El tercero de Barenboim
Si esta es la última grabación de audio de Daniel Barenboim (realizada por Deutsche Grammophon en septiembre y octubre de 2021, en la sala de la Ópera Estatal berlinesa, Unter den Linden), la verdad es que difícilmente se podría despedir de mejor manera. Este es su tercer ciclo Schumann, tras el de DG con la Sinfónica de Chicago (1977) y el de Teldec/Warner con la Staatskapelle Berlin (2003). Los tres han sido globalmente excelentes, pero en el primero no daba de sí todo lo esperado la Cuarta Sinfonía. Ya el segundo ciclo era ya mi favorito de cuantos conozco. Pero este de ahora es mejor aún. Y suena de escándalo (8; 9,5; y rotundo 10 los tres ciclos, respectivamente). Antes de nada: hay que recordar que estas cuatro Sinfonías son particularmente muy difíciles de interpretar, tanto por parte -sobre todo- del director, como también de la orquesta. Por eso existen tantos fiascos en estas obras, procedentes incluso de directores muy importantes y de las mejores orquestas.
Antes de escuchar estas nuevas grabaciones, dos de mis mejores amigos me las describieron brevemente, por whatsapp, así:
“Schumann genial, que solo lo puede hacer un hombre genial que está por encima de todo y que ha llegado al fondo de todo. El concepto del sonido ha evolucionado, ahora pesa menos. La elasticidad es máxima. El control es absoluto y sin embargo no puede sonar más natural” (José Sánchez Rodríguez)
“Con respecto a sus grabaciones anteriores, Barenboim pierde densidad brahmsiana y gana en ligereza y en frenesí schumannianos. También gana en belleza sonora y en sutileza de matices” (Fernando López Vargas-Machuca)
Estoy plenamente de acuerdo con lo que dicen ambos. Me he escuchado seguidas las tres primeras y mi sensación final es que me encuentro anonadado ante tanta belleza y emoción. Dejo la Cuarta para el día siguiente. La toma de sonido, a cargo de ingenieros que han sido del Estudio Teldex (cuyo nombre, por primera vez, no aparece) es la más limpia, cálida, equilibrada y lograda que conozco. El álbum de 2 CDs, preciosamente presentado, contiene también un Blu-ray de audio en el que teóricamente, el sonido es aún mejor.
Las interpretaciones, sinfonía a sinfonía
En la 1ª “Primavera” destaca el perfecto paso de la introducción al Allegro. La progresión y la resolución del clímax es magistral. Se gradúa con mano maestra la aceleración hacia la coda, para luego remansarse y vover a meter tensión. ¡Qué sonido de los cellos en el Larghetto, retrato de Clara según el compositor! No los he escuchado mejores. El 3º está pletórico de ardor y entusiasmo. El 2º trio es rápido y enérgico. Más fuego aún en la vuelta final al tema inicial. En el 4º la elegancia y la transparencia son máximas. Las diferentes secciones, muy contrastadas entre sí, emanan -por así decirlo- unas de otras con total naturalidad. Oboe de ensueño, antes del precioso solo de flauta. Atmósfera primaveral, luminosa. Coda enormemente ardorosa. En mi opinión, solo la versión de Klemperer (New Philharmonia, EMI 1966, mucho más adusta pero igualmente genial) había subido hasta tal estratosfera .
2ª: maravillosa introducción, de la que surge con toda naturalidad el poderoso Allegro, cada vez más apasionado. Ensoñación y fuego: Eusebius y Florestan. Polifonía muy resaltada: articulación de extaordinaria nitidez: ejecución orquestal asombrosa, como nunca yo haya escuchado. Cambios de humor muy acentuados. Coda incandescente. 2º mov: reguladores dinámicos increíblemente bien realizados. Fuego. Coda frenética, electrizante: atacada a un tempo muy rápido, arriesgando un montón, la resuelven con un virtuosismo arrollador (¡más aún que en Chicago!) 3º: Adagio menos atormentado que en ocasiones anteriores, es doliente y a la vez consolador, de increíble belleza y calidez (¡oboe, clarinete!). ¡Qué planificación de las intensidades, qué calor tan envolvente en su tramo central! Es tal la emoción: de saltarse las lágrimas. La conclusión del movimiento es de una belleza anonadante y enormemente entrañable. 4º: qué increíble limpieza en la articulación de las cuerdas: jamás he oído una ejecución tan portentosa como esta. En la coda, ¡por fin! los timbales alcanzan el nivel de protagonismo que la partitura les asigna. Esta Segunda es, yo diría que de largo, la más extraordinaria de la historia del disco.
3ª “Renana”: 1º: no es la interpretación más amplia y solemne, como lo son otras también excelentes, sino más soñadora y también más appassionata: o sea, más Eusebius y Florestan que ninguna otra que yo conozca. El Nicht schnell es relativamente movido, no cayendo en las tan frecuentes ñoñeces, sino delicado, ensoñador y particularmente intimista. El movimiento “de la ceremonia en la Catedral de Colonia” (Feierlich: solemne) no abusa aquí de esa característica: nada de ampulosidad y grandilocuencia, sino que transmite un no sé qué de misterioso e incluso un punto amenazador (así han caracterizado varios grandes compositores de diversas épocas en sus obras sacras la presencia de Dios). 5º: aquí resulta ser uno de los episodios más felices y optimistas de su autor. Nunca lo había escuchado tan bien desmenuzado y explicado. Solo Celibidache (EMI 1988, Filarmónica de Múnich, muy diferente: más grandioso) me ha convencido tanto en esta Sinfonía.
4ª. En junio de 2019, Barenboim hizo con la Filarmónica de Berlín la Cuarta de Schumann más extraordinaria que hubiera escuchado nunca (sí, incluida la justamente mítica de Furtwängler); el siempre respetuoso público berlinés no pudo controlarse y comenzó a aplaudir enfervorizado durante el último acorde. Pues bien, ahora, la versión de este disco no es menos maravillosa, solo que diferente, menos robusta y brahmsiana, más propiamente juvenil. ¡Qué sencillez, qué naturalidad, qué ternura en la Romanza! Impetuoso, ardiente el Scherzo, y prodigioso, inenarrable el paso al 4º mov., el momento más genial y más difícil de lograr de la obra. La realización de este finale es de ensueño. ¡Qué técnica de la batuta consiguiendo tan nítida transparencia, con un sonido bien corpóreo (no tanto como corpulento)! Los tremendos reguladores a fortísimo de los violines nunca se habían conseguido así: hay que escucharlo para creerlo. Coda encendida, memorable. En todo el ciclo, la técnica de la agógica y de la dinámica, de los frecuentes y sutiles cambios de tempo y de volumen, es de dejar boquiabierto. ¡El arte supremo de la transición, del que Furtwängler decía que era la esencia de la dirección orquestal!
¿Qué más decir de la Staatskapelle Berlin? Posee posiblemente la cuerda de sonoridad más cálida del mundo mundial, solistas excepcionales, y, definitivamente, un virtuosismo alucinante. Obra -la resurrección de esta orquesta- de rabo a cabo, de alguien caracterizado así, con dichos tan proféticos como este: “un pianista metido a director”, o tan amables como este otro: una “momia viviente”. No sé si está bien que lo diga, pero aun así lo voy a decir, y es perfectamente comprobable: yo fui el primer crítico musical en España que se dio cuenta de que había aterrizado en el mundo musical un músico abiertamente prodigioso. Algunos han tardado décadas en reconocerlo, pero aún quedan algunos sordos obstinados en su sordera, quiero decir en su ignorancia. ¿Es que era yo muy listo? No, siempre pensé que es que otros eran muy obtusos, o muy maniáticos.
Muy buenas, don Ángel y compañía. Totalmente de acuerdo con lo que usted dice, don Ángel. A mí me parece la más 'schubertiana', en el mejor sentido de la palabra, de las integrales que conozco, lo que me agrada sobremanera... :)
ResponderEliminarÁngel,
ResponderEliminarPuesto que ya has hecho las comparadas de las sinfonías de Schumann, ¿qué te parece la idea de que las puedas incorporar en el presente post, y con el agregado de los nuevos puntajes del flamante ciclo de Barenboim? De parecer muy extenso, ¿qué te parece agregar solamente los tres ciclos de Barenboim con el puntaje de cada sinfonía? Muchas gracias.
A Piotr Petrovich, que -nada nuevo- detesta a Barenboim, le ha faltado tiempo para colgar en Amazon una crítica muy dura a este ciclo (tres estrellas sobre cinco), claramente deseoso de que el álbum se venda lo menos posible. Así son algunos odios.
ResponderEliminarPor cierto, varias de las características que les adjudica a estas versiones son delirantes, nada tienen que ver con cómo son, y algunas alternativas que recomienda me parecen simplemente disparatadas. Angel C. A.
Hola: No veo ahora mismo ninguna crítica de Piotr Petrovich en Amazón, y he revisado varias sobre Karajan donde las tenía seguro (las vi en su día). Decir que sus críticas (manías al margen) estaban tan documentadas como el que más, mas bien más. ¿Alguien sabe algo sobre su "ausencia"?. Espero qe no sea por nada malo.
EliminarNo entiendo por qué se eliminaron todos los comentarios de Piotr Petrovich en Amazon de España.
EliminarDicho sea con la debida cautela. Buceando por internet encontré una información que señala que lo hizo él molesto con Amazón.
EliminarComo siempre se agradecen estas magníficas reseñas sobre recientes lanzamientos, y en mi caso me encanta la pizquitina de polémica con que se aliña. En otro orden, comentar que me he descargado la grabación de la 5ª y 6ª de Beethoven por Barenboim con la Staatskapelle del 2020 que han puesto reciente en Arte, y aparte de grandes interpretaciones, a destacar el sonido estupendo, pocas veces he podido distinguir las texturas orquestales con tanta claridad desde reproducciones online.
ResponderEliminarÁngel,
ResponderEliminarTú has realizado las comparadas de las sinfonías de Schumann en los siguientes dos enlaces:
http://angelcarrascosa.blogspot.com/2021/07/robert-schumann-discografia-actualizada_7.html
http://angelcarrascosa.blogspot.com/2021/07/schumann-discografia-actualizada-iv.html
A modo de sugerencia y, para que te sea más fácil, ¿podrías incorporar en los mismos enlaces los puntajes individuales del último ciclo de Barenboim aquí comentado? Muchas gracias.
Bien, publicaré la discografía de las Sinfonías de Schumann, mucho más actualizada.
EliminarGracias por citarme, Ángel.
ResponderEliminarUn amigo dice que el tal Pyotr Petróvich escribe tantísimas reseñas que debe de ser un algoritmo. Bromas aparte, a tenor de lo que escribe sobre estas sinfonías no me parece que tenga unos gustos diferentes a los nuestros, sino que más bien, como tú mismo dices, hay una mala intención por su parte. Creo que miente, de manera por completo consciente, para evitar que el disco se venda. Porque lo que escribe no refleja en nada lo que son estas interpretaciones. Atención:
"(...) el sonido es satisfactorio. No así todas las interpretaciones de este álbum que acusan una falta de ligereza, momento, fuego y frescura considerable, optando el maestro por una ponderosidad algo agobiante y unos acentos y gestos idiosincráticos (sobre todo, la primera y cuarta sinfonías). La segunda es mucho más vital y la tercera tiene grandiosidad."
Sí, Fernando: sea o no un algoritmo, yo diría que, por sordo que sea, da la impresión de que no se las ha escuchado. Simplemente quiere que no se vendan discos de su detestado Barenboim.
EliminarCon el debido respero por mi parte, Petrovich (al que ya no se lee en Amazón) no comete más defectos que otros. Lo que ocurre es que cada uno ve los suyos. Petrovich defendía a Karajan absolutamente en todo, y vosotros (ustedes) a Barenboim. Seguramente habría que buscar el termino medio en ambos casos.
EliminarPetrovich era anti Celibidache, anti Szell y pro Karajan a muerte. Seguramente se me escapa algo. Al margen de esto lo considero uno de los mejores comentaristas de música clásica que yo haya leído en España.
Por cierto, tengo un amplio comentario sobre esta integral, que no me deja colgar aquí por extenso. Lo he recortado algo pero no lo quiero cercenar más. Sigo sin poder.
He encontrado algunas críticas que seguramente tendrán también algún valor. Las reseñas a las que aludo no son demasiado entusiastas con esta integral Schumann de Barenboim. Todas coinciden en las grandes dotes interpretativas, que luego no se trasladan totalmente al resultado final:
• “Music Magazine”: El resumen de la crítica al que accedo es un tanto complejo en la expresión. Resumen: tres estrellas (3) sobre cinco (5).
• “Financial Times”: “...la energía va y viene. La Sinfonía n.° 2 consigue una interpretación muy envolvente, que abarca un movimiento lento que es un Wagner en ciernes y un scherzo de vitalidad desenfrenada, pero el vigorizante movimiento inicial de la Tercera carece de empuje y el de la Cuarta es más bien cuadrado…”
Resumen: tres estrellas (3) sobre cinco (5).
• “The Classic Review” dice que “...Algunos momentos de las sinfonías, como el segundo movimiento de la Segunda Sinfonía, son destacados por su energía y cohesión, mientras que en otras partes, los cambios de tempo y la falta de estructura clara pueden resultar desconcertantes para algunos oyentes”.
• “Classical Music”: De los más comprensivos: “Lo que realmente da peso a estas interpretaciones, en el mejor sentido, es el maravilloso sentido de la línea larga de Barenboim, el tipo de fraseo increíblemente largo y prolongado que, en sus manos, puede hacer que incluso un acto completo de un drama musical wagneriano parezca una melodía sostenida.” Finalmente le otorga cuatro (4) estrellas sobre cinco (5)
Saludos cordiales.
Hola y como siempre Ángel muchas gracias por tus análisis (por descontado también al resto de foreros), espero que Fernando retome pronto sus comentarios en su blog porque gracias también a ellos me ayudáis lo indecible para formar mi "cultura musical". Este finde tengo ración triple de don Daniel pq además de la escucha del ciclo Schumann, hoy me han llegado desde Alemania los vídeos de los ciclos de las sonatas de Beethoven grabadas en la sala Pierre Boulez y el de las sinfonías de Brahms filmado en Buenos Aires. Canela fina vamos...
ResponderEliminarSaludos. José Manuel.
Acababa de terminar de escuchar esta mañana este ciclo Schumann de Barenboim que comentas, Ángel, y estoy plenamente de acuerdo. En efecto, creo que es globalmente y sin duda el ciclo Schumann más satisfactorio que conozco. Los únicos “temas” que tengo con esta grabación es que prefiero la densidad en la Cuarta de Furtwängler y que, en la Renana, estoy entre los que preferimos que el cuarto movimiento resulte más realmente “solemne”, más “monumental” si se quiere. Pero por lo demás, me parecen cuatro versiones realmente extraordinarias, y ciertamente la referencia para una serie en la que no tenía, hasta ahora, una preferencia muy clara hacia una grabación concreta.
ResponderEliminarY ya que se habló de Schubert, la pena que me da es que Barenboim no haya grabado comercialmente las dos últimas sinfonías en este período reciente. El antiguo ciclo queda muy lejos, y seguro que la Novena habrá cambiado mucho de concepto…
Bueno, es verdad que no tiene ninguna Novena de Schubert grabada más que aquella del ciclo Sony con la Filarmónica de Berlín (1987), aunque yo le he escuchado alguna transmitida por radio con la Sinfónica de Chicago (no tan diferente, por cierto).
EliminarPero Octava "Inacabada" sí que tiene una de 2020 en blu-ray del sello Unitel (junto al Primer Concierto de Tchaikovsky con Argerich y... el excelso Rondó D 951 a 4 manos, también de Schubert.
De vez en cuando se oye decir que Schumann no era un buen orquestador. Pues bien, nunca me había parecido tan buen orquestador como escuchando estas versiones de Barenboim. Quien siga dudando si Schumann orquestaba bien, no tiene más que escuchar estas interpretaciones.
EliminarJ.I.V.P.
SHUMAN-Sinfonías- D Barenboim (DG, 2022)
ResponderEliminarComo continuación de una intervención mía, anterior, de hoy, en este chat, les comunico que el comentario sobre esta integral, que por razones de espacio no he podido colgar aquí, me lo acaba de publicar Amazón. Atentamente.
Gracias por publicar mis intervenciones, D. Ángel. Voy a tratar de dividir mi comentario en dos y enviarlo por partes.
ResponderEliminarEs difícil luchar contra las emociones de los demás y, además, ¿por qué habría que hacerlo? Si algunas personas consideran que esta tercera integral de Barenboim es lo mejor de la discografía, quien escribe esta nota también ha experimentado sensaciones similares en otros momentos, aunque no siempre compartidas. Seguramente, los defensores acérrimos de esta nueva integral, para justificar tal afirmación, habrán imaginado por un momento las versiones de Szell/Cleveland con esta tecnología sonora. Para quien esto escribe, la integral de Szell sigue siendo la primera opción si tuviera que elegir una sola.
Esta tercera integral de Barenboim (2022) de las sinfonías de Schumann, la segunda con la Staatskapelle, establece un equilibrio particular entre clasicismo y romanticismo, inclinándose más hacia este último y decantándose por las influencias de la estructura y la profundidad emocional de Brahms, así como el dramatismo y la narrativa musical de Wagner. Aunque este enfoque es similar al de su integral de 2003, busca ahora ahondar más en la parte interna de la música, sacrificando cierta efusividad que caracteriza estas vitales obras, lo que afecta a su alegría y lirismo. Por ello, Barenboim no parece alcanzar las expectativas que muchos tenemos respecto a esta música, aunque su maestría interpretativa y la calidad de su orquesta son innegables.
Si tuviera que resumir la sensación que me deja esta interpretación, la describiría como modosa y, por momentos, carente de chispa.
En la primera sinfonía, particularmente en el primer movimiento, aunque el equilibrio, dentro de su concepto, parece perfecto, le falta algo de efusividad y alegría. Están ahí, pero echo en falta un pequeño giro más. El Larghetto está bien expuesto y tiene calidez, aunque me parece un tanto oscuro; preferiría más brillo y vitalidad en algunos momentos. El Scherzo y el último Allegro refrendan el equilibrio que Barenboim busca en toda la interpretación. Percibo que esta no es una versión de la Primera de Schumann a la que sienta que volveré. Kubelik, con la Filarmónica de Berlín (DG) o con la Radio de Baviera (CBS), dejó unas lecturas totalmente romantizadas, pero con muchas de las virtudes que aquí faltan.
El problema no es si estilísticamente se debe interpretar a Schumann dentro de conceptos más próximos al clasicismo que al romanticismo, o incluso, si alguien quiere ir más allá, buscando una vía nueva no explorada hasta el momento. La cuestión radica en hacerlo sin privarle de esa mezcla de emociones vitales, de esas ganas de vivir que nos transmite su música.
El primer movimiento de la Segunda resuelve bien esa mezcla entre lo onírico y lo efusivo, pero he escuchado interpretaciones más evocadoras, donde los clímax fluyen con mayor intensidad y sentido de inexorabilidad. Como era de esperar, el Adagio es encantador, y el Allegro molto vivace es intenso, claro y luminoso.
(CONTINUACIÓN)
ResponderEliminarEn cuanto a la Tercera, el primer movimiento presenta pocos aspectos criticables: es ágil y tiene encanto, con una alegría que fluye. Aun así, me quedo con el desenfreno, la resolución y la claridad de la interpretación de Szell y otros que, creo, la obra demanda. Ese misterio un tanto sombrío, con ciertas dosis de lirismo, está muy bien resuelto en el tercer movimiento. Sin embargo, el cuarto movimiento deja algunas dudas. Todo está bien ejecutado, pero no me termina de cautivar. La sensación es de cierta falta de análisis de la estructura, como si, por momentos, no lograra despegar.
Finalmente, el primer movimiento de la Cuarta Sinfonía me resulta demasiado tímido. Le falta impulso y grandiosidad. Muchos otros han domado mejor, y de manera más resuelta, la musicalidad de esta pieza tan rica y llena de contrastes, comenzando por Furtwängler (DG, 1952). El propio Barenboim, en su anterior versión con la Staatskapelle (Teldec, 2003), me parecía más acertado en este movimiento. El segundo movimiento, romance, está dicho de forma soporífera, alicaída; es para dormirse (escúchese una vez más a Kubelik, como, aun dentro de la lentitud, deja aflorar la vida interior que este movimiento también tiene). El Scherzo es correcto, pero parece comenzar una sinfonía nueva después de dejar caer todo el edificio en el movimiento anterior. El cuarto movimiento no está mal, pero yo lo concibo como un resumen que Schumann quiso hacernos de todo lo anterior, con distintas regulaciones dinámicas del sonido y expresividades diversas. Y es en esto último donde, para mí, Barenboim adolece de cierta falta de resolución y de firmeza.
En resumen, nos encontramos ante interpretaciones tradicionales, con diversas sutilezas, marca de la casa, que merecen un notable. Todo suena pulcro y en su lugar, pero, desde mi punto de vista, no aportan nada nuevo o, al menos, relevante a la discografía de estas obras. Por no hablar de cierto distanciamiento expresivo que no se soluciona solo con la belleza y la perfección del ajuste sonoro.
Las interpretaciones de Bernstein I, Szell, Sawallisch, y Kubelík I y II, así como algunas historicistas, no necesariamente las más conocidas (¿han escuchado a Robin Ticciati con la Scottish Chamber Orchestra en 2013 para el sello Linn? Agilidad, frescura, espontaneidad... ¡qué belleza!), están uno o incluso dos peldaños por encima. Dentro de las versiones modernas con orquesta grande, me quedo con Chailly/Leipzig (Decca), una integral que combina a la perfección la tradición con un enfoque más actual. No me olvido de Karajan: su amplio cuerpo sonoro, unido a un concepto excesivamente solemne, en mi opinión, no resulta idóneo para Schumann.
ResponderEliminarHola:
Los comentarios anteriores:
- Anónimo 18 de septiembre de 2024, 23:20
- Anónimo 21 de septiembre de 2024, 15:45
- Anónimo 21 de septiembre de 2024, 18:31 (y la continuación)
son míos.
Atentamente.
Usted, evidentemente, sabe de lo que habla. Pero yo estoy en profundo desacuerdo con buena parte de lo que dice. Así son las cosas. ¡Es tan frecuente leer críticas opuestas de un mismo disco o concierto!
EliminarAsí es. Saludos D. Angel.
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