Sinfonía nº 9 en Mi menor, op. 95 “del
Nuevo Mundo”
La número 9 y última de las sinfonías de Dvorák (antaño numerada,
erróneamente, como quinta hasta el “descubrimiento” de las cuatro primeras,
antes desdeñadas), la denominada “Del Nuevo Mundo” es, sin duda alguna, la más
célebre de este compositor, y aunque sus méritos puedan no ser mayores que los
de las Sinfonías Séptima y Octava (incluso, según Jarmil
Burghauser, éstas son “superiores a la Novena por lo que respecta a la
riqueza de ideas y la invención musical”), sí es comprensible su mayor
popularidad, enorme desde el estreno mismo: según el citado musicólogo -máxima
autoridad en Dvorák, cuyo catálogo completo ha elaborado: la B que precede a un
número es la inicial de su apellido- su éxito radica en su “especial colorido”
y en “haber logrado reunir las dos grandes corrientes estilísticas de su época
[...], el neorromanticismo […], aspectos épicos y al mismo tiempo su carácter
mágico y ensoñador- [...] y el neoclasicismo [...]: la concisión y la claridad
formal, la economía y el brío de su técnica, su precisión y fuerza expresiva”.
Dvorák sí la consideraba la mejor (“Creo que supera a mis restantes
creaciones”).
Como es sabido, fue su única sinfonía escrita en los Estados Unidos,
a donde Dvorák había sido llamado para dirigir durante tres cursos el
Conservatorio de la capital neoyorkina. Tardó en componerla cuatro meses y
medio (desde el 10 de enero al 24 de mayo de 1893). Mucho se ha debatido acerca
del carácter indio y negroide de algunos de sus temas, partiendo de
declaraciones exageradas de Anton Seidl (director del estreno) o interpretando
parcialmente las del propio compositor. Burghauser es tajante en este aspecto:
“La opinión […] de que la Sinfonía del Nuevo Mundo se había compuesto
arreglando diversos cantos populares de Norteamérica no puede mantenerse”. ¿Qué
hay, entonces, de ello? Ya antes de marchar a América, Dvorák tenía en mente
componer una ópera sobre El canto de Hiawatha de Longfellow, pero no
abordó su composición hasta su llegada al nuevo continente. Un tema que había
anotado en un borrador para esta ópera -que, como se sabe, no llegó a
componerse- lo insertó en el “Largo” de su Sinfonía en Mi menor, así
como otro (pensado para la escena del festín de Hiawatha, en que danzan los
indios) en el “scherzo”. Pero estos temas son de su entera invención, y el
último de ellos es, de hecho, más checo que americano.
Únicamente una melodía de esta Sinfonía es de procedencia americana,
la que enuncia la flauta en el primer movimiento, que tiene notable parecido
con el espiritual negro Swing low, sweet Chariot. Entonces se comprenden
las declaraciones de Dvorák, en las que aseguraba por un lado: “Olvida el
absurdo de que he utilizado motivos americanos. Eso es una completa mentira”
(al director Oskar Nebdal), y por otro: “No creo que pudiese haber escrito esa
música de no visitar Estados Unidos”. En efecto, se sintió estimulado por el
universo musical popular de aquel país -Dvorák habló de la fascinación que le
produjeron los ritmos negros sincopados- pero recientemente se ha sabido que el
compositor conoció todavía en su país, en 1879, algunas muestras de la música
india americana. Por ello escribe Burghauser: “Dvorák no habría necesitado del
contacto directo con el folklore de América del Norte para otorgar a su música
el sabor indio que pudiese interesarle”. En definitiva, como los más auténticos
compositores nacionalistas, Dvorák ha usado la técnica consistente en suplantar
el dato folklórico auténtico por temas propios concebidos según el espíritu popular:
“Sólo he intentado
escribir con el espíritu de las melodías populares americanas”.
En la Sinfonía del Nuevo Mundo, pues, encontramos algunos
elementos relacionados con Norteamérica (y este uso de materiales “exóticos” no
era nuevo en la Europa de entonces, aunque sí casi por completo de los Estados
Unidos, precisamente), pero, sobre todo, muchos otros elementos que lo están
con su país natal. En definitiva, es la Sinfonía de un compositor checo
hondamente nacionalista escrita en Norteamérica, recordando su tierra con,
entre otros sentimientos, nostalgia. Pero -tampoco hay que olvidarlo- es la
obra de un músico que aspiraba a ser no sólo nacional, sino universal.
En cualquier caso, esta Sinfonía es, al margen de todas estas consideraciones,
una obra admirable, recorrida por ideas melódicas bellísimas, firmemente
construida y de una instrumentación originalísima y magistral. Aunque parezca
fluir espontánea y como “un torrente de música maravillosa” (Casper Höweler),
la composición fue producto de laboriosos esfuerzos, como queda patente en el
manuscrito.
Como primera característica que llama la atención, la Sinfonía
del Nuevo Mundo se nos aparece poderosa, imponente, rocosa, pero contrastando
estas características con suaves temas de aire folklórico -eslavo o americano,
más frecuentemente lo primero-. Karl Schumann interpreta como nostalgia de
Dvorák por su país la “tendencia del material temático a regresar
constantemente a la tonalidad fundamental”, pues esto “ayuda a crear un clima
de melancolía”.
La obra da comienzo con una introducción lenta (“Adagio”) de
singular tristeza, irrumpiendo pronto con violencia un amago del principal tema
del “Allegro molto” que sigue, el cual es “una fuente inagotable de vítalidad y
tensión dramática” (John Clapham), mediante fuertes contrastes entre secciones
rudas y otras de gran lirismo.
Tras un comienzo solemne, casi religioso, el segundo movimiento -“Largo”-,
en la distante tonalidad de Re bemol mayor, transcurre con sordina en las cuerdas:
constituye un episodio mágico por la riqueza de su inspiración melódica y por
la extrema sutileza de su instrumentación. Su sosiego se ve bruscamente
truncado por la irrupción en los trombones del tema principal del movimiento
anterior. En el “Scherzo” (“Molto vivace”) la célula rítmica que configura el
primer tema se superpone consigo misma a la distancia de un compás. A su
carácter inquieto y brusco se oponen otras secciones posteriores y el trío, más
joviales y de ambiente a veces casi pastoril. Lo más interesante de la Sinfonía
desde el punto de vista estructural es el final (“Allegro con fuoco”), el
movimiento más extenso y de mayor peso: es una especie de forma sonata
modificada, en el que se dan cita los principales motivos de los tres
movimientos anteriores, tanto en el desarrollo como en la coda, en la que su
aparición conjunta es realmente magistral. La nostalgia a que se refería Karl
Schumann puede que llegue -algunos directores parecen sentirlo así- a desgarro
en varios pasajes de este “fogoso" finale.
Discografía
1940 DG Karajan/OFilBerlín 09’48+13’11+7’27+09’47 6/5
1941 Teldec Mengelberg/OConcertgebouw 08’17+12’59+7’25+10’21 7/4
1950 Supraph Talich/OFilCheca 09’12+12’42+8’06+11’17 6/5
1958 RCA Reiner/OSinfChicago 08’42+12’24+7’33+10’28 7/7
1959 Sony Szell/OCleveland 08’41+12’11+7’53+10’54 6,5/7
1959 Philips Dorati/OConcertgebouw 08’49+12’17+6’52+12’05 7/7
1960 DG Fricsay/OFilBerlín 10’03+13’54+8’14+12’01 9,5/7
1961 Decca Kertész/OFilViena 09’51+11’49+7’40+11’13 8,5/7
1962 Supraphon Ancerl/OFilCheca 09’04+11’26+7’47+11’11 6/6
1962 EMI Giulini/OPhilharmonia 09’16+12’33+7’51+11’17 8/6,5
1964 EMI Klemperer/OPhilharmonia 12’35+12’07+8’34+12’15 8,5/7,5
1964 DG Karajan/OFilBerlín 09’18+13’06+8’13+10’58 7,5/7,5
*1966 C Major Karajan/OFilBerlín 08’50+12’05+7’38+10’07 7/6
1967 Decca Kertész/OSinfLondres 12’30+12’28+7’25+11’18 8,5/7,5
1973 DG Kubelik/OFilBerlín 09’24+13’00+8’05+11’48 8/7,5
*1975 ICA Kempe/OSinfBBC 09’40+11’45+7’38+10’23 8,5/6,5
1977 EMI Karajan/OFilBerlín 09’34+12’03+8’21+10’54 8,5/7,5
1977 DG Giulini/OSinfChicago 12’14+13’44+8’15+11’44 9,5/8,5
*1978 Medici Böhm/OFilViena 09’50+13’30+8’25+12’00 9,5/8
1979 DG Böhm/OFilViena 09’46+13’20+8’23+12’00 9,5/8,5
1980 Decca Kondrashin/OFilViena 11’42+11’03+8’18+11’41 8/9
1983 DG Maazel/OFilViena 11’38+11’43+7’22+10’48 6/8
1984 Decca Solti/OSinfChicago 12’04+14’07+8’09+11’08 8,5/9
1985 DG Karajan/OFilViena 09’58+12’27+8’36+11’25 9,5/9
1985 MP Celibidache/OFilMúnich 10’48+16’43+8’35+12’12 9,5/8
1989 DG Bernstein/OFilIsrael 12’30+18’22+7’06+12’10 7/8
1989 DG Bernstein/OFilIsrael 12’30+18’22+7’06+12’10 7/8
*1991 EuroArts Celibidache/OFilMúnich 12’02+17’00+9’25+13’06 10/8,5
1994 Sony Giulini/OConcertgebouw 10’11+15’28+8’21+12’53 9/9
1999 DG Abbado/OFilBerlín 12’11+13’20+7’39+11’28 8/9
*2007 DG Dudamel/OSinfRadioStuttgart 12’05+12’30+7’43+11’35 9/8,5
*2011 C Major Nelsons/OSinfRadioBávara 12’09+12’47+7’21+11’31 8/8,5
2014 Decca Belohlávek/OFilCheca 09’55+12’46+8’17+11’53 8/9,5
Muy buena introducción a esta preciosa sinfonía. Muchas gracias.
ResponderEliminarVeo que no incluye referencia a algunos clásicos (Talich, Ancerl). Coincido plenamente en su elogio a la grabación de Fricsay, pero si tuviera que citar una versión que me ha encantado por encima de las demás, creo que sería la de Bernstein, con la Filarmónica de Nueva York. Magnífica.
En cuanto al video de Celibidache (que no conocía), para otros lectores a quienes pueda interesar, en este momento está en You Tube.
¡No conozco esa versión de Bernstein en Nueva York, de CBS/Sony! La de Bernstein en DG con Israel de 1989 me parece poco defendible: muy rebuscada.
EliminarAntes me he olvidado: ¡las versiones de Talich y de Ancerl sí que están!
EliminarHola Ángel, la grabación del año 1959 con la Concertgebouw no es de Colin Davis, es la de Antal Dorati. Colin Davis grabó la obra con la orquesta de Amsterdam en 1977.
ResponderEliminarPor otro lado, ¿sabes si la 9ª de Karajan con Viena es la misma grabación que la del DVD (que es la que tengo yo)? Creo que a veces eran iguales las versiones audio/video, pero otras había algunas diferencias.
Un saludo.
Claro, llevas razón, era Dorati (corregido). Voy a ver si me parece la de Colin Davis. Gracias.
EliminarExcelente post.
ResponderEliminarGracias.
EliminarÁngel:
ResponderEliminarNo conozco la grabación de estudio de Böhm con la Filarmónica de Viena. Sería fácil escucharla en Youtube, pero no lo hago (o trato de no hacerlo) porque sólo escucho en audio CD. El sonido/impacto es muy diferente. Tampoco soy afín al DVD. Por tanto le pregunto: ¿Qué tiene de superior, según vuestra opinión, la precitada grabación de audio/estudio de Böhn con respecto a la grabación de estudio de Kubelik y la Orquesta Filarmónica de Berlín para DG?
Le hice dicha pregunta porque tengo las versiones de Kubelik (DG), Giulini (DG) y Bernstein (Sony). De Bernstein y del eminente Talich no le pregunto porque usted ya le contestó al forista IDO. Muchas gracias.
En teoría, Kubelik debería ser el gran intérprete por antonomasia de Dvorák. Pero resulta que no lo es, salvo -en mi opinión- en la Octava. La versión de Böhm tiene más garra, más ímpetu y más lucidez que la de Kubelik en Berlín (la de Viena en Decca, monoaural, hace tanto que no la escucho que hoy no podría juzgarla). Lo cierto es que la de Böhm es una gran y agradabilísima sorpresa.
EliminarQue Ancerl no pase del notable y que los mejores traductores de esta sinfonía de Dvorak sean Böhm y Celibidache es un signo claro de que el Sr. Carrascosa no entiende esta sinfonía. Hay muchas cosas que yo no entiendo. No pasa nada. Lo importante es disfrutar con la música.
ResponderEliminarSerá que no la entiendo como usted. No ha sido exacto con la selección: primacía absoluta para Celibidache en el DVD, y muy cerca no solo Böhm, sino, con la misma calificación, Fricsay, Giulini en Chicago y Karajan en 1985. No tonfunda ni tergiverse.
EliminarMadre mia. Tendria que publicar un libro con todoas las calificaciones actualizadas que tiene este blog. Es un tesoro impagable o al menos por lo que costase el libro, jeje. Muchas gracias por su trabajo.
ResponderEliminarY con respecto al comentario de Anonimo mas arriba, decir que aunque guia inestimable, uno tiene que valorar sus gustos tambien, yo tambien valoro mucho mas alto a Ancerl y Kubelik pero no eso invalida a Bohm, Giulini, o Celi.
Un saludo
Mis disculpas, en efecto, sí había Vd incluido Ancerl y Talich, y veo que no las tiene Vd. en gran estima.
ResponderEliminarPara terminar mi comentario, añado una buena referencia a esta amplia relación de la que seguro que es una de las sinfonías más grabadas de la historia.
Existe una muy buena interpretación de Kempe, con la Filarmónica de Berlin (año 1958), que editó la baratísima colección "Royal Classics" (en su momento), con licencia de EMI. En su momento, creo recordar que la revista Repertoire la consideró entre las mejores grabaciones de esta obra, pero hablo de memoria.
A lo mejor algún día Warner nos sorprende con una buena reedición de las grabaciones de Kempe. Un gran director.
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EliminarNo conozco esa versión de Kempe para EMI, pero la que recojo en DVD me parece estupenda.
EliminarLo que hace Celi con esta obra no es de este mundo. Claramente la mejor interpretación de la obra. Estoy muy de acuerdo con sus valoraciones.
ResponderEliminarRespecto a esta sinfonía, como a la 5 de Chaikosky, habría que señalar siempre el enfoque dado en cada interpretación a los últimos compases de ambas. Cambian totalmente el sentido de las obras.
ResponderEliminarY aún se me ocurre otra que depende de cómo se enfoque el final: La 5 de Chostakovich.
ResponderEliminar¡Clarísimo! Se le puede dar la vuelta a su sentido.
EliminarYa que mencionas la 5ª de Shostakovich, prefiero mucho antes lo que hace Kurt Sanderling en ese final que la visión de Bernstein, por citar los dos extremos.
EliminarUn saludo.
En una audición a ciegas la versión de Böhm casi pasaría por una Checa si no fuera por el reconocible sonido de los oboes. Pero en ímpetu, tempo, energía, etc. es una versión de referencia.
ResponderEliminarBuenos dias,los saludo desde la lejana Buenos Aires,me extraña que no mencione la version de Witold Rowicki(dentro de la integral) con OSL,(creo que la grabacion es de 1971),que opinion le merece?
ResponderEliminarGraacias!!
Me parece que no la he escuchado nunca. ¡Hay decenas y decenas de grabaciones! Pero escuché algo de ese ciclo, y lo encontré solo discreto.
EliminarEstoy escuchando,la grabacion de Bohm que no la conocia,hasta ahora(estoy cerca del final del 1º mov.)es estupenda,muy buena toma,y Viena entrado en su mejor epoca!!
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