viernes, 21 de agosto de 2020

La "Sinfonía de los Salmos", un Stravinsky imperecedero


Por si algún lector quiere conocer mi opinión al respecto, confieso que Stravinsky no está entre mis compositores favoritos, ni siquiera entre los del siglo XX: hay unos cuantos que me interesan mucho más. Sin embargo, unas pocas obras suyas siempre me han entusiasmado, entre ellas los tres ballets de su primera época, la Historia del soldado y, por encima quizá de todas ellas, la Sinfonía de los Salmos (1930). Conforme él mismo explicó en una carta, "no he hecho una sinfonía con salmos cantados, sino que, por así decirlo, sinfonizo el canto de salmos". Con una curiosa orquestación que excluye violines y violas, consiste en 5 flautas, 5 oboes, 4 fagotes, 4 trompas, 5 trompetas, 3 trombones, tuba, arpa, dos pianos, timbales, bombo, cellos y contrabajos. El coro mixto es a 4 voces y Stravinsky recomendó que las agudas fuesen infantiles (indicación que sin embargo no suele respetarse). La escritura coral contiene claros ecos de Bach y, más aún, de la arcaica liturgia bizantina, pero la obra suena al tiempo decididamente moderna: una contradicción sabiamente resuelta que confiere a la partitura una gran originalidad y una fuerte impronta. La estructura es también inusual: a un muy breve primer movimiento sobre dos versículos del Salmo 39 ("Escucha, Señor, mi plegaria") siguen en el segundo tres versos del siguiente Salmo ("Confiado esperé en el Señor y Él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor"). El tercer y último movimiento, tan dilatado como los dos anteriores juntos, es el famoso Salmo 150 completo ("Aleluya"), que adquiere un carácter nada grandioso (como, por ejemplo, en Bruckner), sino íntimo y casi tímido, pero hondamente conmovedor (esto último constituye una rareza dentro de su producción), lo que Stravinsky consigue sin el menor rastro de romanticismo o de delectación melódica, sino con milagrosa sencillez. Estamos hablando de una de las composiciones sacras más admirables del siglo XX. Aunque la obra fue encargada por Sergei Kussevitzky para el cincuentenario de la Orquesta Sinfónica de Boston, Ernest Ansermet se adelantó seis días al estreno oficial, ofreciendo la primera audición el 13 de diciembre de ese año en Bruselas.

GRABACIONES SELECCIONADAS:

Coro del English Bach Festival. Orquesta Sinfónica de Londres. Leonard Bernstein (1972). DVD ICA ICAD 5124 (+La consagración de la primavera. Capriccio para piano y orquesta).

Interpretación, filmada en el Royal Albert Hall londinense el 8 de abril de 1972, difícil de calificar: fascinante como tantas propuestas del director de Lawrence, pero tal vez discutible por su heterodoxia, ya que incide sobre todo en los aspectos expresivos, incluso expresionistas, que -pese a que le pesase al autor- también puede desprender la partitura. Interpretación que encandila por su intensidad, su teatralidad, incluso su efectismo, pero que surge sin duda de una sincera convicción. El Salmo 40, muy introspectivo, alcanza momentos casi aterradores, y el 150 es particularmente tremendista, sin descuidar la íntima y honda unción. El coro, notable (pero de pronunciación no muy esmerada), pese a ser enorme, no suena descompensado con respecto al soberbio contingente orquestal. La toma sonora es bastante buena, mejor que la imagen, que ha sufrido deterioro en algún punto; en estos casos, el realizador Humphrey Burton ha optado por mostrar la partitura o imágenes fijas del director.


Coro y Orquesta Filarmónica de Múnich. Sergiu Celibidache (1984). EMI 5578512 (+FAURÉ: Requiem).

Markevitch, precisamente director fundador de la Orquesta Sinfónica de RTVE que frecuentaría Celibidache, llevó a cabo en Moscú el año 1963 la primera grabación de música sacra en Rusia (Philips 1964), una austera versión que ha quedado hoy desfasada, al frente además de los conjuntos de la Academia Estatal Rusa que dejan bastante que desear. La del propio Stravinsky (Sony 1964) rezuma su conocida insipidez y demuestra una vez más que el autor no es siempre su mejor intérprete. Atractivamente áspera e incisiva es la de Simon Preston (Decca 1975) y, por el contrario, en exceso refinada y pulida la de Karajan (DG 1979). Todas estas son ampliamente rebasadas por la genial recreación de Celibidache (en público, 31-I-1984), de una desnudez y una hondura sobrecogedoras. No sé qué habría pensado el autor, tan poco comprensivo (por decirlo suavemente) con otros directores, tras escuchar recreaciones que, como la de Bernstein o esta, dejan tan atrás a la suya: de lo insulso a lo excelso.


Coro y Orquesta de París. Daniel Barenboim (1988). Erato ECD 75494 (+SCRIABIN: Sinfonía n. 3 "Poema Divino").

Esta versión, acoplada originalmente con una decepcionante versión de Le sacre du printemps (trece años después Barenboim se desquitaría con su magnífico logro de Chicago), está ahora más adecuadamente emparejada en serie media con el Poema Divino de Scriabin. La interpretación de la Sinfonía, que compagina con acierto la incisividad -y hasta áspera rudeza- con la consoladora contemplación religiosa, sobresale en particular por la atmósfera mística que logra en el movimiento final, el más lento de las quince grabaciones consultadas -la sensación temporal queda como suspendida- y el más extático y conmovedor, Celibidache incluido. Vuelvo a concluir que, en esta obra, las interpretaciones que más elevan la música de Stravinsky son las que más se alejan de su versión batuta en mano (¿o sería ensayada y preparada, como algunas otras, por su mano derecha, Robert Kraft? Este sí fue un director capaz pero lógicamente seguidor entonces al pie de la letra de los postulados del compositor).


Glen Ellyn Children Chorus. Coro y Orquesta Sinfónica de Chicago. Sir Georg Solti (1999). Decca 4588982 (+Sinfonías en Do y en tres movimientos).

Interesante acoplamiento con las dos otras Sinfonías de su autor, este disco, uno de los mayores aciertos del último Solti, fue grabado seis meses escasos antes de su muerte. La toma, técnicamente la mejor de todas, es la única de estas cuatro que cuenta con coro infantil, además del adulto. Voces de excepcional calidad, que asombran casi tanto como los instrumentos (la introducción del segundo movimiento, a cargo de las maderas, es de no dar crédito) en la versión más insólitamente perfecta. Pero no por ello carece de vida y de humanidad, cualidades que se echan de menos a menudo. Si la de Celibidache es la interpretación fonográfica más genial y de mayor alcance, esta de Solti es quizá la más acabada, el modelo más indiscutible. Fue precedida por la también impecable de Tilson Thomas (Sony 1993) y por la extrañamente tímida de Boulez (DG 1999). Las últimas aportaciones a considerar son la impecable, algo demasiado pulida, de Rattle (EMI 2008) y la de Nelsons (Orfeo 2009), que pasa un poco de largo por el Salmo 39 y remonta ostensiblemente después. 


Sinfonía de los Salmos
1963 Philips      Markevitch/Coro&OAcademiaEstatalRusa        3’10+4’52+11’19=19’21  8/6
1964 Sony         Stravinsky/CantoresFestivalToronto/OSinfCBC       3’22+6’15+11’56=21’33  7/8
1965 Sony         Bernstein/CoroFestBachInglaterra/OSinfLondres    3’36+8’10+12’29=24’15  8/7,5
*1967 EuroArts Markevitch/Coro&OFilRadioFrancia                  3’22+5’04+11’43=20’09  7,5/5
*1972 ICA      Bernstein/CoroEnglishBachFestival/OSinfLondres    3’34+7’57+12’43=24’14  9,5/7
1975 Decca     Preston/CoroCatedralCristoOxford/EnsPhilipJones    3’29+6’40+11’17=21’26  8,5/8
1979 DG           Karajan/CoroÓperaAlemanaBerlín/OFilBerlín          3’32+6’33+11’25=21’30  7/8
1984 EMI         Celibidache/Coro&OFilMúnich                           3’52+7’27+12’10=23’29  10/8
1988 Erato        Barenboim/Coro&OdeParís                                  3’13+6’10+13’26=22’49  9/9
1989 CSO         Levine/Coro&OSinfChicago                               3’24+6’23+11’43=21’30  6/7
1993 Sony        TilsonThomas/C&OSinfLondres                         3’09+6’45+12’06=22’00  8,5/9
1999 Decca       Solti/Coro&OSinfChicago                                   3’20+6’39+11’04=21’03  9/9,5
1999 DG           Boulez/CoroRadioBerlín/OFilBerlín                     3’12+6’08+10’39=19’59  8/9
2008 EMI         Rattle/CoroRadioBerlín/OFilBerlín                       3’24+6’36+12’43=22’43  8,5/9
2009 Orfeo       Nelsons/CoroyOSinfCiudadBirmingham              2’54+6’49+11’18=21’01  8,5/9

12 comentarios:

  1. Me "choca" bastante que Stravinski no fuera buen intérprete de su PROPIA música. HACHE.

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    1. No debería chocarle. Una cosa es componer y otra interpretar. Escuche, por favor, grabaciones de Stravinsky por él mismo y quizá compruebe lo que quiero decir. Hay muchos ejemplos, en este compositor y en otros.
      Por cierto, acabo de escuchar el Bolero que Ravel dirigió en 1932. Es atroz, y no solo por lo mal que suena (¡casi no se oye la caja!) y por lo endeble que entonces era la Orquesta Lamoureux, sino porque Ravel no sabe mantener ni graduar el lento y permamente crescendo, porque a ratos le suena extremadamente vulgar... a qué seguir.

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  2. Enhorabuena por el artículo, a mi tampoco me entusiasma Stravinsky.

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  3. Creo que un criterio bastante fiable para determinar si un compositor puede dirigir bien sus obras es que haya dirigido bien las de otros. Si solo dirige su propia música es más que probable que no sea gran cosa como director y su falta de técnica o de tablas pese más que el conocimiento íntimo de la pieza. Cuando Stravinksy grababa su música ahí estaba Bruno Maderna, gran compositor y mejor director. Y más tarde Boulez y ahora Adès son grandes directores de su música y de la de otros.

    Natalio Rodríguez

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    1. No olvidar tampoco los registros de Britten como director e intérprete de Mozart, Bach y Schubert: tremendo y cabal artista fue el autor de Peter Grimes.

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    2. Estoy de acuerdo. El piano de Britten en el Viaje de invierno junto a Peter Pears me parece memorable. Rostropovich afirmaba que Britten era, para él, el más lúcido intérprete al piano de Schubert.

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  4. Se me ha olvidado agradecerte la labor que haces en este blog y felicitarte por ésta y muchas otras entradas estupendas.

    Natalio Rodríguez

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  5. Lorin Maazel (en una entrevista en Scherzo hace muchos años) decía que Stravinsky era tan mal director como buen compositor, y también decía que Britten, aparte de gran director de su música y la de otros -las Escenas del Fausto de Schumann por ejemplo- era también un gran pianista.
    Yo recuerdo (aparte del tema liederístico con Pears) la memorable (y que suena de fábula) Sinata Arpeggione de Schubert con Rostroppvich

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    1. Esa Sonata Arpeggione difícilmnte será alcanzada. Es un milagro interpretativo.

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