Orfeo en los infiernos: brillante, inteligente gamberrada desde Salzburgo
Esta opereta es la tercera de las compuestas por Jacques Offenbach en 1858 y la número 30 de su enome catálogo de obras escénicas ligeras (operetas y óperas cómicas), que asciende a casi un centenar. Hoy es una de las más populares de su legado, pero fue un sonado fracaso en su estreno. ¿La razón principal? Que el periódico conservador Le Figaro la masacró en su crítica, por ser su argumento (de Hector Crémieux y Ludovic Halévy) una feroz parodia del sublime mito de Orfeo. A su reposición 15 años después obtuvo, sin embargo, un éxito tremendo que se ha mantenido hasta hoy, a lo que no es ajeno el hecho de pertenecerle una de las páginas musicales más famosas de todos los tiempos en cualquier tipo de música: el Cancan. Una pieza orquestal trepidante, enloquecida, procaz e iconoclasta que a nadie le es desconocida.
Orphée aux Enfers no es una gran obra musical; por ello existen pocas grabaciones de audio (entre ellas destaca la de EMI dirigida por Michel Plasson). Pero una buena representación puede hacerla muy divertida y estimulante: así fue el caso del DVD Arthaus en La Monnaie de Bruselas: versión musical discreta, pero interesante propuesta escénica de Herbert Wernicke. O la del mismo sello videográfico en la Ópera de Lyon con régie de Laurent Pelly. Es decir, que esta opereta ha interesado a pocos directores musicales importantes, pero sí a algunos directores escénicos que lo son.
El DVD y Blu-ray que ahora lanza Unitel recoge una representación de 2019 en la Haus für Mozart de Salzburgo, que tiene mayor interés aún que las dos citadas. Cuenta con un equipo notable de cantantes -las partes vocales no presentan grandes dificultades-, entre los que prácticamente solo hay uno bien conocido -una: la vocalmente declinante Anne Sofie von Otter como La Opinión Pública-, pero todos los cuales son estupendos actores. La dirección musical, que no requiere especiales talentos, está más que correctamente llevada por Enrique Mazzola, al frente del Vocal Consort Berlin y de nada menos que la Orquesta Filarmónica de Viena, que se halla a sus anchas, esplendorosa. Mazzola, italiano de origen español, ha sido nombrado el pasado año director musical de la Ópera Lírica de Chicago.
Pero vayamos al grano: lo que hace de esta versión (yo me he hecho con el Blu-ray, SIN subtítulos en español, como viene siendo norma últimamente) una verdadera gozada es la puesta en escena, de Barry Koski, que pone en juego permanente una gamberrada aguda y electrizante. Las coreografías de Otto Pichler son para troncharse de risa. Lo que no es que siente bien a Orfeo en los infiernos, sino que es lo que realmente puede salvarla como espectáculo.
Está cantada en el original francés, pero los diálogos hablados están pasados a alemán (ninguna aberración: Offenbach había nacido en Colonia, en 1819, muriendo ¡cómo no! en París en 1880); era poco menos que obligado hacerlo, pues de lo contrario el público germanoparlante habría quedado in albis. Los subtítulos franceses lo solucionan. Pero lo mejor, lo mejor de esta función ha sido en mi opinión la actuación de Max Hopp, que tiene a su cargo las partes habladas de todos sus personajes, imitando todas las voces y, por si fuera poco, multitud de ruidos escénicos: ¡un auténtico tour de force llevado a cabo con una gracia y una inteligencia asombrosas! Con toda la razón, fue entusiásticamente aplaudido. La nitidez del sonido y la imagen del Blu-ray son de primerísimo orden.
El mejor Falstaff de Verdi en imágenes, publicado en Blu-ray
Esto escribí aquí el 25 de junio de 2020:
Creo que no conozco una sola grabación de Falstaff -ni en audio ni en vídeo- con un elenco vocal tan redondo como este de la Ópera Estatal de Berlín de marzo de 2018, retransmitido hace poco en abierto por la institución. Así que chapeau! a quienes han logrado reunir semejante cast, sin tener que recurrir a un solo nombre estelar, mundialmente famoso, esos que por sí solos llenan un teatro. Incluso en las grabaciones más prestigiosas hay algún que otro bache, del que esta versión se ha librado.
Veamos: el protagonista, el barítono-bajo Michael Volle, es uno de los mejores cantantes de nuestro tiempo. Con una voz magnífica y una técnica canora muy depurada, supera en mi opinión al gran Falstaff de los últimos años, Ambrogio Maestri. No es tan obeso como el italiano, pero no creo que eso sea un problema en escena; ni siquiera le han aumentado la barriga con un relleno. Además demuestra aquí ser un actor realmente extraordinario. La soprano Barbara Frittoli, que últimamente se prodiga menos, se halla perfecta forma en un papel -no especialmente exigente en lo vocal, el de Alice Ford- que borda en todos los sentidos. (Por cierto, a sus 51 años luce en traje de baño un cuerpo estupendamente bien conservado). Mi gran sorpresa en el reparto ha sido el barítono mexicano Alfredo Daza, al que he encontrado en un estado espléndido para un papel, el de Ford, muy comprometido. Su registro agudo es, particularmente, de gran firmeza y seguridad.
Sensacional, quizá insuperada, Daniela Barcellona: inolvidable su encarnación de Mrs. Quickly, de la que -alejada de su habitual repertorio belcantista- hace toda una creación. A pedir de boca también la veterana mezzo Katharina Kammerloher como Meg Page. En cuanto al tenor lírico, de precioso timbre, Francesco Demuro, creo que le puede esperar una carrera importante: soberbio Fenton. Pero quizá más admirable aún está Nadine Serra como Nannetta, que no hace añorar ni siquiera a la joven Freni (con Solti en 1964); su intervención en el cuadro final de la ópera disfrazada de Reina de las hadas es de quedarse con la boca abierta. Incluso los papeles más cortos están muy bien servidos: el Dr. Cajus de Jürgen Sacher, el Bardolfo del siempre fiable, ya no tan joven Stephan Rügamer y el Pistola del joven bajo Jan Martiník.
En cuanto a la labor de Barenboim, se constata una vez más que este hombre es muy raro que últimamente no haga algo realmente excepcional. Con una visión vibrante, efervescente (Bernstein) y también punzante y con momentos de amargo regusto (Giulini), redondea uno más de sus extraordinarios Verdi, autor que algunos le regatean (o, más probable, desconocen y les lleva a desconfiar). Los complicadísimos concertantes están bien clarificados y gobernados con aplastante seguridad. Fantástica la Staatskapelle y no menos, en esta ocasión, el Coro, sabiamente gobernado por el norteamericano Martin Wright.
Por si fueran pocos aciertos de esta función, la escena de Mario Martone, trasladada a la actualidad (Shakespeare casi siempre lo permite, si se hace bien), a los bajos fondos en el caso de Falstaff y sus secuaces y a la alta sociedad en el de la familia Ford y allegados, no resulta forzada en absoluto, sino totalmente coherente. No es posible que todos los cantantes sean tan buenos actores (bueno, un poco menos Demuro): seguro que en buena parte es mérito del régisseur. Filmada y con sonido grabado por todo lo alto, por los mejores elementos actuales, es una pena y una desgracia que no sea publicada en DVD y Blu-ray. ¡Bueno, pues se ha cumplido mi deseo, en un Blu-ray del sello C Major de una calidad técnica excepcional!
Muchas gracias por estas recomendaciones.
ResponderEliminarSobre Kosky, me parece un director extraordinario, de una imaginacion desbordante. Vi sus Meistersinger en Bayreuth hace un par de anos y me fascinaron. Se los recomiendo, estan en DVD. La direccion musical tambien es muy buena.
Sobre Falstaff y Barenboim, me interesa escuchar ese DVD. Falstaff es una de mis operas preferidas y en general se hace de forma un poco demasiado cortante o pimpante (a la Toscanini) y se obvia la parte mas tragica o nostalgica del personaje (sobre todo en el tercer acto). Quizas solo Giulini la hacia asi (no conozco la version de Bernstein). Me interesa ver como la hace Barenboim.
Un saludo