Barenboim dirige Mozart y Schoenberg

 

La “Gran Partita” de Mozart

El sábado 13 la Staatsoper de Berlín emitió en streaming un concierto sin público que tuvo lugar en dicha casa el 26 de febrero. Está disponible libremente en YouTube a lo largo de un mes. La primera de las dos obras del programa fue la que considero la mejor serenata (o divertimento, casación, etc.) de Mozart: la Serenata No. 10, K 361, en Si bemol mayor, más conocida como “Gran Partita”. Escrita para 13 instrumentos de viento -dos oboes, dos clarinetes, dos corni di bassetto, dos fagotes, cuatro trompas y contrafagot o, como aquí, contrabajo- y dispuesta en siete movimientos, es -con la excepción de la famosísima Eine kleine Nachtmusik- la obra de este tipo más atendida por las grandes batutas: Furtwängler, Klemperer, Böhm, Mackerras, Colin Davis, Barenboim, Mehta, y hasta Pierre Boulez, entre otros, además de los grupos de viento más prestigiosos de Viena, Berlín o Londres.

Desde la admirable interpretación grabada por EMI en 1978 con la English Chamber, no tengo constancia de que Barenboim la hubiese vuelto a dirigir; sin embargo, el otro día condujo sin partitura (y sin batuta, curiosamente) esta obra cuya duración se acerca a la hora. Más seria y sobria aquella, esta de ahora se alinea claramente con el Mozart que nos está ofreciendo últimamente: cantadísima -hasta alcanzar frases de una dulzura para derretirse-, flexible, clasicista, pero también con más chispa y humor (movimiento final, sobre todo), y colmada de controladas, leves libertades en tempo y dinámica; también (como ha señalado mi amigo Ángel Romero) se aprecian resonancias masónicas. El empaste logrado de los instrumentistas, de proyección muy orquestal, es absolutamente asombroso. Se trata para mí, sin duda, de la interpretación más convincente que he escuchado hasta la fecha (lo que, a qué negarlo, no me sorprende, aunque sí me admira en extremo). Por cierto, como me comentaba mi amigo Fernando López Vargas-Machuca, la magnífica interpretación de Frans Brüggen (Philips 1989, con la Orquesta del Siglo XVIII), su único Mozart que recuerde que me ha gustado mucho, no es muy diferente a aquella de Barenboim de 1978; la de ahora sí que lo es. 

Los instrumentistas de la Staatskapelle Berlin están fenomenal todos ellos: aun así no me quiero quedar sin señalar como fuera de serie al clarinetista Tibor Reman y a quien tiene aquí el papel más destacado, la joven oboísta de Linares Cristina Gómez Godoy; en el sexto movimiento, Tema y variaciones, la inesperada aparición flotante de una sublime melodía en el oboe (que en la película Amadeus señalaba Salieri con malsana envidia) es en sus labios y dedos verdaderamente celestial.

 

La Primera Sinfonía de cámara de Schoenberg

En cuanto a la Sinfonía de cámara No. 1, op. 9 (1906) de Arnold Schoenberg, para cinco instrumentos de cuerda y diez de viento, poco nuevo que añadir a lo que ya comenté en este blog, sobre el concierto ofrecido en el Grosses Festspielhaus de Salzburgo el 16 de agosto de 2020. En esa ocasión fue con solistas de la Orquesta del Diván. Entonces escribí: “La Sinfonía de cámara No. 1 de Schoenberg resultó menos ardua que de ordinario, tal fue la clarificación instrumental lograda y, sobre todo, la intensidad expresionista aplicada (un poco en la línea de Sinopoli, antes que en la de Boulez)”. Pues bien, medio año después Barenboim, con un tempo ligeramente más amplio (22’05” frente a los 20’36” de 2020), ha dado otra vuelta de tuerca a la pasión que puede desprender esta música, recordando en cierto modo el carácter de Pelleas und Melisande (1903), composición para gran orquesta tres años anterior. La retransmisión posee una calidad de sonido excepcional y una imagen mucho más próxima al blu-ray que al dvd.