viernes, 13 de diciembre de 2019

"Manon" en en el Met y "Turandot" en el Liceu


Manon de "Massenetti" con Lisette Oropesa

En octubre de este año ha subido al escenario del Met neoyorkino Manon de Massenet con una pareja de cantantes muy en alza: Lisette Oropesa y Michele Fabiano. La escena corrió a cargo de Laurent Pelly y la batuta la empuñó Maurizio Benini. Discrepo de las muy elogiosas críticas que he leído, salvando solo, y mucho, a la cantante que da título a la ópera, la cumbre teatral del compositor francés. Ella, desde luego, sí ha sido consciente de la nacionalidad (y el estilo) del autor de la música. No estoy tan seguro de que Fabiano y Benini lo hayan hecho. El tenor posee una voz demasiado robusta para Des Grieux, de cuyo volumen suele abusar. Salvo en el llamado “Sueño”, en el que contuvo el caudal. Tampoco es precisamente un cantante musical, refinado o de línea elegante (¡escúchense a Gedda y a Kraus!), recordándome algo a Roberto Alagna. Parece a menudo estar cantando una ópera italiana, probablemente verista. Eso mismo le ocurrió al otras veces atinado Maurizio Benini: su vehemencia y hasta rudeza sonaban demasiado a Ponchielli o a Leoncavallo. 

Pero Oropesa, con una voz de lírico-ligera muy bella, cuyo único defectillo es un vibrato un poco excesivo, supo todo el tiempo lo que se traía entre manos y dio cumplida respuesta a las partes más de coloratura, a las más líricas e incluso a las más trágicas del variopinto personaje. No acusó síntomas de cansancio en un papel muy largo, agotador. Estuvo admirable, sí, pero no me resisto a decir aquí que sigue sensiblemente por debajo de la más extraordinaria Manon: Beverly Sills, milagrosa en su grabación junto a Gedda, Souzay y la batuta, excelentísima en esa ocasión, de Julius Rudel: una grabación para la historia (que, me parece, muchos operófilos no conocen. Y no saben lo que se pierden. Un amigo que no era muy afecto a Massenet se enamoró perdidamente de Manon después de escuchar esa grabación).

Mejor voz que canto el del barítono Artur Rucinski (Lescaut), flojo el tenor Carlo Bosi (Guillot) y muy bien el bajo Kwangchul Youn (el Conde). En cuanto a la escena, he encontrado esta vez menos acertado a Laurent Pelly, que además no ha podido evitar la escasa convicción mostrada por los cantantes en su faceta de actores (a comparar con la filmación de Netrebko, Villazón y Barenboim con admirable escena de Vincent Paterson). 

Turandot con Theorin, Jorge de León, Jaho y Vinogradov 

El Liceu de Barcelona ha difundido por la cadena de televisión Arte su función de la ópera inacabada de Puccini del 15 de octubre. Una propuesta escénica, a cargo de Franc Aleu -seguro que carísima- tremendamente aparatosa, que me ha gustado visualmente muy poco: futurista, con muy cargante sobreabundancia de proyecciones (para que el respetable, con muchos políticos presentes, no fuera a aburrirse). Y con algunas ocurrencias que encuentro simplistas, como las gafas de ver una realidad virtual. 

Pero en lo musical ha contado con elementos muy destacados: la protagonista, Iréne Theorin, posee una voz plenamente dramática, con agudos restallantes (hasta rozar ocasionalmente la estridencia) y muy buena línea, si bien su pronunciación del italiano (no así la del alemán) deja que desear. Dudo, en cualquier caso, que hoy haya una Princesa de hielo tan capaz y destacada como ella. El tenor Jorge de León posee una voz robusta, un punto baritonal, con agudos poderosos (de los que abusa un poco), si bien no muy squillantes como parece pedir el papel de Calaf, pero su canto es algo rudo y su emisión un poco engolada: no me parece, a decir verdad, lo que se dice un gran cantante. Lo mejor del reparto fue, para mí, la maravillosa Liù de Ermonela Jaho, de intensísima emotividad, precioso timbre y canto ejemplar (desde Caballé -con Mehta- y Freni no he escuchado otra Liù que me haya gustado tanto). Espléndido el Timur del bajo Alexander Vinogradov, con una bella voz en su punto de madurez. Bien también Ping, Pang y Pong, el Mandarín y el Emperador de ¡Chris Merritt!

Creo que Josep Pons, batuta de indudable solvencia, no se entiende especialmente bien con Puccini, pero todo estuvo bien resuelto... si bien hizo destacar, casi todo el tiempo, en exceso la percusión por encima de los metales. Bastante bien la respuesta de la Orquesta del Liceu, y mejor aún la del Coro, muy bien completado esta vez por el Coro de Niños Vivaldi. 

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