Andrea Chénier en La Scala
Estas dos funciones, que he
visto gracias a retransmisiones televisivas, han sido enormes éxitos en sus
respectivos teatros. Éxitos a los que les asisten razones, aunque no siempre
por completo. La apertura de la temporada 2017-18 de La Scala -el día de San
Ambrosio, patrono de Milán, el 9 de diciembre- fue con la ópera más notable de
Umberto Giordano, Andrea Chénier, una
obra -ya que no maestra- muy espectacular y efectista, que goza de gran
popularidad debido a sus arias (sobre todo, pero no solo, "La mamma
morta") y a sus dúos, ciertamente muy inspirados y de enorme lucimiento
para los tres protagonistas vocales, Chénier, Maddalena y Gérard. Era la
primera vez que escuchaba un papel operístico completo -¡y menudo papelón!- a
Jusif Eyvazov, el actual marido de Anna Netrebko. La verdad, había oído hablar
de él en calidad de eso mismo, de consorte de la gran diva. Pues bien, me ha
parecido un tenor muy a tener en cuenta: voz lírica (quizá un poco demasiado
lírica para Chénier) de muy bonito timbre, igual en todo el registro, incisiva,
de agudo muy fácil y rutilante y línea de canto bastante esmerada, al que le
falta algo más de expresividad para transmitir emociones tan fuertes y veristas. Tampoco es un buen actor.
Pero, insisto, en conjunto me ha sorprendido muy favorablemente. Su esposa está
ya vocalmente en sazón para un rol tan lírico-dramático como el de Maddalena.
Es cierto que, al igual que en su Adriana Lecouvreur comentada hace poco en
este blog, engorda un poco artificialmente la anchura de su voz y el registro
grave; no tanto como allí, pero algo hay de ello también en Maddalena; digo yo
que será debido a que uno y otro son papeles veristas, mientras que por ejemplo en su Lady Macbeth (también
comentada aquí) apenas existe ese problema. En cualquier caso, Netrebko ha
redondeado una interpretación fascinante de principio a fin, desde cualquier
aspecto que se la juzgue: ¡menuda inteligencia la de esta mujer! De la famosa
aria referida ha logrado una auténtica creación, de lo mejor que haya escuchado
yo jamás (y debo decir que a mi admiradísima Caballé le quedaba algo forzada,
no entiendo muy bien por qué). El barítono Luca Salsi me ha gustado algo más
que en la Aida de Muti de la que
escribí hace poco; en cualquier caso, no mucho: la voz es potente y recia, pero
posee evidentes limitaciones técnicas y escasos recursos o voluntad para el
matiz. El resto del reparto, los numerosos papeles que restan, han sido muy
bien resueltos, con la excepción de quien hace el brevísimo rol de Schmidt. En
cuanto al de Mathieu, me da la impresión de que el barítono Francesco Verna
podría haber superado a Salsi como Gérard.
La escena de Mario Martone me
parece un modelo de sensatez: sin ser estrictamente literal, es digamos clásica
o conservadora, pero muy inteligente y bella: un gran acierto digno de ser
seguido. Los espejos deformantes me han parecido un estupendo hallazgo. Y en
cuanto a la dirección musical, me da la impresión (¡ojalá!) de que Riccardo
Chailly ha recuperado la cordura, después de sus fallidos, cuando no
desastrosos, experimentos de su etapa
en la Gewandhaus de Leipzig (Beethoven, Mendelssohn, Schumann, Brahms...). Esta
Chénier ha sido sencillamente
magnífica de principio a fin (mejor aún que su grabación para Decca de 1984,
con Pavarotti, Caballé y Nucci), sin lo más mínimo que objetar, incluyendo un
soberbio rendimiento de la orquesta (y del coro). Lo que digo de la cordura no lo concluyo solo tras la
escucha de esta ópera, sino por las dos recientes grabaciones videográficas de
música orquestal que acabo de escucharle: una con una selección de El sueño de una noche de verano de
Mendelssohn -en la que solo le achaco una cierta ingravidez sonora y
refinamiento excesivo en la obertura- y una irreprochable Sinfonía Manfredo de Tchaikovsky. Y otra con la Octava Sinfonía de Mahler, también con
la Orquesta del Festival de Lucerna, carente por completo de las pegajosas dulzonerías
de su grabación cinco años anterior en Leipzig. A ver si se confirma la vuelta
a la sensatez de este director, técnicamente uno de los más dotados.
Lucia di Lammermoor en el Real
La Lucia di Lammermoor del Teatro Real (junio de 2018) constituyó un
enorme triunfo personal de los dos protagonistas, Lucia y Edgardo: Lisette
Oropesa y Javier Camarena. Con razón, pues Oropesa es uno de los
descubrimientos vocales más sorprendentes de los últimos años. Pese a su
juventud (Nueva Orleáns, 1983), es una artista completa, de los pies a la
cabeza. Con una muy bonita voz lírico-ligera, posee una técnica realmente
consumada y una musicalidad privilegiada: su capacidad para transmitir los
dolientes sentimientos del personaje es antológica. La larga escena de la
locura enloqueció de veras al
público. Apenas le fue a la zaga el tenor mexicano Javier Camarena: pese a ser
su debut como Edgardo, fue capaz de transmitir al igual que ella con intensa veracidad.
Su voz, bella, de pasmosa seguridad y brillo en el registro agudo, es todavía
hoy un poco ligera para el romántico personaje. Su belcantismo es ejemplar, de tal modo que en pocos años puede llegar
a ser un intérprete ideal de Edgardo. Aquí se acabaron los puntos fuertes de
esta versión: el barítono Artur Rucinsky (Enrico) posee una voz robusta, y nada
más; canta regular -ni siquiera la proyecta debidamente- y apenas expresa nada.
Pero como tiene buenos agudos (de los que abusa lo suyo), fue bastante
aplaudido. Y Roberto Tagliavini es en realidad un barítono -bastante correcto-
en un papel, el de Raimondo, que exige un bajo. Discreta, sin más, la batuta de
Daniel Oren, y bastante arbitraria, injustificada, fuera de lugar la escena de
David Alden, de la que -confieso- me desentendí al rato de comenzar a seguirla.
Hola, Ángel:
ResponderEliminarSin duda la mejor ópera de Donizetti, llena de un increíble misterio y poder de encantamiento... Debido en parte a la soberbia novela original de Scott. ¿Cuál es tu versión discográfica favorita? ¿Callas/Karajan, Sills/Schippers, Sutherland/Pritchard, Moffo /Prêtre, Gruberova/Rescigno, alguna otra?
Saludos cordiales.
En este caso no tengo dudas: mi favorita es la versión de Sills, Bergonzi, Cappuccilli, Díaz. Coro Ambrosian. Orquesta Sinfónica de Londres. Schippers (Westminster/DG). Y sí, me parece la mejor ópera de Donizetti, al menos entre las trágicas. Porque es difícil echarla a pelear con las mejores bufas (o semibufas), como L'elisir d'amore y Don Pasquale.
EliminarTotalmente de acuerdo contigo en esa Lucia..la vi este verano en la dos, y Oropesa me parece una voz dulcísima......la he escuchado además hace poco en verdi, creo que en cines, y me gustó tb mucho...
ResponderEliminarAnoche le escuché en Murcia a Virginia Martínez una sexta de Mahler que me puso los pelos de punta...¿Alguien más de Murcia fue?; La progresión de esta chica es increíble, y yo ya la colocaría como la primera batuta de su generación, por encima de los tan traídos y llevados Harding, Heras Casado y Nelssons..a los tres los he escuchado en directo y no harían una sexta de Mahler tan redonda....Luego dirige Petrenko en la filarmónica de Berlín, Angel, lo escucho y te lo comento...BUEN FINDE...
ResponderEliminarPetrenko desde Berlín, en general, bien...mejor el concierto para violín de Schoenberg, donde se ha apoyado en Kopachiskaja (¿se escribe así?) que tiene muchas más tablas que él, que en la quinta de Chaikovski, donde ha empezado desubicado, acelerado, pero ha mejorado y ha cerrado una velada decente, al menos para mi gusto...no he escuchado ese concierto de agosto o septiembre que tanto te horrorizó...creo que puede ser un buen fichaje, al tiempo...me dicen que Oropesa está partiendo la pana en un Rossini grabado en radio clásica....
ResponderEliminarNo lo he escuchado, pero te juro por lo más sagrado que a Kopatchinskaja le escuché en directo hace un par de años el Concierto de Mendelssohn (con Ashkenazy en Ibermúsica), y ya escribí entonces que era el conciero para violín más horrorosamente interpretado que había escuchado en mi vida. Y de su grabación del de Tchaikovsky puedo decir que, de lejos, es el más repugnante (esa es la palabra) que conozco, y a mucha distancia del peor que le siga en el ranking. El "gusto musical" de esta chica en esas dos obras es para vomitar.
EliminarYo te diría de veras que ambos estuvieron muy decentes en el concierto de schoenberg,no sé...a petrenko tb lo vi suelto en los dos últimos movimientos de la quinta de Piotr illych, aunque como te digo, comenzó muy nervioso y acelerado..habrá que esperar a septiembre para ver si da la talla en Berlín...me he comprado las sinfonías de Beethoven y Brahms por Klemperer, estaban a quince euros, me están encantando...cuídate...
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