Tras su grabación de 1989 en
el Teatro Comunal de Bolonia (NVC/Warner), Riccardo Chailly vuelve a filmar (Decca),
ahora en La Scala y en diciembre de 2016, Giovanna
d'Arco (1845), la temprana ópera de Verdi. Parece que es una obra que le
gusta especialmente, pero ello no quiere decir que a mí me guste cómo la
dirige. No, no me gusta gran cosa. Aunque el perceptible declive artístico del
director milanés comenzó hace como una década, más o menos con su llegada a
Leipzig desde Amsterdam, acabo de releer lo que escribí en su día (para
"Ritmo") sobre aquel DVD y ya, curiosamente, opinaba de aquella
dirección algo bastante similar a lo que me ha parecido la de ahora:
"decepcionante, sin el debido vigor y a veces más suave de la
cuenta". Vuelve a ocurrir lo mismo: no me parece que sea así el Verdi de primera época.
Carece de fuego y de fuerza, de dureza, de cierta rudeza incluso. Es curioso,
pero mi generalmente poco admirado James Levine sí que dio en el clavo en su
grabación (EMI 1973: tenía 30 años) con Caballé, Domingo y Milnes. Por no
hablar de una tremenda, impactante Obertura que le escuché en televisión a un
joven Riccardo Muti con la Filarmónica de Berlín. Con el Chailly de ahora, si
bien no siempre la transparencia está lograda, todo está en su sitio (sigue
siendo una batuta de gran técnica), e incluso algunas arias están muy bien
acompañadas (en particular la de Giacomo "Speme al vecchio era una
figlia"), pero también hay que señalar que las debilidades de la ópera
-momentos bastante banales- no están precisamente dignificados, sino todo lo
contrario.
La escena, a cargo del casi
siempre interesante y fiable dúo Moshe Leiser y Patrice Caurier, hace lo que
puede con un libreto inconsistente y absurdo hasta lo grotesco: resalta las
obsesiones religiosas y sexuales de la heroína y posee toques de humor que se
agradecen, además de hallazgos soberbios (la aparición y desaparición de la catedral de
Notre Dame, entre otros), pero tampoco se libra en mi opinión de algunas
extravagancias.
Esta ópera, pese a superar
apenas las dos horas de duración, es agotadora para los tres protagonistas, a
los que Verdi somete a durísimas pruebas. Por eso es de admirar el nivel
alcanzado por dos de los cantantes, realmente estratosférico. El caso Anna Netrebko es extraordinario: la
guapísima joven que empezó como estupenda soprano lírica-lírica (con algo de
ligera) ha evolucionado en relativamente pocos años hasta una dramática con un
volumen tremendo, pero ¡oh, milagro!, sin perder un ápice de la fabulosa
belleza de su timbre, que sigue siendo brillante y aterciopelado a la vez. Un
caso rarísimo. Hoy día sigue siendo sensacional, no solo por su voz, sino,
sobre todo, por su altísima categoría como cantante (técnica superlativa) y
como intérprete, incluso como actriz (que no es lo mismo, algo que a veces se
olvida: a los grandes intérpretes se
les aprecia sin necesidad de verlos). Aunque tiene algunos problemas con la
coloratura, que procura ralentar, sus cualidades positivas son tan aplastantes
que esto tiene una importancia realmente mínima. Sin llegar a la excelsitud de
la interpretación de Caballé en la citada versión de Levine, lo cierto es que
su intervención aquí, ¡en la que no mostró el menor síntoma de cansancio! es de
veras asombrosa.
Lástima que el tenor Francesco
Meli (Carlo VII) haya perdido desde su grabación de audio para DG (2014) brillo
y vigor (comienza a mostrar parecidos problemas a los del José Carreras declinante),
y como además nunca ha sido, que yo sepa, un cantante de alto nivel técnico ni
artístico, su prestación ahora es muy mejorable. Pero, por suerte, Giacomo
-papel tanto o más destacado- ha sido encomendado a un pletórico, desde todos
los puntos de vista, Carlos Álvarez. Opino que desde hace bastante tiempo no se
escuchaba un barítono verdiano tan completo, de voz tan hermosa, tan gran
músico, tan expresivo, tan convincente. Tras su enfermedad ha reaparecido aún
mejor que antes. ¡Tremendo!
El elenco de la versión
anterior de Chailly era claramente inferior: Susan Dunn (buena), Vincenzo La
Scola (flojo) y Renato Bruson (espléndido). El blu-ray de Decca posee una
imagen de nitidez extraordinaria, pero el sonido está ligeramente menos bien
conseguido. Y a olvidarse de subtítulos en castellano: ¡a conformarse con
italiano, inglés, francés y alemán! Consecuencias de la tan extendida piratería
en la que España es líder...
Con respecto a la ausencia de subtítulos en español por la piratería en España lamento discrepar completamente. No conozco una sola web española en la que se piratee música clásica. En todo caso será porque no venden en nuestro mercado lo que venden en otros países europeos. El pirateo de lo clásico ha bajado mucho en los últimos años, se lo aseguro. Ya no hay tantas webs dedicadas a ello como hace años. Porque nada sustituye a tener el original entre las manos.
ResponderEliminarYo estoy completamente de acuerdo con usted en que nada sustituye al original en las manos, pero tengo entendido que el grado de piratería en España, según estadísticas independientes, es muy alto también en música clásica. Ojalá sea verdad lo que usted dice. Lo que es indiscutible es que la calidad técnica de un blu-ray comprado es muy superior a la de las transmisiones televisivas (Arte, etc.)y a la de toda copia, salvo las de las pocas personas que tienen los medios para copiar clónicamente los blu-rays. Por otra parte, que en España, sobre todo a partir de la crisis que comenzó hacia 2008, se vende poca música clásica es desgraciadamente muy cierto. Si se vendiera tanto como en los países cuyas lenguas aparecen casi siempre en los subtítulos, ¡vaya que si estarían también en español! Y lamentablemente los hispanoparlantes de Sudamérica compran aún menos que nosotros: cantidades casi irrelevantes.
EliminarSea cual sea la razón con lo de los subtitulos, parece mas capricho de las discográficas ya que, al menos en Decca, no es el primer caso. De un tiempo para acá han estado incluyendo subtitulos en español en unas cosas y en otras no; en el Otello y la Rusalka del Met (ambos con Fleming) brillan por su ausencia, mientras que en el reciente Rosenkavalier, también del Met, si se incluyen.
EliminarWarner tambíen te los incluye en ciertos títulos/lanzamientos (Le Comte Ory, La Donna del Lago, Maria Stuarda etc.) y en otros no (Dialogues des Carmélites, Alcina, Hippolyte et Aricie etc.)
Curiosamente DGG, Arthaus y CMajor si los incluyen en casí todo lo que publican (sino es que en todo).
En fin...Misterios de la vida/discográficas, que nunca son claros del todo. Un saludo desde México!
Yo creo que la tendencia es, sin duda, a incluirlos cada vez más raramente. Varias de las óperas que cita salieron hace algunos años. Y tal vez los subtítulos que ya tengan de antes vuelvan a utilizarlos, pero no apenas encargan traducciones de títulos que publiquen por vez primera. Y ¿de qué nos sirven de nuevo en una Traviata o una Tosca? En los títulos operísticos infrecuentes son mucho más útiles, y es justamente en los que más veces faltan.
EliminarHola Angel, viste anoche la lucia en la 2, me pareció una obra de arte en todos los aspectos
ResponderEliminarNo la pude ver, lo siento de veras. Pero personas de fiar me han asegurado que estuvo muy bien.
EliminarDebe estar en a la carta, te la recomiendo mucho
ResponderEliminar¿Te gusta cómo dirigía la obertura en su disco con la National Philharmonic para Decca de 1982? J.S.R.
ResponderEliminarEsa grabación, de 1983 y técnicamente espléndida, es la que cuenta con la mejor de las tres orquestas, y es también (acabo de escucharla) claramente superior a las de los dos vídeos, pero aun así -¡curioso!- es quizá la menos buena del disco. Porque tiende en la sección final al tachín-tachín algo vulgar. No, no ha dado tampoco de lleno en el clavo ni siquiera en esa ocasión, cuando se hallaba en plenitud artística.
EliminarSerá fecha de publicación, imagino. Mi ejemplar dice que está grabada en julio de 1982 en el Kingsway Hall. J.S.R.
ResponderEliminarSí, es fecha de publicación. Son las que suelo utilizar, pues en multitud de ocasiones desconozco la fecha o fechas de grabación.
EliminarNovedad creo que muy interesante: DG publica la integral sinfónica de Brahms por Barenboim y la Staatskapelle Berlin.
ResponderEliminarhttps://www.highresaudio.com/en/album/view/64dcmv/staatskapelle-berlin-daniel-barenboim-brahms-symphonies
Sí, y una semana antes sale un CD con dos obras que Barenboim había tocado muchas veces, pero no grabado: los dos Cuartetos con piano de Mozart, con su hijo Michael, Julia Deneyka y Kian Soltani.
EliminarAdemás ya está disponible en Spotify.
ResponderEliminarPerdón, el nombre correcto de la intérprete de viola (que pertenece a la Staatskapelle Berlin) es Yulia Deyneka.
ResponderEliminarLa integral de Brahms ya está también en Apple Music y en la tienda de iTunes.
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