Ayer, 8 de enero, tocó Daniel Barenboim en el Auditorio Nacional -con su piano "Barenboim" fabricado por Chris Maene, que ¡vive Dios! también es ideal para estas músicas- un programa monográfico de Debussy, tras haberlo ofrecido el día anterior en Oviedo. Programa que tiene previsto tocar también próximamente en numerosas ciudades europeas. Antes del comienzo el actor Miguel Rellán salió al escenario para pedir respetuoso silencio, especialmente importante para poder percibir hasta el menor detalle de una música en la que los matices sonoros, hasta los más sutiles, son decisivos. ¡Y vaya si lo fueron! Contra lo que algunos han opinado durante mucho tiempo, que el pianista argentino no era especialmente atento con la cuestión del sonido (que no lo es con respecto a los aspectos estructurales sería clarísimamente insostenible). No era esta precisamente la opinión del eximio barítono Dietrich Fischer-Dieskau, quien ya en 1980, al ser preguntado por qué había insistido en que fuese Barenboim quien colaborase con él en su grabación de los Lieder de Liszt, afirmó que lo requería por "su especial sensibilidad para el sonido". Pues bien, en la actualidad Barenboim atiende este aspecto más que nunca, hasta el punto de ser algo que llama extraordinariamente la atención.
Aquí se muestra el bonaerense
como un auténtico alquimista de las sonoridades, cualidad fundamental, claro
está, para interpretar a Debussy o a Ravel, y que sin duda no es ajena a su
profesión directorial. Anoche esto fue tan palpable que no se me ocurre nada
mejor que llamarlo magia. Pero, por
supuesto, esta extraordinaria imaginación para los timbres y los colores no
basta para hacer plena justicia a Debussy. Aunque, en el Primer Libro de los Preludios tuvo serios problemas de dedos
en una pieza como Las colinas de Anacapri,
que sonó emborronada y con varios tropiezos, Barenboim no se limitó a la
ortodoxia que representa en el más alto grado Michelangeli, sino que ahondó en
aspectos insospechados de estas piezas, como la introspección -asombrosa en Pasos sobre la nieve- o puntos de vista
que rebasan de lejos lo que se suele etiquetar de impresionista -el pavor con que tradujo Lo que ha visto el viento del oeste, el tremendo, insondable,
siniestro misterio y la impresionante grandeza arquitectónica de que dotó a La catedral sumergida-, el resaltadísimo
aire español de La serenata interrumpida-,
la increíble sensibilidad, belleza y dulzura con que envolvió La doncella de los cabellos de lino, la
alada y con nítidas resonancias de los scherzi
mendelssohnianos Danza de Puck o el
acentuado sentido danzable y el humor grotesco de Mintrels. Definitivamente, pianistas no tópicamente debussianos como Claudio Arrau o Barenboim
-ambos hispanoamericanos, curiosamente- han aportado mucho a la inagotable
riqueza de la música del francés. Por cierto que también en estos Preludios tienen ambos algunos rasgos en
común, entre ellos un sonido en general menos liviano y aristado que la mayoría
de los pianistas de la órbita francesa.
La segunda parte fue mucho
más corta, limitándose a las tres Estampas
-el refinado orientalismo de Pagodas,
la genial españolidad de La tarde en
Granada, con una inesperadamente muy apasionada sección central, y el rico,
diverso caleidoscopio de Jardines bajo la
lluvia. Versiones muy próximas -y no solo por cercanía temporal- a las del
disco (4798741) que Deustche Grammophon publica esta misma semana. Es lástima
que este no recoja las dos Arabescas
ni La isla alegre con las que ayer se
cerraba el programa. En la primera de las Arabesques
logró un legato milagroso, y en la
segunda un cambiante, sorprendente sentido del humor. En la página final, y
pese a algún que otro roce, llamó la atención la enorme flexibilidad,
naturalidad y fluidez del discurso.
El disco -que ayer ya se
vendía con unos pocos días de antelación en el Auditorio, y que Barenboim firmó
tras el recital- recoge el audio del Libro I de los Preludios filmado en el precioso edificio modernista que es el
Institut Pere Mata de Reus en agosto de 1998 (y publicado en DVD y Blu-ray
-2013114- por EuroArts). Ha sido muy buena idea, porque en la publicación
audiovisual una voz explicativa en francés pisaba
en numerosas ocasiones sobre la propia música, lo que me resulta irritante y
que por descontado no ocurre en el disco. No tan distante de lo escuchado
anoche (carente de fallos de ejecución, no hace falta decirlo), estos doce Preludios están sin duda al nivel de las
cimas discográficas de Michelangeli, Arrau o Zimerman. Cada una con sus
peculiaridades, que las hacen a mi entender de imprescindible
conocimiento.
La toma de sonido, a cargo
del bien conocido Toine Mertens, es, como ya se apreciaba en el Blu-ray (mucho
más que en el DVD), una maravilla. Pero el resto del CD no se queda atrás, como
es lógico, sino que suena un poco mejor aún: las tres Estampas y las otras tres piezas -Clair de lune, La plus que lente y Élégie- han sido registradas hace tres meses, en octubre de 2017,
en los famosos Estudios Teldex de Berlín por Friedemann Engelbrecht (productor)
y Sebastian Nattkemper (ingeniero). Exquisita la atmósfera que logra Barenboim
en el famoso Claro de luna,
perteneciente a la Suite bergamasque.
Excelsa, muy próxima al auténtico prodigio logrado en su ancianidad por Arrau y
no desprovista de pasión La más que lenta,
y pensativa, pesarosa, amarga la tardía (1915) Elegía.
El recital de ayer, tocado
sin partitura (la escritora Rosa Montero y Ana Arámbarri, autora de una
reciente biografía de Argenta, al lado de las cuales tuve la dicha de sentarme,
comentaban: "¡cómo puede aprenderse de memoria tal cantidad de
notas!") se prolongó, ante la insistencia del público, en una propina: una
increíblemente meditativa y bella Des Abends, página inicial de las Piezas
fantásticas op. 12 de Schumann, tocada mucho más piano de lo
habitual, con la mayor concentración imaginable. Sorprendente: quedó patente
que el particular universo del alemán no está aquí tan lejos como podría
pensarse del de Debussy.
Ángel, al igual que te pedí el año pasado,¿podías hacer una lista con los mejores discos del año? Eres uno de los pocos críticos, ya sean españoles o extranjeros, de los que me fío y una garantía de que si los compro habré acertado. Y ya de paso, ¿que te pareció el concierto de año nuevo? Gracias
ResponderEliminarGracias por tu confianza, Andrés. Pienso hacer esa lista en breve, en cuanto tenga tiempo.
EliminarEn lo que se refiere al Concierto de Año Nuevo último quiero esperar a tener el blu-ray (que sale el día 26), pues en directo no pude escucharlo en las mejores condiciones. La impresión general que tuve fue muy positiva, aunque algunas polcas rápidas me parecieron en exceso veloces y algo inflexibles. Lo que más me gustó fue El Danubio azul.