Sony ha lanzado un precioso
álbum de 11 CDs con todas sus grabaciones de Leonard Bernstein tocando el
piano. Es una pena que Sony no haya acordado con Universal (Deutsche Grammophon
y Decca) reunir las pocas grabaciones que este úlimo grupo tiene de Bernstein
como pianista, para haber realizado una integral absolutamente completa, con
cuanto se conserva de este intérprete, uno de los más grandes y creativos de la
segunda mitad del siglo XX. Pero bueno, lo que CBS/Sony posee es la mayor
parte. No fue Bernstein -como también le ocurre a Solti- un virtuoso del piano,
pero el enorme músico se impone frente a esta limitación: no se les ocurrió ni
a uno ni al otro, que yo sepa, tocar la Sonata
en Si menor de Liszt o el Tercer
Concierto de Rachmaninov; ni falta que les hizo...
Pero el piano debió de seguir
siendo para Bernstein una tentación irresistible incluso cuando ya era un
director mundialmente famoso. Si en 1943 debutó dirigiendo la Filarmónica de
Nueva York por enfermedad de Bruno Walter, su primera grabación como pianista
se remonta a 1946: el Concierto en Sol
de Ravel -también dirigiendo- con una orquesta con la que no volvería a grabar:
la aún jovencísima pero ya soberbia Philharmonia. Una versión que hoy no es
comparable a las más grandes, pero que revela ya a un gran músico -más como
solista que a la batuta, curiosamente-. También es curioso que en su segunda
grabación de esta obra, de 1958, no mejoren los resultados, porque además la
Orquesta Sinfónica Columbia tuvo una actuación muy desafortunada (hoy no
pasaría, ni de lejos, la ITV). Hay una tercera toma, en público, de 1971,
editada por D.G., con la Filarmónica de Viena -siempre en ambas funciones al
teclado y dirigiendo- que es claramente la mejor de las tres. Lástima, insisto,
que no la hayan incluido aquí, como también ocurre con su Rhapsody in blue (Filarmónica de Los Angeles) y sus Tres Preludios de Gershwin para D.G., y
no digamos su maravilloso Concierto No.
15 de Mozart con la Filarmónica de Viena para Decca. En fin... Del genio de
Salzburgo aparecen en este álbum otro No.
15, K 450 y un No. 17, K 453 de
1956, con la Sinfónica Columbia, espléndidos pero claramente inferiores a ese
de 15 (1967) de Decca. Y también hay otro
disco que agrupa el No. 25, K 503,
con la Filarmónica de Israel en público (1974), algo decepcionante, con el de 3 pianos, K 242, junto a Arthur Gold y
Robert Fizdale (Filarmónica de Nueva York, 1968), este mucho más entonado. Más
conciertos: el Primero de Beethoven
con Nueva York (1963), de orquesta demasiado nutrida, un tanto altisonante
aunque con momentos excelsos y que incluye la cadencia larga (larguísima) de
Beethoven, yo creo que inconveniente y desproporcionada. El Segundo de Shostakovich -obra en mi
opinión de muy escaso valor, que pretende hacer pasar por sarcasmo una
inocultable vulgaridad- con Nueva York (1959), es una interpretación sin duda
excelente. La Rhapsody in blue (1959,
Sinfónica Columbia), hecha muy a lo grande como la de Los Angeles (1982), es de
todos modos, al igual que esa, muy seductora.
Para piano solo se incluyen
los 7 Anniversaries y Aferthought del propio Bernstein y la Sonata de Copland registrados en 1947 y
que, aparentemente, son interpretaciones ejemplares. El disco añade dos piezas
vocales con piano: Dusty Sun de Marc
Blitzstein con el barítono Walter Scheff y el miniciclo de canciones del propio
Bernstein I hate Music! con la
espléndida mezzo Blanche Thebom (Brangäne en la grabación de Tristán con Furtwängler), de 1949. Una
experiencia muy gratificante y divertida escuchar esta recreación. Me parece
que es en esta faceta de acompañante de voces en canciones y lieder donde más brilla el arte del
pianista Bernstein: en Des Knaben
Wunderhorn (1968) de Mahler es el piano lo que más me gusta, más que el
arte indudable de Christa Ludwig, cuya voz por cierto muestra aquí ya
prematuros signos de su pérdida de esmalte; en cuanto a su entonces esposo, el
barítono-bajo Walter Berry, excelente en ópera y oratorio, deja aquí bien claro
que el lied no es lo suyo. Grabados
también en 1968 y del mismo autor, los Lieder
und Gesänge aus der Jugendzeit, los Lieder
eines fahrenden Gesellen y 4 de los 5 Rückert-Lieder
junto al genial Dietrich Fischer-Dieskau son en mi opinión, y de lejos, la
mayor maravilla de este álbum. No solo Dieskau se muestra en absoluta plenitud
vocal y artística, sino que la intervención de Bernstein ¡está a su nivel!
Lástima que falte el lied Liebst du um
Schönheit (Si me mas por mi belleza),
que el barítono berlinés solo grabó diez años más tarde (a causa,
evidentemente, del título de la canción), con Barenboim para EMI: pero ni la
voz ni el piano estuvieron en los otros 4 lieder
a aquella altura estratosférica de 1968. De las versiones con piano de los Rückert esta es, a distancia, la más
extraordinaria: y con orquesta solo se le puede comparar la sublime de
Baker/Barbirolli.
Hola, Ángel:
ResponderEliminarEn este repertorio habría que recordar la labor del austríaco Walter Klien, aunque no seas muy del cuarteto Amadeus.
https://en.wikipedia.org/wiki/Walter_Klien
Saludos cordiales.
¿En qué repertorio? Pero bueno, Walter Klien me parece un pianista muy estimable. Ahora bien, no es que no sea muy del Cuarteto Amadeus, es que es muy evidente que ese grupo ha quedado, en la inmensa mayoría de sus grabaciones, muy, muy sobrepasado, y que casi siempre suena muy antiguo. Especialmente (porque hay más) a un cuarteto coetáneo suyo no le ocurre eso en absoluto: el Cuarteto Italiano. ¡Ni color!
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