Con ocho de coro y 23 músicos
Ayer me proporcionó
Ibermúsica uno de mis mayores sinsabores: Marc Minkowski haciendo del
Norrington más destructivo y provocador perpetró una versión demencial de una
de las obras cumbres de Bach, que quedó reducida a una caricatura grotesca de
sí misma. Nada más empezar me di cuenta por dónde iban a ir los tiros: una
entrada violenta, ruda, en la que azuzaba a los músicos para que sonasen
broncos. Les Musiciens du Louvre que trajo su director constaban de ocho
violines, dos violas, dos cellos, una gamba,
dos contrabajos (cada uno en un extremo del escenario), dos flautas, dos oboes,
un fagot, órgano, clave... y un contrafagot recto que debían de haber comprado
por metros (¡medía casi tres!).
El coro inicial, marcial y
cuadriculado, estuvo punteado por incesantes, machacones berridos del
contrafagot que emborronaban todo y me sacaron pronto de quicio. Al coro, compuesto
por ocho cantantes, todos ellos (es un decir) solistas, también le hacía
Minkowski berrear lo suyo (¡eran pocos frente a los instrumentos!). El
Evangelista (Fabio Trümpy) es un tenor de voz bonita, no excesivamente blanca o
ligera, de expresión empalagosa, redicha y hasta repelente (¡Bostridge, cuánto
daño has hecho!). De Cristo hacía un barítono con ínfulas de bajo (Callum
Thorpe) que es una de las voces más engoladas que haya escuchado; en varios
momentos se olvidaba de por dónde
iban los instrumentos que lo acompañaban.
En los Corales, Minkowski
hacía esfuerzos denodados para que no fuese a haber amago alguno de expresión
(que ya se sabe: ¡todo lo que exprese algo es que cae en lo romántico!). Más: en el aria "Von den Stricken"
(núm. 7) el contratenor Owen Willets lució
un timbre desagradable y ratonero. Los oboes que lo acompañaban me resultaron difícilmente
tragables. En el aria "Ich folge dir" dos flautas afónicas y un cello
al que le habían dado cuerda -incapaz de la menor inflexión- arroparon a una soprano hiperligera
(creo que Laure Barras), de voz pequeñísima y no poco cursiloncilla. En el aria
de bajo con coral "Himmel reisse" un cello, un contrabajo, el órgano
y el clave, rasposos a más no poder, brindaron un acompañamiento de aire militar
al previsible Thorpe y a las dos lloriqueantes sopranos situadas al fondo del
escenario.
En el recitativo núm. 12 el
Evangelista intentó unos trinos que quedaron a medias, y al final, cuando Pedro
"weinete bitterlich" (lloró amargamente), exageró el efecto hasta el
ridículo lloriqueo (ah, monsieur
Minkowski, ¿eso no podría haber caído
en lo romántico? Bueno, solo en lo romanticoide...). En el aria "Ach, mein
Sinn" el tenor Valerio Contaldo intentó en vano proyectar una voz pequeña,
fea y estrangulada por una emisión como hacia
dentro. El final del aria me asustó un poco: terminó tan en seco, tan
abruptamente, que pensé que los instrumentistas intervinientes se habían
quedado súbitamente mudos y mancos. El coro final de la primera parte, tan
insípido como era de esperar. "No se hace descanso", me dijo el
acomodador al verme salir. "Ya lo sé, es que ya he oído bastante.
Gracias"...
Aunque no me quedé hasta el
final, en la primera parte la mayor parte del público no pareció inmutarse ante
lo que sonaba. Me imagino qué es lo que ocurre, más o menos: a muchos les
disgustaba lo que llegaba a sus oídos, pero no se atrevían, no se atreven a
protestar o a manifestar su descontento para que no se les tache de ignorantes
o de antiguos (alguno echaría de
menos sus recordadas grabaciones dirigidas por Jochum, por Karl Richter o por
Rilling: la segunda de este último, para Hänssler, es mi favorita); se quedan
calladitos porque han percibido que lo que sonaba ayer es lo que se lleva hoy, lo que está de moda (aun así, lo que hizo ayer
Minkowski sobrepasa, creo, en provocación y perversidad a la mayor parte de las
versiones actualmente al uso). Aguanté, sí, solo la primera parte de La Pasión: ya había padecido bastante, y no soy creyente ni masoquista. Tampoco le
perdono a Minkowski que me hiciese perder lo que me costaron los 40 minutos que
faltaban hasta las 21 h., y que ya había pagado al Ayuntamiento de Madrid, sin
posibilidad de recuperarlo, en un parquímetro que además me había costado
encontrar: ninguno de los dos más próximos funcionaba.
Es que una grabación de una obra donde su autor demanda un coro y al director le da por cargárselo pues no se puede esperar nada bueno. Porque 8 cantantes no es un coro, son 8 solistas. Algunos músicos van de estrellas y simplemente son tipos estrellados.
ResponderEliminarEsta vez no podemos opinar sobre el concierto porque voluntariamente no quisimos asistir.
ResponderEliminarLa razón de nuestra ausencia fue el lamentable recuerdo que nos dejó Minkowski con la Pasión según San Mateo que “destrozó” en Madrid, creemos que en el Ciclo de Juventudes Musicales del año 2012.
Por tus comentarios vemos que con la Pasión según San Juan del otro día, mantuvo el mismo lamentable criterio y montaje que hizo con la de san Mateo. Un auténtico destrozo.
Al igual que en tu caso nos marchamos desesperados en el descanso, ante la sorpresa de nuestros vecinos de localidad que parecían entusiasmados. ¡¡no lo entendemos!!. El público de los conciertos sigue creyendo que los aplausos y bravos van incluidos en el precio de la entrada y son obligatorios.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTenía, tengo y tendré la completa certeza de que hay personas a las que esa Pasión les gustaría mucho. ¡Qué le vamos a hacer! Hay para todos los gustos... incluso para los que yo considero malos gustos. (Por cierto, un crítico tan sesudo como el que escribe ese comentario debería saber que la obra no se llama la "Pasión...", sino "La Pasión...": no es una pasión cualquiera, sino "la" Pasión de nuestro señor Jesucristo.
EliminarSí, yo también creo más en Minkowski (sin ser Butt) que en Carrascosa.
EliminarPuede ud, por supuesto, creer más en quien prefiera... ¡faltaría más!
EliminarPues a Gago tampoco le ha hecho mucha gracia lo de Minkowski, y a González Barrio menos aún:
ResponderEliminarhttp://cultura.elpais.com/cultura/2017/04/07/actualidad/1491580760_693322.html
http://www.scherzo.es/content/cr%C3%ADtica-esta-vez-s%C3%AD-hubo-pasi%C3%B3n
En cambio, el día 9 Herreweghe y su Collegium Vocale de Gante ofrecieron una versión extraordinaria de la Pasión según San Mateo.
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