Procedentes del verano de 2017 en
Salzburgo y de diciembre de 2018 en el Met, respectivamente, es interesante
compararlas porque pueden extraerse curiosas conclusiones. En Aida, Anna Netrebko me dejó literalmente
pasmado. Es la suya una actuación vocalmente asombrosa, que deja prácticamente
atrás a todas sus colegas de las últimas décadas, salvo sin duda a Montserrat
Caballé (en su grabación con Muti, precisamente). Es cierto que la rusa no es
capaz de apianar en el registro sobreagudo, pero es algo de lo que más vale que
nos olvidemos: el caso Caballé no va
a ser repetible así como así. Al margen de esa deficiencia, a la que no habría
que darle mayor importancia, la encarnación que Netrebko hace de la heroína de
la antepenúltima ópera de Verdi es un portento de musicalidad, de belleza
tímbrica y canora, de intensidad expresiva y dramática. ¡Impresionante! Antes
de pasar a su Adriana, unas palabras sobre el resto de los intérpretes de esta Aida: reconozcámoslo, y aunque les pese
a los que yo me sé, desde Domingo, hace ya bastantes años, no hemos vuelto a
escuchar un solo gran Radamès. Francesco Meli no lo es, ni mucho menos: posee
agudos firmes y bien timbrados (no siempre), y nada más; su voz está aquejada
de un vibrato cada vez más fuerte y
molesto, su técnica es pobre y como intérprete
es muy, muy plano.
Menos mal que Amneris fue encarnada
con una plenitud vocal y una fuerza dramática tremendas por Ekaterina
Semenchuk, poco más o menos tan extraordinaria como cualquiera de sus más ilustres
predecesoras en este personaje, acaso el más interesante y creíble de la ópera.
Luca Salsi, Amonasro, posee una robusta voz de barítono... y poco más puede
admirarse en él. Y bien los dos bajos: Dmitry Belosselskiy como Ramfis y
Roberto Tagliavini como el Rey de Egipto. Para mí, la grabación de Riccardo Muti
(EMI 1975) sigue siendo la Aida mejor
dirigida que conozco. En los últimos (no pocos) años, el director napolitano me
suele gustar menos en Verdi que cuarenta años atrás. Aun así, esta Aida, más solemne y monumental, me ha
parecido admirablemente dirigida, aunque ha perdido algo de la rebeldía, la
rabia de aquella grabación. Y la escena, de Markus Hinterhäuser, me ha gustado:
escenografía muy simple, a menudo formas geométricas, de notable belleza, e
interacción de los personajes bastante sensata, sin nada especial que señalar.
Se podría, eso sí, haber trabajado para que Radamès o Amonasro actuasen un poco
mejor.
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En su primera, creo, Adriana Lecouvreur la Netrebko, en
cambio, ha ido más a su aire, parece no haber sido dirigida -escénica y, sobre
todo, musicalmente- y ha estado bastante pasada de rosca. Por lo pronto, no veo
a qué viene forzar la voz casi sin cesar para parecer más grave y dramática de
lo que es; en una parte que, para colmo, no es más dramática que Aida y
bastante menos que Lady Macbeth. Pero, ¡amigos!, en estas dos estuvieron Muti y
Barenboim, y eso se nota mucho. En Adriana,
Gianandrea Noseda se ha debido de sentir intimidado por la diva y parece que no
la ha llamado al orden, lo mismo que debió de pasarle a quien previamente le
preparase el papel. Lo cierto es que su encarnación de la famosa actriz francesa
ha resultado cargante, exagerada y cantada casi todo el tiempo más fuerte de la
cuenta. Lástima, porque vocalmente la soprano rusa ha tenido momentos
maravillosos, y ha sido muy expresiva -demasiado vehemente, con frecuencia-. Estoy
seguro de que con un gran director sería capaz de hacer una Adriana admirable,
en la línea de sus grandes predecesoras: Magda Olivero, Caballé, Scotto o Freni
(y no Tebaldi, lo siento). Pero ¿qué director de primera línea va a aceptar
dirigir esta ópera tan desigual? En disco lo hizo Levine, muy bien, cuando era
su mejor momento... que duró poco.
Piotr Beczala es un tenor de gran
musicalidad, precioso timbre y otras cualidades, pero está cantando últimamente
papeles demasiado pesados para sus condiciones, y, horror, me está recordando
en su trémolo y otros apuros al declinante Carreras: creo que le está empezando
a ocurrir algo parecido. La voracidad de los teatros es nefasta para muchos
cantantes: los convencen para que encarnen personajes para los que su voz no
está preparada. ¿Resultado? La decadencia vocal les llega antes de tiempo.
Ojalá me equivoque con Beczala, uno de los mejores tenores líricos actuales. El
ingrato y mal escrito papel de Michonnet lo hizo un Ambrogio Maestri un poco
mayor ya: lo hizo muy bien, pero escucharle sus disparatados agudos fue un
suplicio. ¿Por qué el mayor Falstaff de los últimos tiempos aceptó cantarlo?
Para mí -y ya he visto que no soy,
ni mucho menos, el único- lo mejor de la velada fue Anita Rachvelishvili como Princesa
de Bouillon: una voz de mezzo ya plenamente dramática de muchos quilates, una
forma de cantar magistral y arrebatadora y un temperamento volcánico, ideal
para este personaje. Como ha dicho Muti recientemente, "es la gran mezzo
verdiana de nuestros días". Y no solo verdiana, claro. La batuta de Noseda
fue correcta, muy competente, haciendo sonar a la orquesta francamente bien (parece
que estuvo más pendiente de ella que de dirigir a los cantantes. Esta labor,
que muchas veces se obvia por parte tanto de las batutas como de los críticos,
es más importante de lo que parece). Y la escena es quizá la más tradicional de
las que le he visto a David McVicar: irreprochable -salvo la coreografía del
ballet- pero sin mayor imaginación; no arriesga, pero tampoco molesta...
Hola Angel….la aida que comentas la vi en los cines y de acuerdo contigo, la Netrebko maravillosa, como suele ser habitual en ella...Creo que no tiene competencia a día de hoy en voces femeninas....La Adriana no la he escuchado....En cuanto a Beczala, sólo lo he escuchado un par de veces en cine, así como este pasado verano en RC en el Lohengrin que dirigió, maravillosamente a mi parecer, Thielemann..no sé si lo escuchaste..Beczala estuvo imperial, demostrando a mi entender que se puede convertir en todo un Heldentenor, en un wagneriano de pro si, como dices, no se estropea, mejor dicho, no lo estropean, pues a los cantantes se les exige que sean divos y canten de todo y a todas horas y eso es fatal para sus voces...pasa buen finde...
ResponderEliminarSí, Beczala está muy bien en Lohengrin, pese a que su voz es mi opinión un poco más lírica de la cuenta. Pero no hay que olvidar que el papel de Lohengrin no es muy dramático: el que menos de los roles tenoriles protagonistas de Wagner. Ahora bien, no creo que Beczala pueda llegar a ser un heldentenor, ni mucho menos. Y dudo que se meta a cantar Erik del Holandés, Parsifal o Siegmund -espero que no lo haga-. Por no hablar de Siegmund, Tannhäuser, Sigfried o Tristan. Tal vez sí se atreva en unos años con Walther de Los maestros cantores.
EliminarHola, Ángel:
ResponderEliminarYa que hablas de verismo, ¿que opinión te parece "L'amico Fritz", de Mascagni? Me resulta deliciosa, como la obra original de Erkmann - Chatrian, y como todo lo que he escuchado de este compositor, ninguneado por razones extramusicales.
https://www.elespectador.com/opinion/la-mala-suerte-de-mascagni-columna-445861
Saludos cordiales.
L'amico Fritz será posiblemente la mejor ópera de Mascagni después de Cavalleria. Conozco también Iris, y la verdad, una y otra merecen ser más conocidas. Ahora bien, aprovecho para lanzar una opinión personal y polémica: ni una sola de las óperas "veristas" italianas(entre las que no incluiría Tosca, que desborda este estilo) me entusiasma; a ratos sí, unas cuantas de ellas, pero ni una sola la tengo como una obra redonda.
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