Donizetti sí ideó
para esta ópera. En cambio, los tenores más anchos que la han cantado (Di
Stefano, Carreras, Domingo) han insistido más en la intensa expresividad de la
música. Bueno, el primero de ellos se acerca peligrosamente en algunos momentos
al verismo, lo que constituye un
claro error estilístico. Bergonzi podría considerarse una especie de término
medio entre ambos grupos, con lo mejor de cada uno. Pues bien, Juan Diego
Flórez, pese a que su voz ha evolucionado muy poco desde sus comienzos -apenas
se ha agrandado u oscurecido desde sus primeros Rossini- ha conseguido también,
como Bergonzi (vocalmente, en cambio, perteneciente al segundo grupo), la
cuadratura del círculo: el peruano consigue, con una voz más bien pequeña y
bastante blanca, no solo cantar divinamente, sino resultar intenso, expresivo,
conmovedor. Es algo así como un Kraus más comunicativo. Quizá en teatro la voz de
Flórez resulte algo pequeña para Edgardo, pero en grabación o transmisión esta
desventaja casi desaparece por completo. Y su estilo belcantista no deja de ser
impecable, casi tan perfecto como cuando canta Rossini.
En la referida función liceística la protagonista fue la
soprano rumana Elena Mosuc, una lírico-ligera (quizá más lo primero que lo
segundo), que es una gran artista -tan extraordinaria en Gilda como en la
famosa Zerbinetta de sus inicios- pero que acusa ya, a sus 51 años, un cierto
deterioro vocal, en particular un cierto trémolo y subida no siempre impecable
a algunos sobreagudos, sin embargo casi siempre bien afinados. Pero prevalece
su gran clase. En el reparto barcelonés destacó el bajo Simón Orfila
(Raimondo), voz hermosa y noble, pero acosada también por un prematuro trémolo.
El barítono Marco Caria (Enrico) posee una pasta vocal notable, pero su técnica
es muy deficiente, siendo su afinación muy deficiente, hasta lograr cargarse el famoso Sexteto. Correctamente
servidos los papeles más breves. El coro no tuvo uno de sus mejores días, y
orquesta y dirección -Marco Armiliato-, en general solo discretos; me ha
gustado, sin embargo, la garra que la batuta consigue en el preludio y el dúo
que abren el acto III. (A propósito: es una pena que las óperas del bel canto se suelan encomendar a batutas
de segundo orden. Hay, lamentablemente, pocas excepciones).
"Werther"
en París con Joyce DiDonato
Aunque el tenor que estrenó Werther de Massenet, el belga Ernst van Dyck (1861-1923), no era
precisamente un lírico, pues su repertorio incluía Lohengrin, Parsifal, el Cid,
y hasta Tannhäuser y Tristán, muchos asocian el rol de Werther a un
lírico-lírico, debido sobre todo a que identifican a Alfredo Kraus, gran
intérprete suyo, con él. Pero basta con repasar la discografía para comprobar
que la mayor parte de quienes lo han encarnado son tenores lírico-spinto o
incluso casi dramáticos: Georges Thill, Gedda, Domingo, Carreras, Aragall, Alagna,
Villazón, hasta llegar a Kaufmann.
En la representación del Teatro de los Campos Elíseos de
París habida el 9 de abril de 2016, que suena a ratos con tan tremenda
compresión dinámica que impide juzgar todo debidamente, Juan Diego Flórez lo
interpretó con su habitual buen gusto y musicalidad, además de poner mucha
carne en el asador. Aun así, creo que este papel le conviene algo menos que el
de Edgardo y que no rinde en él a tamaña altura. Hoy, tras desacostumbrarme de algún modo a Kraus y conocer mejor lo que hacen
sus colegas de voz más ancha, sobre todo a Kaufmann, me parece que lo que este
personaje de Goethe y Massenet tiene que transmitir, se logra mejor con una voz
más robusta y oscura que la de Kraus o Flórez. Que, por favor, nadie me
crucifique si afirmo que, hoy por hoy, mi Werther predilecto es el del citado
tenor alemán (hablo de su DVD/Blu-ray Decca junto a Sophie Koch y dirigiendo
Michel Plasson, con escena de Benoît Jacquot).
Lo que más me ha satisfecho de la versión del Teatro de los
Campos Elíseos ha sido -y quizá no me esperaba tanto- la Charlotte de Joyce
DiDonato, cuya visión de su personaje es de una intensidad dramática y de un
apasionamiento y arrebato tal vez no superados. Otras colegas suyas tan
extraordinarias como Victoria de los Ángeles (¡uno de sus mejores papeles!),
Obraztsova, Troyanos, Von Stade, Kasarova o Koch, ven el personaje de modos
diferentes, pero será difícil que alguna de ellas convenza aún más que
DiDonato, y eso que su voz adquiere en el agudo un cierto vibrato que no me
termina de gustar (un defecto mínimo, en todo caso). En esta versión todos los
papeles secundarios me han parecido bien servidos, con especial mención al
Albert del barítono John Chest y, sobre
todo, la sensacional Sophie de la soprano lírico-ligera Valentina Nafortina.
Muy bien la Maîtrise de Radio France y la Orquesta Nacional del mismo país, con
correcta, no muy personal, batuta de Jacques Lacombe (más aún que la de Prêtre
con Gedda y Los Angeles, mi dirección musical favorita es la de Plasson con
Kaufmann y Koch).
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