Andris
Nelsons dirige Mozart, Debussy y Stravinsky
Un reciente
concierto de Nelsons con su Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig, retransmitido
por televisión, comenzó del Concierto No. 17 en Sol mayor, K 453 de
Mozart con Martin Helmchen como solista. Cierta decepción, pues tanto la batuta
como el pianista ofrecieron una versión excesivamente leve, alada, recatada y
hasta tímida de este hermoso concierto. No es, en efecto, una obra dramática y
mucho menos tempestuosa, sino más bien sonriente, pero me parece inadecuado
convertir su optimismo en esa ingravidez casi insustancial. Nada que ver, por
tanto, sino todo lo contrario, con el Mozart de la Sinfonía 40
recientemente editada en blu-ray por esta orquesta y este director. Helmchen
toca muy bien y es muy musical, pero, de todo cuanto le he escuchado, esto,
demasiado refinado, es quizá aquello con lo que menos sintonizo.
El resto del
programa constó de dos de las partituras orquestales más destacadas del siglo
XX: El Mar de Debussy, impecable, sin nada especial que resaltar (salvo
un empalagoso primer oboe), y la suite (1919) de El pájaro de fuego de
Stravinsky. Versión absolutamente canónica e irreprochable a la que solo le
achacaría, como a la anterior, una sonoridad demasiado alemana.
Michael Gielen y su filmación de las
Sinfonías de Beethoven
Comento sucintamente
las 9 Sinfonías de Beethoven grabadas en público en Freiburg entre 1997
y 2000 y editadas en DVD por EuroArts. Michael Gielen (Dresde, 1927-Mondsee,
2019) ha sido uno de los mayores intérpretes de la música del siglo XX, teniendo
en su haber estrenos de obras de Henze, Ligeti, Stockhausen o Zimmermann (Die
Soldaten, Requiem por un joven poeta). También realizó, creo, la primera
grabación de la ópera Moisés y Aarón de Schoenberg. Pero, como (casi) todo
director que se precie, también ha querido transmitirnos su opinión sobre las Sinfonías
de Beethoven. El problema, para mí, es que ¡carece de opiniónsobre ellas! Sus
interpretaciones no son, en general, propiamente tales, sino meras lecturas de
las notas de las partituras. Alguien querrá elogiarlas alegando que son
extremadamente objetivas. Y yo le contestaría diciendo que "¡objetivo lo
es solo quien carece de ideas!", en maliciosa pero bastante acertada frase
de Johann Gustav Droysen, historiador y pensador alemán (1808-1884).
Con
unos tempi casi siempre muy vivos, Gielen parece hacer todo lo posible
por no expresar o transmitir nada, pero parece claro que no es eso lo que
pretendía el Gran Sordo. Hace muy bien los scherzi: casi solo esos
movimientos. Me han irritado mucho la tremenda banalidad “biedermeier” del Larghetto
de la Segunda, los movimientos 1º, 2º y 4º de la “Heroica”, el
primer movimiento de la “Pastoral” o toda la Octava, en la que
parece no haber estado presente, sino haber dejado funcionando en el podio el
metrónomo. Están, en cambio, bastante bien los finales de la Segunda y
la Cuarta, el 2º de la “Pastoral” y el 1º de la Séptima. En la Novena el 1º, el 3º y toda la
introducción orquestal del 4º movimiento son rápidos e insípidos (solo la
abominable versión de Chailly, entre las 49 cotejadas, es un poco más veloz
aún). Excelente el Coro de Radio Berlín y aceptable el cuarteto vocal (Renate
Behle, Yvonne Naef, Glenn Winsdale y Hanno Müller-Brachmann), resultando
potente pero estridente la soprano, y sobresaliendo claramente el
barítono-bajo. A lo largo del ciclo, la Orquesta Sinfónica SWR de Baden-Baden y
Freiburg resulta notable, de adecuada sonoridad, pero no especialmente
depurada.
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