Variado repertorio dirigido brillantemente por Giacomo Sagripanti
Desde la primera vez que la
escuché, en 2009, cuando era una perfecta desconocida, en una Carmen en La Scala junto a Jonas
Kaufmann y dirigida por Barenboim, esta cantante (Tiflis, Georgia, 1984) me
atrapó con fuerza. A partir de entonces la he escuchado en el Orfeo de Gluck -no del todo convincente,
debido quizá a la floja batuta de Gordan Nikolic (DVD C Major)-, y admirable sin
embargo en El Príncipe Igor de
Borodin (Noseda y Tcherniakov, DVD/Blu-ray Deutsche Grammophon), y sobre todo
en La novia del zar de
Rimsky-Korsakov (Barenboim y Tcherniakov, DVD/Blu-ray BelAir). Hace unas
semanas escuché en el coche en Radio Clásica una retransmisión en directo desde
el Met de un Trovatore en el que, sin
saber quiénes eran los intérpretes, me parecieron flojos o muy flojos todos los
intérpretes, con la excepción de una sensacional Azucena. Al final me enteré de
que era precisamente Rachvelishvili.
Hoy, a juzgar por ese Trovatore o por este primer recital
grabado para Sony -que la acaba de presentar como artista exclusiva- se halla
en un momento de madurez vocal y expresiva absolutamente áureo. Las doce arias
del mismo, muy variadas, la corroboran como una de esas cantantes
extraordinarias que no surgen con frecuencia. La voz, de mezzo-mezzo, ni muy
lírica ni en extremo dramática, es poderosa y bellísima, seductora y
envolvente, muy igual en toda su tesitura.Su técnica es, obviamente, muy
acabada, pero, ante todo, es una artista de una pieza. Se centra aquí en ópera
francesa, italiana, rusa y georgiana, y parece desenvolverse en unas y otras
con igual comodidad y pronunciando estupendamente. De Carmen (que ha cantado ¡más de 300 veces!) ha incluido la
Seguidilla y la Habanera, y dudo que en lo que va de siglo haya habido más
de un par de cantantes tan ideales como ella (la otra sería, claro, Elina
Garanca) para este papel, que borda desde cualquier punto de vista.
Magnífica igualmente, más sensual
y seductora que arrolladora (esto último sería sobre todo Elena Obraztsova) en
las dos escenas ("Printemps que commence", casi susurrada, y
"Mon coeur s'ouvre à ta voix") de Samson
et Dalila de Saint-Saëns. Fenomenal también en el aria de la carta de Werther, dicha sin aspavientos y con una
inmensa emoción interior. La última aria en francés es la no muy conocida pero
maravillosa "Où suis-je... Ô ma lyre immortelle") de la Sapho de Gounod, de la que realiza una
incomparable creación.
De Verdi ha seleccionado Il Trovatore ("Condotta ell'era in
ceppi", ¡sin tenor!) y las dos arias de Don Carlo, y creo que es la única cantante que conozco que está
igualmente extraordinaria tanto en la lírica y con coloratura "Nei giardin
del bello" como en la dramática "O don fatale". En "Voi lo
sapete, o mamma" de Cavalleria
rusticana, en cambio, aunque el canto es irreprochable, no ha logrado todo
el desgarro que creo conveniente en este extremado exponente del verismo.
La ópera que geográficamente
más cerca le coge es por supuesto la de su lengua materna, y aquí ofrece un precioso
ejemplo casi desconocido: "Misi sakheli Tinatin" de La leyenda de Shota Rustaveli de su
compatriota Dimitri Arakishvili (1973-1953). Finalmente, de la bellísima aria
-de raíz claramente folklórica y en su mayor parte a capella- de La novia del
zar, ofrece una escalofriante interpretación.
El disco, formidablemente
bien grabado, ha contado por suerte con una cuidada, esmerada y atinada
dirección del joven recientemente laureado Giacomo Sagripanti, que parece
adaptarse sin problemas a unos y otros estilos. Es probable que este director
dé que hablar (y bien) en lo sucesivo. La Orquesta Sinfónica Nacional de la RAI
(de Turín, creo) le rinde estupendamente.
Bueno, habrá que oírla... Como no soy crítico, y no he de seguir la actualidad lírica, por ahora me quedaré con Fassbaender, Horne, Cossotto, Simionato, BARBIERI... Y a ser posible con Corelli en lugar de Plácido, faltaría más.
ResponderEliminarTodas las mezzosopranos que cita son de hace algún tiempo. ¿Ninguna de las que han venido después merece estar en su lista?
EliminarEn cuanto a lo de Corelli y Domingo, ya imagino lo que es más importante para usted: la voz, sin más. Para mí, el papel en la historia del canto y de la interpretación canora de Franco Corelli, dotado de una de las voces más portentosas de tenor imaginables, es muy inferior al de Domingo, con una voz menos impactante, pero con incomparablemente más arte interpretativo. Aquel ha dejado huella en poco más de media docena de papeles. Compárese con el legado de Domingo.
Pues no es exactamente mezzo, pero como soprano falcon Violeta Urmana en la grabación de Muti no está nada mal. Lo mío con Domingo es, digamos, como lo suyo con Heifetz... Hasta Carreras con Davis me gusta bastante más. Sin discutir la profesionalidad y solvencia del madrileño, ojo.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
No sé de qué ópera habla al referirse a Urmana con Muti. En cuanto a Carreras con Davis se refiere, imagino, a Tosca o tal vez a Un ballo in maschera.
EliminarPor cierto, me han pasado al disco duro TODAS las grabaciones de Heifetz. Lo que llevo escuchado me parece, todo, horrible. Sí, señor. Un instrumentista descomunal con un sentido musical escasísimo.
Siempre al Trovador, con Urmana (Muti, 2001) y con Carreras (Davis, 1984) con la Ricciarelli, quien también hizo un "Ballo" notable, claro está, con Caballé (1978). Aquí le paso los enlaces:
Eliminarhttps://www.classicstoday.com/review/review-7254/
https://www.discogs.com/es/Verdi-Jos%C3%A9-Carreras-Katia-Ricciarelli-Yuri-Mazurok-Stefania-Toczyska-Sir-Colin-Davis-Il-Trovatore-H/release/9432622
Allá cada cual con sus gustos.
Y en cuanto al tema Domingo, pues es que no me emociona, no tiene para mí "pellizco", por decirlo en el argot taurino... Más si lo comparamos con Del Monaco, Bergonzi, Di Stefano, para mí verdaderos dioses. Y eso que aparece en grabaciones estupendas y con directores clarividentes, como Abbado, Giulini o Sinopoli.
EliminarEs curioso: ¡no le emociona! Exactamente lo contrario de lo que nos ocurre a tantos y tantos.
EliminarPor otra parte: me temo que se le han olvidado como treinta directores tan importantes o más que esos con los que ha grabado discos.
Soy toscaniano y krausista. ¡Qué se le va a hacer!
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