Rossini y España
España amó la música de Rossini desde el primer momento, y el compositor, que desposó a la cantante madrileña Isabel Colbrán (1785-1845; se casaron en 1822 y vivieron juntos hasta 1836), también estaba enamorado de España. Íntimo amigo de Manuel García, éste le cantaba y le tocaba a la guitarra canciones hispanas. “De este culto que yo tengo por la música española, y de esta amistad con García hay algunos recuerdos en El barbero”, confesó Rossini.
Cuando la estrella rossiniana palideció, desde mediados del siglo XIX hasta después de la segunda guerra mundial, El barbero fue la única ópera de su autor que durante esos cien años no dejó de representarse con asiduidad. Fue la imagen misma del nombre de Rossini, que no cayó en el olvido gracias a este título.
Como ha escrito el musicólogo Giovanni Carli Ballola, “Beaumarchais, que de la tradición estética de la Ilustración francesa heredó la desconfianza sobre la unión entre teatro en prosa y música, nunca habría imaginado, y quizás tampoco deseado, que su fama póstuma y universal se debería principalmente a una ópera basada en su Barbero de Sevilla”.
El reparto del estreno
La contralto Gertrude Righetti Giorgi fue la primera Rosina (y un año más tarde sería la primera Cenerentola, Angelina).
Figaro fue Luigi Zamboni, uno de los más conocidos cantantes bufos de su tiempo. Bartolomeo Botticelli fue Bartolo, y Zenobio Vitarelli, Basilio.
El cantante más ilustre del reparto fue quien encarnó al Conde de Almaviva, el sevillano Manuel García (1775-1832), cantante, compositor y actor, y padre de Manuel García hijo, inventor del laringoscopio e importantísimo tratadista del canto; padre también de dos de las cantantes más renombradas de todo el siglo XIX: la inmensamente famosa soprano María Malibrán (1808-1836) y la gran contralto Paulina Viardot (1821-1910). Esta, dicho sea de paso, además de ser dedicataria de la Rapsodia para contralto de Brahms o de Sansón y Dalila de Saint-Saëns, fue además una notable compositora. Manuel García padre cantó Almaviva y otros papeles rossinianos por toda Europa y en América; “su brío irresistible como cantante y actor y su uso de la coloratura fueron un modelo del estilo rossiniano”, escribe Emilio Casares.
Los préstamos
Era costumbre muy extendida entonces, y desde mucho antes, que los compositores utilizaran para una obra páginas de otros autores, o de ellos mismos. Para El barbero Rossini se autoprestó la obertura, procedente de Aureliano in Palmira, y diversos fragmentos de esa misma ópera, de Sigismundo, de La cambiale di matrimonio, de Il signor Bruschino, e incluso de la cantata Egle ed Irene. Los materiales están reelaborados, a excepción de la obertura, que es casi idéntica.
Lo asombroso, casi inexplicable, es cómo logró encajar Rossini todo en la obra, que goza de una unidad prodigiosa y de continuidad, naturalidad y fluidez excepcionales.
Como ya escribiera Stendhal en 1823, “El día en que nos veamos llevados por la curiosidad de tener un conocimiento íntimo del estilo de Rossini, deberemos buscarlo en Il barbiere”. Esa identificación entre un autor y una obra suya se ha mantenido, y aunque esta no abarca todo Rossini (sus óperas serias son muy otra cosa), es cierto que contiene su esencia.
La ópera, debido en parte precisamente a lo famosa que nunca ha dejado de ser, ha sido muy modificada a lo largo de todo el XIX y buena parte del XX; por eso se imponía una revisión crítica, que efectuó Alberto Zedda para Casa Ricordi, hacia 1970. La primera grabación discográfica que la siguió fue la de Claudio Abbado, con la Orquesta Sinfónica de Londres y Teresa Berganza, publicada por Deutsche Grammophon en 1972.
Selección de páginas de Il barbiere. Sus personajes
Obertura
Volvamos a la famosísima obertura: la que todos conocemos y admiramos –una verdadera obra maestra de siete minutos- no es la original, pues la del estreno se ha perdido. Según parece, estaba basada sobre temas populares españoles, suministrados a Rossini por Manuel García. Temas que él mismo cantaba en lugar de “Se il mio nome saper voi bramate”. “Divagaciones canoras –escribe Alberto Zedda- que contribuyeron al fracaso de la primera noche. Rossini se apresuró a prohibírselas en representaciones sucesivas y obligó al tenor a cantar la canción original. Pero entonces la obertura con temas y motivos españoles ya no tenía razón de ser y Rossini la sustituyó”.
La orquesta con que se tocaba la obertura y toda la ópera fue adaptándose durante el XIX al gusto de la época, engrosándose y añadiendo instrumentos no contemplados por Rossini, así como sustituyendo otros, con lo que la transparencia y el color original fueron sufriendo gravemente. Hay grabaciones antiguas en las que esto puede apreciarse; con la restitución de la plantilla original, hoy siempre vigente, vuelve a gozarse de la frescura y la nitidez de la orquestación primitiva, que es una auténtica joya. Un gran poderío orquestal o elementos del canto expresivo romántico, que eran muy inconvenientes, se han desterrado, esperemos que para siempre.
Como curiosidad: de la obertura definitiva existe una excelente transcripción para piano a 4 manos debida a Arnold Schönberg.
“Largo al factotum”
En Il barbiere los personajes tienen una “considerable consistencia, ambientados en un contexto social que contrapone el nuevo mundo de los jóvenes al encallecido de los conservadores”, escribe Zedda. El viejo mundo está representado por Basilio, Bartolo y por sus criados Berta y Ambrogio. “Fígaro transforma su ambicioso e inteligente activismo, ingenioso y astuto, en una posición que hace presagiar la burguesía”.
Un protagonista no humano de la ópera es el dinero, motor de buena parte de la acción. Fígaro no lo ensalza, pero sí los medios astutos para obtenerlo; Basilio es un tacaño redomado y Bartolo quiere conquistar a Rosina mayormente para quedarse con la dote. Almaviva oculta a Rosina su condición de “grande de España” para saber si lo ama por sí mismo, no por lo rico que es. “Fígaro se muestra a la altura en situaciones delicadas y trata de tú a tú a nobles y profesionales, conquistando su respeto y ese estado de citoyen que la Revolución Francesa ha abierto a los de su clase”.
“Por su oficio de barbero entra en todas las casas y conoce bien a sus moradores, sobre todo de qué pie cojean. Es como un simpático Celestino para las tramas del amor, capaz de todas las intrigas siempre que sea bien pagado. Pero hay nobleza en él y no ayudaría a Bartolo en sus torvos proyectos aunque le prometiera una abundante recompensa”, escribe Fernando Herrero Batalla.
Como casi todas las arias de esta ópera, no es precisamente convencional, sino sumamente original. Ésta se ha convertido en la página más famosa de todo Rossini, y en una de las que más de toda la historia de la ópera.
Varias veces ha etiquetado usted a los compositores como de primera fila, de segunda etc. Tengo curiosidad por saber cuales son para usted los favoritos.
ResponderEliminarEn principio suelo estar muy de acuerdo sobre sus opiniones sobre discos etc., y me gustaría saber si también coincido en los músicos. Si no le importa. Muchas gracias.
CALLEJA.
Sin problema. Creo que los principales grandes compositores, según el acuerdo más general, son también favoritos míos. Con todo, alguno de ellos, como Mahler, me gusta en conjunto algo menos que a la mayoría. Y otros, como Shostakovich, me gusta digamos que bastante menos de lo que suele gustar.
EliminarEntonces, entre los más grandes e indiscutibles, siento personalmente especial admiración por (en orden cronológico) Bach, Haydn, Beethoven, Schubert, Bruckner, Richard Strauss y Béla Bartók. Sin olvidar, en el campo de la ópera, a Verdi y a Wagner (O, si se prefiere, a Wagner y a Verdi).
Para mí Haydn no es inferior a Mozart creativamente, este último tiene más propaganda y Haydn es menos conocido, lo mismo se podría decir de Bruckner con respecto a Brahms que estaba bajo el amparo de Eduard Hanslick.
EliminarNo me disgusta su elección, pero echo en falta a Mozart, a Chopin y a Brahms. A mí tampoco me gusta mucho Schostakowitch.
ResponderEliminarGracias.
CALLEJA.
No creo que Bartók -muy difícil de digerir para mí- esté por encima de Brahms, Schumann, Rajmáninov, Chopin, Liszt, Puccini o Mozart.
ResponderEliminarNo, no digo que Bartók esté por encima de Brahms, Schumann, Chopin o Mozart. Por supuesto. Sí, para mi gusto por encima de Rachmaninov o Puccini.
EliminarPero me parecía conveniente escoger a un compositor del siglo XX, siglo en el que, me parece, no hay tantos compositores geniales como en las dos centurias precedentes.
Pero no se olvide de lo que escribí ayer: todos los compositores considerados unánimemente muy grandes me gustan mucho, pero, dentro de ellos, tengo mis preferencias personales. Que es lo me me preguntaba Calleja.
Todo bien, Ángel. Gustos son gustos. Para mí Mahler está muy por encima de Shostakóvich, Stravinski o Bartók. Y no sé por qué éstos dos rusos fueron y son muy sobrevalorados por la crítica mundial.
EliminarBueno, a mí también Mahler me parece superior a Stravinsky y a Shostakovich.
EliminarEstos dos rusos fueron muy ensalzados por razones diferentes: Shostakovich por sus tormentosas relaciones con el régimen soviético, y Stravinsky porque siempre estaba donde más cámaras había, y junto a los artistas plásticos más prestigiosos.
Yo personalmente no tengo ninguna duda de que Bartok es un genio.
ResponderEliminarAparte de que como personaje era admirable.
Por ponerlo fácil. ¿Qué comienzo le gusta mas, el del CP 1 de Brahms o el del Concierto para Orquesta? (Y tiene obras aún mas geniales)
O escuche el final del cuarto cuarteto.
Es cierto, aparte de compositor genial, Bartók era un santo varón (aunque esto no hay por qué mezclarlo con su genio).
EliminarNo sería capaz de decir cuál de esos dos movimientos, tan diferentes entre sí, me gusta más.
Sí, ese final del Cuarteto 4, y se podrían poner bastantes más ejemplos.
Sobre gustos...pero en una lista de los diez o doce grandes músicos de la historia tienen que estar Mozart y Brahms sí o sí.....Shostakóvich me gusta, aunque no lo considero entre los más grandes...Yo del siglo XX además de Mahler, si es que Mahler es del siglo XX y no intemporal, escogería a Schoenberg, Bartok y Britten...el lunes me vacunan, mucha salud para todos...
ResponderEliminarMe parece muy bien, deben estar. Pero estoy un poco cansado de que Mozart esté en todas partes y a todas horas... en detrimento de Haydn, que no me parece inferior (¡tampoco a Furtwängler!). Solo un ejemplo: la endeble Misa de la Coronación se ha grabado diez veces más que las grandes Misas de Haydn, muy superiores musicalmente.
EliminarEn cuanto a Brahms, estuve a punto de incluirlo (¡me entusiasma!), pero preferí destacar a su contemporáneo, mucho menos conocido y reconocido, Bruckner.
Aprovechando que ha aparecido este amistoso debate, quisiera preguntarle, Ángel, qué compositor/es del siglo XX aprecia más después de Bartók (considerando a Strauss y Mahler del XIX). Me refiero sobretodo a una valoración de la capacidad creativa en sí misma, dejando más de lado la importancia histórica. Sé que influye la propia subjetividad en la elección y, quizá por ello lo pregunte, puesto que suelo coincidir con usted en muchos casos.
ResponderEliminarUn saludo!
Aquí va una lista de compositores importantes del siglo XX (seguro que se me ha pasado alguno): Bartók, Berg, Berio, Boulez, Britten, Busoni, Carter, Copland, Dallapiccola, Debussy, Elgar, Enescu, Falla, Roberto Gerhard, Gershwin, Ginastera, Gubaidulina, Francisco Guerrero, Cristóbal Halffter, Henze, Hindemitth, Honegger, Ives, Janácek, Kodály, Kurtág, Ligeti, Lutoslawski, Frank Martin, Martinu, Messiaen, Mompou, Nielsen, Nono, Luis de Pablo, Penderecki, Poulenc, Prokofiev, Puccini, Rachmaninov, Ravel, Reimann, Rihm, Schoenberg, Scriabin, Sibelius, Stravinsky, Szymanowski, Takemitsu, Tippett, Turina, Ustvolskaya, Varese, Vaughan Williams, Villa-Lobos, Webern, Widmann, Zimmermann
EliminarMuchas gracias Ángel por la lista! Dada mi inexperiencia-en cierto modo disculpable por mi juventud- había alguno que no lo conocía. Aún no he podido penetrar en Boulez, por ejemplo. Sin embargo, hace poco tuve una grata sorpresa: volví a escuchar el concierto para violín de Schoenberg después de medio año sin prestarle atención y, por primera vez, me cautivó. Fue muy curioso, puesto que la distancia entre yo y la obra que sentí en previas audiciones no sólo no apareció, sino que permanecí inmerso en ella a lo largo de su duración.
EliminarLas obras difíciles hay que escucharlas varias veces y, si merecen la pena, nuestros oídos se van "abriendo" a ellas. Yo recuerdo, concretamente del Concierto para violín de Schoenberg, que no lo había digerido en la grabación que tenía, de Zeitlin y Kubelik. Algunos años después lo escuchéen laPhilharmonie de Berlín a Znaider y la Sinfónica de Chicago con Barenboim y, desde entonces, es una composición que entiendo mucho mejor y me gusta mucho más.
EliminarLa pregunta iba por Observador que aún le cuesta entrar en Bartok. Pues le aseguro que vale la pena el esfuerzo. Y tampoco es tan difícil. Tiene obras de muy distinta dificultad de audición.
ResponderEliminarEl problema de Stravinsky es que hizo sus mejores obras, maestras, al comienzo de su carrera y luego alguna más. (Las Sinfonías de los Salmos, en tres movimientos...) No sé si suficientes para subirlo al primer escalón. Muy distinto a la progresividad, muy matizable, de Bruckner o Dvorak o tantos otros que componen mejor a la vejez.
Lo de Mahler y Chostakovich es un asunto curioso. Una música con argumento abstracto. Con muy grandes momentos. Lo que me lleva a plantearme, ¿por qué Cuentos de los Bosques de Viena no son tan memorables como las obras maestras de Beethoven?
Llegará un momento en el que alguien analizará el valor de las obras musicales en función de muchos aspectos que se combinen al final: Forma, invención melódica, innovación, estilo personal destacado, instrumentación, trascendencia, etc. Sería un trabajo apasionante que ayudaría mucho al análisis.
Bruno:
EliminarTengo que serle sincero. Ante su pregunta yo me quedo con el concierto 1 de Brahms, sencillamente porque me llega al corazón. Me pasa lo mismo que a Ángel cuando dijo, en otro post, que la inacabada de Schubert le llegaba más al corazón que cualquiera de las obras de Shostakóvich. De todas formas y sin excusas, reconozco que yo soy el culpable por no comprender más allá de Richard Strauss y Serguéi Rajmáninov. ACLARO: Jamás dije que Bartók no sea un genio, pero a mí me cuesta muchísimo entenderlo y digerirlo.
El Concierto No. 1 de Brahms es música de una enorme profundidad y emoción, mientras que el Concierto para orquesta de Bartók tiene otras cualidades, que tampoco son precisamente desdeñables. Es como comparar un cuadro de Goya con uno de Picasso: muy poco que ver en carácter, pero estaturas artísticas equiparables.
EliminarMe da la impresión de que a todos o casi todos los melómanos nos costó cierto esfuerzo llegar a comprender a Bartók. Hay que "trabajárselo" y escucharlo repetidamente. Pero al final el resultado es muy estimulante: merece mucho la pena. Yo me centraría para empezar en la genial, genial Música para cuerdas, percusión y celesta, una música honda, insondable, plena de sugerencias muy diferentes a todo lo compuesto anteriormente. A mí, al menos, escucharla una y otra vez, cuando aún era muy joven, me dio muy buen resultado y me "abrió" al universo de Bartók.
Lo intentaré, Ángel.
EliminarPuse ese ejemplo de Brahms y Bartok por sus inicios respectivos del primer tiempo. Sólo genios hacen eso. Lo de la música para CPyC es lo mas de lo mas. Otro ejemplo que creo accesible: el segundo tiempo del 2 concierto para piano. Se toca el otro mundo. Y así bastantes mas...
ResponderEliminarYo también empecé por la Música para cuerdas, percusión y celesta, sólo porque aparece en la película El resplandor de Kubrick, interpretada por Ferenc Fricsay y la orquesta RIAS [DG, 1953][1][2]. Después seguiría con los cuartetos de cuerda y los conciertos para piano.
ResponderEliminar1. https://www.youtube.com/watch?v=m129k5YcQnU
2. https://www.qobuz.com/ie-en/album/bartok-concerto-for-orchestra-music-for-strings-percussion-celesta-radio-symphonie-orchester-berlin-rias-symphony-orchestra-berlin-ferenc-fricsay/0002894474432