Wozzeck en Múnich: Gerhaher, Barkmin, Haenchen y
Kriegenburg
Una
versión de Wozzeck (acaso la ópera más genial del siglo XX) de noviembre
de 2019 en la Ópera Estatal de Baviera que no me ha dejado huella. Creo que a un
teatro tan prestigioso se le puede pedir mayor nivel (suele alcanzarlo). La
dirección musical de Hartmut Haenchen, correcta pero rutinaria y más efectista
que sentida, no ha contribuido a que me convenza. Lo mismo que la escena de
Andreas Kriegenburg, pasada de rosca en su sordidez y recurriendo a tópicos ya
muy vistos, como el suelo cubierto por tres o cuatro dedos de agua, lo que
obliga a los cantantes (y al director, al saludar) a llevar botas de agua, y,
peor aún, al pobre Christian Gerhaher a estar unos minutos tumbado, empapado… El
gran liederista que es el barítono lírico alemán no sé si hace muy bien en
encarnar un personaje tan exigente y agotador, que requiere una voz más dramática
y puede dañarle la suya. Por lo demás, lo hace muy bien, aunque lejos de un Fischer-Dieskau
o un Grundheber, pues el canto -excelente- no basta. La Marie de Gun-Brit
Barkmin me ha parecido floja: insuficiente, plana, impersonal. Muy bien el
Capitán de Wolfgang Ablinger-Sperrhacke, muy endeble el Doctor de Jens Larsen,
pálidos el Tambor mayor de John Daszak (qué papel tan difícil), el Andres de
Kevin Conners y el -lúcido- Loco de Ulrich Ress…
Roméo et Juliette en
Viena: Garifullina, Flórez, Domingo y Flimm
De
2017 es un Romeo y Julieta de Gounod representado en la Ópera Estatal de
Viena a cargo de dos grandes cantantes tan en su sitio como los lírico-ligeros Aida
Garifullina y Juan Diego Flórez; en el resto del reparto, sin un solo papel
determinante, que he encontrado desigual, sobresale el barítono madrileño Gabriel
Bermúdez como Mercutio. La actualización a nuestro tiempo de la escena
llevada a cabo por Jürgen Flimm creo que no aporta nada positivo. Tercer gran
triunfador junto a los cantantes protagonistas: la batuta de Plácido Domingo. Excelente,
aunque no les guste aceptarlo a muchos que yo me sé…
Les Contes d’Hoffmann
en Bruselas con Petibon, Cutler, Bretz, Altinoglu y Warlikowski
La
Monnaie de Bruselas ha ofrecido en 2019 un espectáculo al que prefiero dedicarle
el menor espacio posible: la antes promisoria Patricia Petibon tiene ya la voz
arruinada para Olimpia (no llega arriba, desafina…), sin haber obtenido consistencia
para Antonia o Giulietta, y además hace el ganso sin ton ni son, en
connivencia, supongo, con el pretencioso e infumable (creo que en todo lo que
he visto) director escénico Krzysztof Warlikowski, quien ha tergiversado todo a
su placer, con un gusto pésimo. Eric Cutler, tenor muy lírico, es un Hoffmann más
bien irrelevante, y solo correcto Gábor Bretz, de sólida voz baritonal, encarnando
a los malos. Algunos secundarios buenos (entre ellos Sir Willard White
como Luther y Crespel) no levantan la función, en la que lo único salvable es
la batuta: el parisino Alain Altinoglu (n. 1975).
Anita
Rachvelishvili pulveriza a Pavarotti
No
suelen interesarme los recitales de cantantes con repertorio muy popular, como
este que tuvo lugar en la Waldbühne de Berlín el año 2018, con el título “Una noche
italiana”, y que ha publicado Sony en blu-ray. Pero ha habido una razón menor y
sin embargo poderosa que me ha llevado a hacerme con él: unos amigos me
mostraron cómo la mezzo georgiana Anita Rachvelishvili (n. 1984), para mí una
de las más extraordinarias cantantes de nuestros días, hacía una auténtica
creación de una canción que hasta ahora apenas me había gustado: Caruso,
de Lucio Dalla. Canción que yo conocía solo en la voz de Luciano Pavarotti y
que había llegado a detestar. Pues bien, lo que hace con ella la magnífica
mezzo, tan gran cantante como inteligente y penetrante intérprete,
es darle la vuelta por completo, ennobleciéndola como nunca pude imaginar: la
vociferante y gimiente versión del famosísimo tenor -muy incómodo además en la
zona del paso- de Módena, de la que hizo vender miles y miles de copias, se ha
transformado en un sentimiento íntimo absolutamente conmovedor. ¡De no dar
crédito!
El
blu-ray muestra en su portada solo al principal protagonista de la velada,
Jonas Kaufmann, y, en una letra mucho más pequeña (¡qué mal gusto!), a la mezzosoprano. Es verdad que la parte del león quedó encomendada al tenor alemán, que cantó más del doble de
piezas que ella, aguantando impertérrito una velada agotadora, casi siempre muy
bien y siempre dándolo todo. Quizá lo que menos me convenció fue “Cielo e mar”
de La Gioconda; en el dúo “Tu qui, Santuzza?” y en el aria “Mamma, quel
vino è generoso” de Cavalleria rusticana estuvo espléndido, lo mismo que
en la mayor parte de las canciones napolitanas y hasta ligeras del programa.
Pero lo mejor fue para mí lo que cantó la marginada Rachvelishvili: una impresionante
“Voi lo sapete, o mamma” de la referida ópera de Mascagni, más Caruso y
otras canciones a solo y a dúo con Kaufmann. La Orquesta Sinfónica de Radio
Berlín estuvo dirigida con desigual acierto por Jochen Rieder. Por cierto, me
han parecido espléndidas las dos piezas orquestales de Nino Rota incluidas en el
programa: La passerella di addio (de Ocho y medio) y La
leyenda de la montaña de hielo.
Ese Romeo Y Julieta con Flórez y Plácido a la batuta lo dan este jueves en los cines....supongo que iré, me alegra que te haya gustado, ya sé que no tiene demasiados defensores cuando coge la batuta.....
ResponderEliminarAh, bueno es saber que lo van a proyectar. Creo que merecerá la pena asistir.
EliminarHa muerto Mirella Freni…¿Qué te parecía? A mí me gusta.
ResponderEliminar¡Qué triste noticia! Me gustaba mucho, muchísimo.
EliminarVengo de ver ese romeo y Julieta de Viena en los cines...bien el dúo protagonista, muy bien, a ella no la conocía..Plácido maravilloso en la batuta, la puesta en escena: parece mentira que la Staatsoper no cuide un poco sus producciones, es horrenda, pobretona, cutre, parece una discoteca de barrio....
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