¿Un tempo estrictamente determinado?
Rodrigo G.H. me enviaba el día 18 un comentario en el que me planteaba la siguiente pregunta:
“¿Piensa usted que cada pieza musical debe tener un tempo bien determinado?”
Le contesté, pero a continuación me sugería lo siguiente: “Yo creo que debería publicar esta contestación suya como un articulito más, porque me da pena que [entre los comentarios] pase desapercibida. Encuentro muy interesante, y cierto, todo lo que dice. Gracias.”
Entonces pensé que podía desarrollar un poco más la idea y, sí, convertirla en una nueva entrada sobre la que tal vez algunos lectores puedan opinar:
No, nadie -ni el compositor mismo- puede, o mejor dicho, debe dar una indicación exacta, inamovible, del tempo o de la duración de una composición, sino dar, si quiere, una orientación del mismo.
Como se ve bien claro, el mismo lugar donde se hace música, por sus dimensiones y características acústicas, influye claramente en cómo, a qué velocidad se toca.
Y luego está la personalidad del intérprete, que rompe -y hace bien- todo corsé que intente imponérsele. Además, la inmensa mayoría de las piezas no requieren -o no les conviene- un tempo inalterable del principio al final.
Esto no quiere decir que para una pieza musical valga cualquier tempo; es de sentido común que no. Hay un abanico que permite una notable oscilación, pero todo tiene sus límites: aquí debe imperar la lógica.
Cuando escuchamos una interpretación, de una obra que conocemos bien, que nos parece magnífica, tendemos a pensar que ese tempo es el ideal. Pero esto puede ser un espejismo. Pues a menudo escuchamos otra interpretación que también nos entusiasma, y resulta que su tempo, diferente, también nos parece el ideal.
Pero, insisto, la mayoría de los tempi que nos parecen más razonables para una obra determinada se suelen mover dentro de unos límites que casi nunca distan mucho entre ellos. Sin embargo, hay excepciones: se me ocurre una muy llamativa: el tempo que Klemperer escoge para el tercer movimiento de la Sinfonía Patética de Tchaikovsky en su grabación es muy, muy atípico por su lentitud. Pero el genial director me convence rotundamente de que sí, también puede ser así*, porque pretende conferir al episodio un significado psicológico muy diferente al habitual. Y resulta ser una genialidad. Sin embargo, hay algunos tempi adoptados por el también genial Celibidache en sus últimos años que me resultan muy difícilmente admisibles, por no encontrarles razón de ser.
Está visto que no solo los referidos ejemplos de Beethoven no hay que tenerlos
como dogmas de fe; Béla Bartók indicó las duraciones (con minutos y segundos) que
quería para algunas de sus obras, pero prácticamente nadie las respeta; en
algunos casos resultaría muy inconveniente.
Para quienes piensan que si existe una grabación interpretada por el
compositor, los demás intérpretes deben acatar sus tempi al pie de la
letra, también les espera un buen chasco, porque ¿quién imita, por ejemplo, los
tempi de los Conciertos de Rachmaninov tocados por él? ¿Es la
grabación del Bolero de Ravel dirigida por el autor el ejemplo a seguir?
(¡Mejor no!)
¿Y qué pasa cuando Stravinsky, que descalificaba a todos los directores, alegando que debían limitarse a ser simples “campaneros”, graba con unos años de diferencia una misma obra suya y entre ambas varía apreciablemente su duración?... En fin...
*Eso fue lo que, al parecer, Brahms le contestó a un director que le preguntó qué le había parecido su interpretación de una sinfonía suya (desgraciadamente, no recuerdo dónde leí esa anécdota; por ello no puedo ser más preciso).
Precisamente a propósito de lo que comentas, Ángel, David Hurvitz en su canal de YouTube ha sacado hace unos días una reflexión muy interesante. A su entender, uno de los aspectos en que se evidencia que los intérpretes historicistas están empobreciendo la música clásica es que el rango de tempi aceptados para una obra concreta se ha restringido mucho. Hurvitz compara duraciones de diez versiones plenamente tradicionales del movimiento lento de la Novena Sinfonía de Beethoven y encuentra un rango de duraciones de unos siete minutos, y luego toma otras diez interpretaciones influidas en mayor o menor medida por los instrumentos originales y le sale un rango de duraciones de unos dos o tres minutos. Más que de tempo correcto o no, creo que podríamos hablar de un rango de tiempos más o menos habituales y, a partir de ahí, ver si quienes se apartan de él nos convencen o no…
ResponderEliminarEl caso de Bartok, que no se le puede achacar falta de virtuosismo, me parece curioso. Muchas de sus interpretaciones al piano me parecen mucho mas tradicionales y apegadas al campo que las de pianistas profesionales. Incluso pienso que la rudeza de sus intérpretes primerizos obstaculizó su difusión. En su sonata de violín solo parece que Menuhin le hizo sugerencias. Y las aceptó. Como antes Brahms. No hay por qué dudar de la capacidad de los autores pero me dan la pista de que la escritura musical no es totalmente determinista. Como si se escribe una novela.(Claro es que aquí hay muchas mas libertades) Lo que nos lleva a los lectores o actores en el teatro. Se puede leer un texto de mil maneras, la mitad buenas.
ResponderEliminarLuego está el estilo o el carácter de cada obra que limita mas o menos no sólo la velocidad sino el estilo. Pensemos en Bernstein al final de la Patética.
Por no hablar de la comprensión de una obra a lo largo del tiempo. Por ejemplo tengo la sensación de que antes se interpretaba a Mahler mas "vulgarmente". Ahora está mucho mas asimilado y, seguramente, comprendido.
Por no aventurar que es posible que la capacidad técnica actual de las orquestas permite propuestas nuevas, irrealizables antes.
En fin, que hay debate y disfrute asegurado. ¡Cada audición, una aventura!.
Y atentos a los extravagantes.
Desde comienzos del siglo XVIII se comenzaron a escribir con más minuciosidad la velocidad de la música a través de los tempi ordinari ( allegro, andante, presto, etc), que poseían un valor aproximado, en el que la velocidad oscilaba ligeramente en cada caso dependiendo del intérprete. Por otra parte la exactitud de afinación tampoco era perfecta. La cosa cambia en 1815 con Beethoven y el metrónomo; a partir de esa fecha el "gran sordo" comenzó a metronomizar frenéticamente algunas de sus obras anteriores (especialmente sus sinfonias) para fijar la velocidad exacta. Beethoven ya completamente sordo no recordaba con exactitud el tempo de sus primeras composiciones, amén que la sordera pudo provocarle una suerte de ilusión acústica que pudo deformar la metronomizacion de sus obras. Además su alegría inicial se tornó en desengaño, ya que se dió cuenta que el tempo a partir de un número de pulsaciones determinadas mecanizaba la música. De hecho en sus tres últimas sonatas para piano y en sus últimos cinco cuartetos, Beethoven suprimió la velocidad metronomica en favor de los antiguos tempi ordinari. En el Romanticismo el tempo se hizo más flexible gracias al nuevo modelo de articulación legato cantabile. Además se recurrió al rubato melódico (que ya fuera utilizado con gran maestria por Mozart) y el rubato estructural que estuvieron muy presentes en toda la época romántica y especialmente en Chopin. En el siglo XX algunos autores acotaron los tempi con cierto grado rigidez y otros permitieron mayor libertad.
ResponderEliminarUna pregunta, Ángel, si me lo permite: Qué integral sinfónica beethoveniana con instrumentos originales considera usted que es la mejor, o la menos mala?
ResponderEliminarNo puedo responder a esa pregunta. Solo conozco enteras cuatro de ellas, tal vez cinco.
EliminarMe he "zampado" en dos días el ciclo sinfónico Tchaikovsky por Muti. Me parecen, globalmente, interpretaciones muy brillantes, a veces quizá demasiado brillantes, hasta el tremendismo, pero me suelen dejar la sensación las tres grandes, las tres últimas, de que no son del todo sinceras, lo que en Tchaikovsky me parece particularmente grave. A la 1, la 3, la 5 y la 6 les podría poner hasta un 8. A la 2, un 9, y a la 4 solo un 6: me parece una versión desquiciada.
EliminarMuchísimas gracias por su disposición a compartir su parecer, que siempre tengo muy en cuenta (no siempre coincidente con el mío, naturalmente, aunque siempre aprenda de él).Es atractivo por su intensidad y por ciertas resonancias italianas, me gustaron especialmente las tres primeras, aunque quizá sea porque de ellas conozco sólo las versiones de Markevitch (mis favoritas) y Karajan; pero creo que tiene razón en cuanto a la sinceridad (y con lo que dice de la cuarta del ciclo). Es el de la sinceridad un asunto peliagudo, difícil de justificar objetivamente, pero imprescindible. Quizá sí que impresiona por la intensidad y el virtuosismo pero no conmueve lo suficiente (sobre todo teniendo en cuenta hasta dónde se puede llegar en expresividad en estas obras). Muchísimas gracias por su opinión. Un saludo!
EliminarM
Pues no es poco! De esas cuatro o cinco, Cual considera la más pasable?. Gracias
ResponderEliminarQuizá la de Gardiner...
EliminarAbundando en lo que usted dice, el cuarto movimiento de la Sinfonía Patética por Bernstein en Deutsche (fabulosa en los tres primeros) le dura 17'12", un disparate, frente a 9'45" tanto de Mravinsky como de Markevitch.
ResponderEliminarERRE QUE ERRE
Para mí, esa versión de Bernstein sería de 10 de no ser por ese forzadamente estiradísimo final.
EliminarPues precisamente ese finale es lo que más me gusta de dicha versión. Es la agonía hecha música. De hecho el resto de versiones me parecen aceleradas. Esta obra la puedo escuchar muy pocas veces porque me deja anímicamente devastado.
EliminarNo dudo que es demoledor, pero... ¿es necesario ese tempo? ¿No lo es en las otras grandes interpretaciones, a un tempo más llamémosle "normal"?
EliminarEstoy con Bruckner13, para mí lo mejor de ese disco es el Finale.
EliminarA mí, en cambio, me parece lo mejor de la versión de Bernstein DG el mejor primer movimiento que recuerdo.
EliminarEn todo caso, reconozco que, según me pille el ánimo, a veces soporto bien y a veces no tanto las a menudo excéntricas lentitudes de Celibidache; hay ocasiones en que me crispan los nervios.
Gracias por su artículo, con el que coincido. La cuestión del tempo no es una ciencia exacta, antes al contrario. Creo que la similaridad en los tempi de las versiones HIP puede deberse al talante academicista (y literalista: son dos posturas relacionadas) de gran parte de estos intérpretes. Intepretaciones literalistas como las de Leibowitz creo que fueron un anticipo del Beethoven de los Gardiner o Norrington.
ResponderEliminarA propósito de Tchaikovsky, quisiera preguntarle, Ángel, por las calificaciones que atorgaría al ciclo londinense de Muti. Como ciclo me ha parecido muy bueno, aunque quizá no tanto como Markevitch y Karajan, siendo tan distintos.
Saludos!
Lo siento, no conozco el ciclo Tchaikovsky de Muti... Solo su Manfredo, que me parece sensacional.
EliminarHoy en "Sinfonía de la mañana", entrevistando a Enrique García Asensio, Martín Llade (que tiene una irreprimible tendencia a hablar más que los entrevistados ha dicho que la Sinfonía Fantástica de Berlioz, solo tres años después de la muerte de Beethoven, es mucho más avanzada que este. Evidentemente, no conoce (o no comprende) los últimos Cuartetos, las últimas Sonatas o las Variaciones Diabelli, obras mucho más modernas que todo Berlioz.
ResponderEliminarAcabo de escuchar la "Eroica" de Beethoven en versión de Gardiner, rapidísima, a 58 BPM, dos por debajo de los que marcó el "gran sordo". He percibido una sensación de velocidad mayor que en la versión de Leibowitz, quizás por los instrumentos originales o quizás porque éste último tampoco alcanzó los 60 BPM metronomizados por Beethoven. Después de haber escuchado los Brandemburgo por Goebel ( a todo trapo), el Vivaldi de Biondi (versiones anfetaminicas), las sonatas de Telemann por Bruggen flautista (rapidísimas e impecables técnicamente), pensé que Gardiner no podía sorprenderme, pero sí!. Por momentos no sabía si lo que escuchaba era la Tercera de Beethoven o la danza del sable de Kachaturian.. Vaya despropósito, una decepción en toda regla!. Comparada con mi versión favorita (O.Fil.Viena/ Bohm), no tiene comparación... Supongo que algunas obras musicales demandan por sí mismas velocidad (determinadas piezas de Paganini, Chopin, Sarasate, Honegger), pero en Beethoven ciertas prisas parecen estar demás!.
ResponderEliminar“ En una ocasión Otto Klemperer me dijo: “
ResponderEliminarRafael Kubelik, en una entrevista que acompañaba al álbum Deutsche Grammophon en que interpretaba las 9 Sinfonías de Beethoven con 9 orquestas diferentes [en la versión en LPs]
Está claro que es una opinión que cuadra mucho con la fama de hiper-objetivo de Klemperer.
¡Falta lo que Klemperer le dijo a Kubelik!...
EliminarLudvig y Bernstein no van a la misma velocidad:
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=f32bhICi-zI
Ángel:
ResponderEliminarMe acabo de enterar de que Wynton Marsalis compuso un concierto para violín y orquesta. Y cuando lo escuché me gustó más que varios de los conciertos para violín y orquesta de los renombrados compositores del siglo XX. Si no lo has escuchado, Ángel, aquí te dejo los links de Youtube:
Rhapsody
https://www.youtube.com/watch?v=lTsAkAHMvf4
Rondo Burlesque
https://www.youtube.com/watch?v=B2Zc3Bt4_V0
Blues
https://www.youtube.com/watch?v=OlaF2iu8zvI
Hootenanny
https://www.youtube.com/watch?v=UfhUV4BkbYU
Y si es posible, Ángel, me gustaría saber tu opinión. Muchas gracias.
No sabía de la existencia de ese Concierto. Gracias. Pero en los tres o cuatro próximos días me temo que no podré escucharlo.
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