“Una voce poco fa”
El papel de Rosina fue escrito en origen para una mezzosoprano o contralto (no dramática, sino con agilidad); pero el mismo Rossini permitió más tarde que fuese cantado por sopranos, costumbre que perduró hasta convertirse en lo más habitual, deslizándose hacia la soprano ligera o de coloratura; pero, como dice Zedda, esta sustitución no se produjo sin dolor, pues hubo que introducir numerosos cambios que desvirtuaron hasta casi desfigurar la escritura original. Sólo en el último tercio del siglo XX se ha vuelto a la mezzo; hoy es más raro escuchársela a una soprano.
El personaje de Rosina no es una muchachita que juega al amor, sino “también una mujer consciente, extremadamente hábil en conducir el juego con el tutor y con el amante, y digna de interpretar -dice Zedda- el papel de condesa al que está destinada”. Se define a sí misma como “dócil y obediente”, pero si se la humilla es capaz de ser “una víbora”.
(Anécdota chusca que me contó una buena amiga -Mari Garijo- que conducía un programa de “peticiones del oyente” en la antigua Radio Madrid: En una ocasión, alguien pidió que emitieran “Una noche en el sofá”. No fueron capaces de encontrar esa supuesta pieza. Pero días después otra persona pidió “Una voce poco fa” y, en ese momento, se dieron cuenta que era ese aria la que solicitaba el primer oyente).
“La calunnia è un venticello”
“Basilio humilla la dignidad”, y se aprovecha de su perspicacia el influyente doctor Bartolo, al que complace servilmente y del que obtiene sólo las migajas.
Es una página genial y de una originalidad extraordinaria.
“A un dottor della mia sorte”
“Bartolo se ilusiona aún imponiendo el autoritarismo de los ricos privilegiados, mezquinos y suspicaces” (Zedda). “Su pretensión de casarse con Rosina puede hacernos sonreír, pero no indigna. Rebajarlo a tonto que chochea privaría de sustancia a todo lo que acontece, restando cualquier mérito a la conspiración con la que lo envuelven”. Como decía Fígaro a Bartolo al final de la obra de Beaumarchais, “Seamos francos, doctor: cuando la juventud y el amor se alían para burlar a un anciano, todo cuanto él hace para impedirlo puede llamarse ‘la precaución inútil’” (que es el subtítulo de la ópera). Pero lo cierto es que el viejo Bartolo, mucho mejor tratado en la ópera que en la obra de Beaumarchais, se toma su derrota final con deportividad: “Lo hecho, hecho está, que el cielo os bendiga”, acaba diciendo a los enamorados. “A un dottor” se ha convertido en prototipo de aria bufa, y ha tenido una enorme influencia.
“Ehi, di casa!”
Una de las nuevas peripecias más destacadas, que no estaba en la ópera de Paisiello, es el largo e irresistible final del Acto I. Pieza extensa cuya inspiración, frescura, exuberancia, chispa y originalidad no decaen ni un momento: una pura maravilla de comicidad. Cima absoluta del arte de su autor.
ACTO II
“Pace e gioia”
Otra situación sumamente cómica: Almaviva se presenta disfrazado diciendo ser Don Alonso -seminarista pacato a más no poder-, discípulo de Basilio. Cuando dice que le sustituye en la clase de canto a Rosina porque Basilio está enfermo, mete la pata, porque Bartolo, que es doctor, quiere ir corriendo a verlo. Cuando Bartolo le pide que hable, habla a toda voz para que aparezca Rosina, lo que ocurre. Ella da un grito de sorpresa. Luego, Alonso da a entender a Bartolo que si le deja hablar con Rosina la prevendrá de los malos tratos que la esperan si persiste en seguir amando al Conde, que es un mujeriego. Pero Bartolo se empeña en asistir a la lección de música; a mitad de ella, por suerte, se queda dormido.
“Cessa di più resistere”
Este aria, que casi siempre se suprime pues es de una dificultad pavorosa para los tenores, ya a poco del estreno fue autorizada por Rossini para que fuese cantada por la Rosina del estreno, transportada una cuarta hacia arriba. El compositor quedó tan satisfecho del resultado que la transformó, con leves cambios, en “Nacqui all’affanno e al pianto”, el rondó final de La Cenerentola. Para una voz femenina es, por descontado, mucho menos difícil que para una masculina. El joven enamoradizo Conde de Almaviva no es sólo un engreído por su belleza y su posición social, sino que, como dice Zedda, “su conversión al matrimonio tiene lugar después del continuo y admirable hallazgo de valores humanos -en Rosina- que le eran desconocidos”.
Finaletto II: “Di sì felice innesto”
Vodevil con ritmo de polonesa, final feliz.
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“El siglo XIX admiró El barbero como un prodigio de lo cómico; le ha correspondido al XX localizar con emoción en tan inagotable monumento del ingenio humano ese juego posibilista dirigido con una ironía, una ausencia de pathos y un distanciamiento tan modernos, como si se hallara dentro de un inmenso pabellón de espejos giratorios y deformantes” (Ballola).
Rossini, en efecto, fue el único compositor importante de su época que se mantuvo casi por completo al margen del Romanticismo, un movimiento que, en su tiempo, lo invadía todo.
Señor Angel , no se si lo sabía, pero en junio DG lanzará un disco interesante de Debussy. Estas son las obras y los intérpretes.
ResponderEliminarDebussy: Fantasie for piano and orchestra
Martha Argerich (piano)
Staatskapelle Berlin
Daniel Barenboim
Debussy: Violin Sonata in G minor
Michael Barenboim (violin), Daniel Barenboim (piano)
Debussy: Cello Sonata
Kian Soltani (cello), Daniel Barenboim (piano)
Debussy: La Mer
Staatskapelle Berlin
Daniel Barenboim
Si, Pablo, lo sabía. Muchas gracias. Su fecha de lanzamiento es concretamente el 4 de junio.
Eliminar¿En qué "fila" situaría usted a Rossini?...
ResponderEliminarCALLEJA.
Hombre, lo de las filas es una forma de hablar.
EliminarSé a quiénes colocaría en la primera fila; entre ellos no pondría a Rossini. Pero tal vez sí en una amplia segunda. Porque en el campo de la ópera bufa (más difícil de lo que se suele creer) es el número 1. Un compositor con altibajos, pero con media docena de óperas "sembradas" (no todas bufas: ¡Guillermo Tell y otras!) y una decena de oberturas no solo deliciosas, sino directamente admirables.